Mons. Colombo aboga por una transformación de la vida social

Mons. Colombo aboga por una transformación de la vida social

El arzobispo de Mendoza consideró que es posible dar pasos, de la mano de los responsables de la vida política, para que todos los hombres tengan trabajo y hagan siempre lo que les gusta.

El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, presidió la Eucaristía en la parroquia Cristo Obrero, de la localidad de Campamentos, en el departamento mendocino de Rivadavia, donde realizó la bendición de los frutos de la presente vendimia.

“La Palabra de Dios habla con una gran claridad, con una firmeza, y sus enseñanzas nos hacen reflexionar sobre el valor de lo que expresamos, de lo que decimos, de lo que vivimos en nuestro diálogo con los demás”, precisó en la homilía.

Tras destacar las enseñanzas que dejan para toda la vida esos pequeños y grandes maestros espirituales, hizo hincapié en el significado de la bendición de los frutos que es tradición en la provincial al iniciar la fiesta de la vendimia.

“Para nosotros los cristianos, la misa es el ámbito por excelencia para dar gracias porque Dios creador nos ha querido asociar a su obra y entonces el trabajo del hombre contribuye decididamente a enriquecer al mundo y a la historia humana”, explicó, y agregó: “Somos creadores con Dios porque Él ha querido contarnos entre los que cooperan para el bien de todos”.

 

El arzobispo mendocino indicó que por eso con la bendición de frutos “alabamos a Dios porque ha suscitado el deseo de trabajar en el corazón de los hombres y también de aportar desde su trabajo al bien de la tierra”.

“No dejamos de sufrir con los que no tienen trabajo, con los que no logran plasmar sus ideales y su creatividad, pero pedimos a Dios que desde la solidaridad cristiana y de una transformación de nuestra vida social, que venga de la mano de los responsables de la vida social y política puedan darse los pasos para que todos los hombres tengan trabajo y hagan siempre lo que les gusta”.

“Celebramos entonces la acción de gracias por los frutos, los bendecimos cuando en realidad antes hemos sido bendecidos nosotros por Dios. Le trasladamos a los frutos con un auténtico corazón de hijos, la bendición que Dios nos ha entregado a nosotros, que Él nos haga siempre personas felices y fecundas para transmitir a las próximas generaciones no solo el valor del trabajo sino la gratitud por lo que Dios nos da”.+

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