La misa que convoca la Iglesia: ¿Es una utopía querer cerrar la grieta?

La misa que convoca la Iglesia: ¿Es una utopía querer cerrar la grieta?

La ceremonia la presidirá el monseñor Oscar Ojea y tendrá la participación de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Será dos días antes del cambio de Gobierno. ¿Se abre una oportunidad para la amistad social?, la pregunta en el análisis de Sergio Rubin.

Con el conflicto del gobierno de Cristina Kirchner con el campo la grieta estalló en la Argentina. Pero en realidad no fue algo novedoso. A lo largo de dos siglos de historia nacional los fuertes enfrentamientos por cuestiones políticas dividieron a la sociedad. El antecedente inmediato fue la antonomia peronismo-antiperonismo, principalmente en los años '50 y '60. El odio político – no las distintas posiciones manifestadas a veces en debates duros, propios de toda democracia – tuvo consecuencias nefastas para el país. No hace falta hacer una enumeración: perdimos todos.

Consciente de ello la Iglesia acaba de convocar a una misa por la unidad de los argentinos y la paz social para el próximo domingo 8 de diciembre a las 11 en la basílica de Luján, que será presidida por el titular del Episcopado monseñor Oscar Ojea. El presidente saliente, Mauricio Macri, y el entrante, Alberto Fernández, confirmaron su presencia. Se descuenta, además, la presencia de otros dirigentes políticos, empresariales y sindicales y referentes sociales. Al escribir estas líneas aún no se sabía si Cristina Kirchner sería de la partida.

El hecho de que se se organice un oficio religioso de esta envergadura a 48 horas del traspaso del poder obviamente expresa el deseo de que en la nueva etapa institucional comience a distenderse el clima político. En vísperas de las elecciones monseñor Ojea había advertido que "en el actual clima de división es imposible gobernar" y afrontar los grandes desafíos como el combate a la pobreza. Y que fuera quien fuese el ganador de las elecciones iba a necesitar abrirse al diálogo y buscar consensos para sortear los graves problemas.

Pero también Ojea formuló una precisión clave: el intentar cerrar al menos en parte de la grieta no implica un pacto de impunidad con los corruptos de cualquier filiación política. Porque sostuvo en el mismo pronunciamiento que "el peor problema de la Argentina es la corrupción" y advirtió que se corre el riesgo de naturalizarla. Más aún: dijo que no es solo un delito, sino un estado de situación de ciertas personas. Por eso, destacó la importancia que “la Justicia pruebe y condene" los hechos de corrupción.

Por lo demás hace tiempo que los obispos vienen manifestando su preocupación por el nivel de confrontación y la pobreza creciente, pero que se acentuó en los últimos dos años con la profundización de la crisis y el fragor de la campaña electoral. Y vienen bregando por políticas de Estado. Podríamos tomar como punto de partida la crisis de 2001 cuando la Iglesia, junto a otros cultos, tendió una Mesa de Diálogo. Aunque en los años siguientes subió la confrontación y no hubo acuerdos.

Ahora bien: ¿La misa del próximo domingo quedará solo para la foto? ¿Será una mera expresión de deseos y la hondura de la grieta continuará e incluso se profundizará? ¿Este tipo de gestos que promueve la Iglesia es una mera utopía, un objetivo inalcanzable? ¿Quizá también deberíamos preguntarnos si los argentinos estamos resignados a la pelea perpetua, a la división en nuestras familias, entre nuestros amigos, por política? Para los mayores debe ser un déja vu.

En verdad, las utopías mejoraron el mundo. Seguramente, la mayoría no se cumplieron. Pero las pocas que sí permitieron que nuestra vida sea un poco más vivible. Acaso lo primero que necesitemos los argentinos sea recrear la esperanza, pero no esperando solo de los políticos, sino de nosotros mismos. Una situación palpable de las protestas que se están viendo en tantos países es que la gente no se siente interpretada por sus dirigentes y sale a manifestarse.

La sociedad argentina tiene a partir del 10 de diciembre la oportunidad de luchar por un clima más amical en el país. Donde la Justicia haga su trabajo con independencia y rapidez. Y todos -especialmente los más necesitados- podamos vivir un poco mejor. La Iglesia propone empezar por la oración de los que tienen fe y la disposición de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Acaso porque de los laberintos se sale por arriba.

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