“Hay mayor felicidad en dar que en recibir”. Así destacó el obispo de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín, la labor de las personas que brindan su colaboración en el Centro del Voluntariado de Goya que funciona en el gimnasio del Instituto Santa Teresa de Jesús, en Colón 1050. Acompañado por el vicepresidente de Cáritas diocesana, Jorge Fouine, y por la hermana Martha Pelloni, compartió un momento fraterno con quienes diariamente brindan sus servicios en el lugar.
Monseñor Adolfo Ramón Canecín, obispo de Goya, visitó el Centro del Voluntariado de Goya que funciona en el gimnasio del Instituto Santa Teresa de Jesús, en Colón 1050. Acompañó las tareas de la organización caritativa de la Iglesia y visitó el centro de recepción de donaciones para conocer la situación de numerosas personas damnificadas por las inundaciones.
El prelado observó el desarrollo de las actividades que se realizan en la sede del Instituto Santa Teresa de Jesús, donde se interiorizó sobre la situación de las familias afectadas, el relevamiento, acompañamiento y distribución de las donaciones recibidas.
El Centro Voluntariado Goya continúa recibiendo donaciones y entregando módulos de alimentos, elementos para limpieza, agua, pañales, entre otros elementos. Desde el Centro de Donaciones informaron que continúan trabajando por los afectados por la corriente de El Niño.
“Hay muchas personas que pudieron volver a sus casas y se encuentran con que no tienen nada, hay familias que siguen rodeadas de agua. La zona rural está muy afectada aún y nos siguen necesitando” destacó el licenciado Benjamín Leiva, uno de los voluntarios del lugar.
La ayuda solidaria se puede entregar en el Gimnasio del Instituto Santa Teresa de Jesús, Colón 1050, de lunes a viernes de 7.30 a 12 y de 16 a 20; y los sábados, de 8 a 12.
Monseñor Canecín agradeció el esfuerzo de tantos voluntarios que asisten a las necesidades y consuelan a los damnificados, y pidió a los católicos y demás creyentes que recen a Dios “para que se sumen voluntades para ayudar a los afectados por las inundaciones y para que sepamos superar la adversidad, “disponer el corazón, y auxiliar a quien lo necesita”. Al hacer propia aquella frase de los Hechos de los Apóstoles: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir», dijo que “no se trata de un simple llamamiento moral, ni de un mandato que llega al hombre desde fuera, sino que la inclinación a dar está radicada en lo más hondo del corazón humano: toda persona siente el deseo de ponerse en contacto con los otros, para servir, y se realiza plenamente cuando se da libremente a los demás”.
Se mostró admirado y conmovido por los testimonios de los voluntarios, señalando que quienes “brindan su tiempo para servir experimentan una profunda satisfacción siguiendo la llamada interior de darse a los otros sin esperar nada a cambio”.
“Cristo nos propone con su propio ejemplo” y nos anima a “desgastar la vida por los hermanos”, concluyó.+
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