Mons. Fernández advirtió sobre los riesgos de reducir a “slogan” los mensajes del Papa

Mons. Fernández advirtió sobre los riesgos de reducir a “slogan” los mensajes del Papa

En una entrevista con Vatican Insider, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Argentina (UCA), arzobispo Víctor Manuel Fernández, advirtió sobre los riesgos de reducir a “slogan” los mensajes del papa Francisco, y estimó que el pontífice provocó cambios que “no dejarán igual a la humanidad”. 

El rector de la Pontificia Universidad Católica de Argentina (UCA), arzobispo Víctor Manuel Fernández, advirtió sobre los riesgos de reducir a “slogan” los mensajes del papa Francisco, y estimó que el pontífice provocó cambios que “no dejarán igual a la humanidad”. 

“Los grandes santos y reformadores, los que han provocado reales cambios en la Iglesia y en la historia, no han sido amigos de slogans sino de gestos y entregas. Pero hace tiempo que en la Iglesia vivimos de slogan”, expresó en una entrevista con Vatican Insider. 

-¿Cuál es el balance de estos primeros cinco años de Pontificado? ¿Qué es lo que más lo ha caracterizado? 

-No quisiera entretenerme mencionando algunos logros en la política internacional, ni siquiera los éxitos que pueda haber logrado en la reforma de la Curia o de las finanzas vaticanas. Porque eso implicaría una mirada algo mundana. Dejemos que los medios se dediquen a esos análisis. Los católicos creemos en el misterio del Espíritu que desata los nudos y transforma la realidad a su manera y con sus tiempos. Si me preguntaras qué hizo Gandhi, puedo decirte que ya no recuerdo exactamente las acciones y éxitos que tuvo. Pero sé sin dudarlo que dejó una marca importantísima en la historia y que provocó cambios que no dejaron igual a la humanidad. 

-¿Cuál es el mensaje que más ha pasado tanto dentro como fuera de la Iglesia? 

-En el caso de Francisco, creo que no se olvidará su invitación constante, con palabras y gestos, a volver a la frescura del Evangelio y a su corazón hecho de misericordia y de justicia para los más débiles. Al mismo tiempo no dejará de resonar el reclamo una Iglesia más despojada, alegre y capaz de salir de sí en el diálogo y el servicio. Aunque algunos en el futuro pretendan volver atrás al respecto creo que la gran reforma irreversible de Francisco, ya lograda, consiste en que eso será difícilmente aceptado. ¿Quién puede pensar que después de Francisco pueda prosperar un papado condenatorio, que ostente poder y riqueza, que no esté dispuesto al diálogo con todos, que ignore a los débiles de este mundo?

-¿Cuál es la reforma más importante que el papa Francisco espera para la Iglesia? 

-La profundización de esto que ya he mencionado. Todavía hay muchos miembros de la Iglesia que hablan poco de Jesucristo, que no tiemblan de afecto y admiración cuando lo nombran, que prefieren juzgar los defectos ajenos y bajar normas éticas como rocas con tal de no aceptar el vértigo de anunciar el amor incondicional de Dios a cada persona, de trasmitir el amor cercano y salvador de Jesucristo. Al mismo tiempo, todavía hay muchas resistencias a dejar las comodidades de las estructuras que nos dan seguridad, pero que cada vez atraen a menos cantidad de fieles. 

-¿No le parece que existe el peligro de reducir los mensajes del Papa a “slogans”, que, como todos los “slogans”, acaban vacíos, es decir utilizados según conveniencias, pero sin un cambio verdadero? 

-Los grandes santos y reformadores, los que han provocado reales cambios en la Iglesia y en la historia, no han sido amigos de slogans sino de gestos y entregas. Pero hace tiempo que en la Iglesia vivimos de slogan. Por ejemplo, hay quienes dicen estar “a favor de la vida”, pero prefieren que no se hable de los inmigrantes, del compromiso con los más pobres, de la lucha por la justicia para que menos gente muera por desnutrición o por enfermedades que podrían curarse. Ese es un slogan. Igualmente, otros repiten frases de Francisco como slogan, y hasta hablan de la “primavera de la Iglesia”, quizás para no parecer opositores o para asegurarse algún puesto en la Iglesia, pero si uno mira sus hábitos, sus acciones, sus insistencias y sus opciones, parecen no responder al espíritu de este Papa. Es un modo de cerrarse al viento transformador del Espíritu siendo “políticamente correcto”. 

-Los medios de comunicación (y no solo) han enfatizado mucho características humanas y simpáticas del Papa Francisco, que lo han convertido en un personaje popular y amado. ¿No existe el peligro de que se vuelva demasiado “personaje” y que se concentre demasiada atención en su persona? 

-Es verdad. Sin embargo, él nunca ha sido amante del culto a las personalidades. Cuando él aprecia mucho a alguien le dice: “Humíllate”. Se entrega mucho en la cercanía al pueblo porque eso tiene que ver con su valoración de la religiosidad popular, y él quiere que su papado sea un signo encarnado de la cercanía tierna y misericordiosa de Jesús. Pero quien no ve esto desde la más auténtica fe católica, termina olvidando el fin de todo, que es Jesús, y se queda en el personaje. Es como “quedarse en el dedo que indica la luna”, según el antiguo proverbio zen. Esto tiene un grave riesgo, porque produce el efecto contrario: si ven un error o un punto débil, o si un día el Papa no sonríe porque está débil o enfermo, el personaje se les rompe. De todos modos, yo veo que dentro del ámbito católico, el estilo de Francisco está produciendo una irreversible desmitologización del papado. Hasta ahora algunos católicos podían criticar a los papas, pero ahora hay una enorme libertad para hacerlo sin que nadie sea sancionado por ello. Eso le quita a la figura del Papa ese halo excesivamente sagrado, de ser superior e intocable. 

-Algunos hablan mucho (a veces exagerando su importancia) de las llamadas “resistencias” internas, fenómenos que también han vivido sus predecesores. ¿Qué tanto cuentan y cuánto inciden en la vida cotidiana de la Iglesia? 

-Inciden más que antes debido al enorme peso de los medios y de las redes sociales. Antes pocas personas leían un periódico. Hoy son muchos los que siguen las noticias por Internet, y los medios en general destacan lo que hace mucho ruido, lo negativo, las críticas. Años atrás, un señor muy conservador y negativo sólo hablaba con su esposa, porque ni los vecinos soportaban escucharlo. Ahora esa persona puede abrir un blog y difundir también mentiras y calumnias, o sospechas infundadas, y siempre tendrá lectores. También puede dedicar todo el día a opinar en los foros de Internet y su voz se amplifica. Las personas más moderadas y serenas, que son la mayoría, parecen actuar menos en este sentido. En Argentina, donde hubo en los últimos dos años una fuerte y persistente campaña de desprestigio en los medios y en las redes, el Papa sin embargo mantiene un 80% de aprobación según las encuestas más serias. Pero ese 80% hace poco ruido. 

-¿Es cierto que, después de la publicación de Amoris laetitia, hay “confusión” en la Iglesia de hoy? 

-Amoris laetitia implica un cambio paradigmático en el modo de tratar situaciones complejas, aunque eso no implique que abra todas las puertas. Va ciertamente más allá de la posibilidad de que algunos divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Este cambio, que nos impide ser demasiado duros y matemáticos en nuestros juicios, es muy molesto para algunos. Pero es imposible decir que hay “confusión” después que el Papa hizo publicar una nota en las “Acta Apostolicae Sedis” como “magisterio auténtico”. Sólo el Papa puede tomar una decisión de ese tipo y Francisco lo hizo. Por lo tanto, no hay confusión. Ya sabemos lo que el Papa pide. Otra cosa es que te guste o no, que te parezca bien o no. Pero entonces no hay que decir: “es confuso”. Hay que decir: “no me gusta”. O bien: “Yo prefiero una Iglesia con normas más estrictas”. 

-Las diferentes reformas en los organismos de la Curia romana todavía se están llevando a cabo. ¿Qué tan importantes son las reformas estructurales? 

-A estas reformas se les da mucha importancia, pero son las más “reversibles”. Podrá venir otro Papa y crear una Curia enorme. Además las personas que haya en esas estructuras serán determinantes. Pero creo que Francisco también ha logrado "desmitificar" para siempre a la Curia vaticana, que sólo podrá entenderse como un organismo de servicio al Papa, que no reemplaza al Papa ni a los Obispos. 

-¿Cómo vive el Papa los casos relacionados con los escándalos de los abusos contra menores cometidos por el clero? Las normas para combatir el fenómeno existen, pero ¿se podrá cambiar también la mentalidad? 

-Sé que sufre mucho por este tema, porque en este caso se destruye el sentido profundo del ministerio sacerdotal, llamado a “cuidar”. En español este sentido está remarcado, porque al sacerdote se le llama “cura”. El “cuidado” es una caracterización del sacerdocio que Francisco lleva mucho en el corazón. Creo que la mentalidad está cambiando en esta línea, aunque a veces los procesos necesiten sus tiempos para evitar injusticias.

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