Miriam de las Mercedes Cortés: “Estoy con el papa a muerte. Francisco ha llegado a lugares insospechados”

“El Papa está exigiendo que se cuente con las mujeres donde se toman las decisiones”.

Estamos en la Universidad Pontificia de Salamanca con su rectora,Miriam de las Mercedes Cortés. La primera mujer en dirigir una Universidad de la Iglesia no quiere oír hablar de cuotas, pues lleva toda la vida manejándose con naturalidad en un mundo, el de la Teología, tradicionalmente reservado a los hombres. Eso sí, incide en que el Papa Francisco "está exigiendo que se cuente con las mujeres", y cree que sus reformas "no tienen marcha atrás. Francisco ha llegado a lugares insospechados".

 

Buenos días y gracias por vuestra invitación. Un lugar fantástico para estudiar, y supongo, para ser rector.

Para estudiar, desde luego. Y para vivir, Salamanca es una preciosidad de ciudad, la mires por donde la mires. Y en concreto, la Universidad Pontificia, que es un edificio histórico maravilloso, con una riqueza artística impresionante, que nunca acaba de sorprenderte. Estudiar en estos pasillos, en estas aulas, es un lujo.

Mantenemos esta entrevista con motivo de la celebración de un congreso: los 50 años de la Conferencia Episcopal Española. Esta es la Universidad de la Conferencia. ¿Qué supone para vosotros esta celebración? Durante la inauguración del simposio comentabas que no es solo el hecho histórico en sí, sino que debe servir para reflexionar sobre de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. Como Conferencia Episcopal y como Universidad.

Sí, efectivamente celebramos el 50 aniversario de la creación de las Conferencias Episcopales, en virtud del Concilio Vaticano II. Y ciertamente es muy apropiado que se celebre en esta Universidad, porque desde 1970 es la Universidad del Episcopado español. Nos sentimos muy contentos de poder reflexionar sobre el papel de las Conferencias Episcopales, en concreto del papel de la Conferencia Episcopal Española. Y como el fin de las Conferencias Episcopales y de las Universidades católicas es el mismo, la evangelización, es una reflexión que nos sirve a ambas.

Y por eso comentaba en la inauguración, que la Universidad Pontificia en concreto, se siente no solo como Universidad católica comprometida en el diálogo entre la fe y la cultura, sino también muy cerca de las diócesis. De esa tarea evangelizadora en la que queremos colaborar desde nuestra función docente.

¿Ha cambiado mucho el papel de la Universidad, como lo es la UPSA, en estos 40 años en los que pertenece a la Conferencia Episcopal?

El papel de la Universidad sigue siendo el mismo porque es una Universidad católica y además es pontificia. Un título que nos honra, y que también nos hace tener una mayor responsabilidad. Pero el papel sigue siendo el mismo desde el punto de vista de nuestro ideario, de nuestros objetivos. También ha cambiado mucho el panorama durante estos años debido a la legislación estatal, que es aplicable a todas las Universidades y que incluye a las Universidades privadas como la nuestra.

¿Cómo ha cambiado para una Universidad eclesiástica, para bien y para mal?

La legislación estatal se basa, sobretodo, en exigir unos estándares de calidad. Las Universidades, tanto las privadas como las públicas, hemos tenido que irnos adaptando e ir cumpliendo los objetivos que exige el Estado, y pasando sus controles obligados.

Es complicado, porque se ha burocratizado mucho. Cada vez es más difícil sobrevivir como Universidad.

Sobretodo en un momento en que en algunos sectores se está hablando de la excesiva presencia de la Iglesia en determinados ámbitos. Cuando las universidades nacen como producto de la propia Institución. Salamanca es una buena prueba de ello.

En España, las universidades vinculadas a la Iglesia, o las católicas, porque no todas pertenecen a la Iglesia, siguen siendo las mismas que yo sepa desde hace años. En concreto la nuestra. Aunque en su configuración actual el origen inmediato está en 1940, nuestras raíces se remontan al siglo XIII. A los orígenes de la propia institución universitaria en Salamanca.

Dentro de nada cumple sus 800 años.

Está cumpliendo su octavo centenario. Las facultades de Teología y de Derecho Canónico estuvieron en el origen de aquellas primeras escuelas generales de Salamanca. Que surgieron de las escuelas de la catedrales. Y aquellos estudios recibieron del Papa su sanción y su sentido. Gracias a una bula de Alejandro IV, pudieron tener un valor universal todas las titulaciones que se dan en Salamanca. Y de hecho, desde su origen, la Universidad de Salamanca tiene el doble título de pontificia y regia.

Luego, como sabemos, en en los avatares históricos del s XIX se suprimieron los estudios eclesiásticos de la Facultad. Y, en cierto modo, aquellos estudios se restauraron aquí en 1940. Por eso, se puede decir que no somos nuevos.

¿Cual es el estado de salud, hoy, de la Universidad Pontificia de Salamanca?

Tiene mucho vigor. Somos una Universidad de pequeñas dimensiones, comparado con la Universidad de Salamanca.

¿Cuántos alumnos puede tener ahora?

Con todas las sedes y los centros afiliados, cerca de unos 7.000 alumnos.

Es una Universidad media...

Sí, pero nuestra intención no es de una macrouniversidad. Queremos mantenernos en estos números de alumnos. Lo que buscamos es la calidad.

Con esa particularidad de ser una Universidad católica pontificia.

Sí, claro con ese plus. Ofrecemos algo que no ofrece una Universidad pública. A parte de la cercanía con el alumno, que nos lo podemos permitir por nuestras dimensiones. Una formación integral a través no solo de las asignaturas identitarias, sino de todo lo que ofrecemos a mayores. La pastoral universitaria, por ejemplo. Y diversos medios de formación que ponemos al alcance de nuestros alumnos. Porque lo que queremos es que salgan de aquí unos excelentes profesionales, pero mejores personas.

¿Hoy ese plus, es válido? En una época en la que que se pone en cuestión todo lo referente a lo religioso. Y en la que, tal vez, la identificación de la búsqueda de valores mediante lo religioso se ve como algo desfasado.

Estoy de acuerdo contigo en esa percepción general que se respira en la sociedad. Pero sin duda, algo debe atraer nuestro ideario cuando tenemos 7.000 alumnos. Nuestros alumnos nos escogen porque les interesa nuestro conjunto. Cuando se matriculan saben que lo hacen de nuestras asignaturas identitarias. Vienen aquí dando por hecho que vamos a proponer las distintas ciencias, con toda la calidad posible desde el punto de vista científico, pero siempre con una visión abierta a la transcendencia. Y ese es el plus.

Eres la primera mujer rectora de la Universidad Pontificia. Qué supone esto para ti. Ayer (por el miércoles pasado), por ejemplo, eras la única mujer de los componentes de la mesa.

No lo sé muy bien. Entiendo qué puede suponer como efecto social. Es la primera vez que una mujer ocupa este puesto. Se puede ver como un logro de la posición de la mujer en la Iglesia. Pero personalmente, no me lo había planteado. Es algo que no me supone nada especial. Yo estoy igual entre hombres que entre mujeres, haya paridad o no la haya.

La mesa estaba compuesta por hombres porque daba la casualidad de que el Gran Canciller es hombre, el Secretario de la Conferencia también, y el Presidente del Comité del Congreso era un hombre. Pero podía haber sido una mujer. La naturalidad con la que yo vivo esto, es porque llevo más de veinte años en una facultad eclesiástica, donde yo he sido la única mujer.

¿Es complicado, ante preguntas como la mía, tener que "defender" que este es un nombramiento por capacidad, que no te han nombrado por ser mujer?

Sinceramente, no sé por qué me han nombrado. Sé que me han elegido y punto. No sé realmente cuáles eran los méritos que yo tenía para que me eligieran. Porque no he concursado, ni he hecho una candidatura y ni siquiera nadie me ha pedido el currículum.

¿Cómo se produjo el nombramiento?

Está previsto en los estatutos. Es sencillo: el Gran Canciller hace consultas a la Comunidad Universitaria y propone a la Conferencia Episcopal varios nombres. La Comisión Permanente de la Conferencia elige uno entre esos nombres.

¿Quién te lo dijo?

Me llamó por teléfono el Secretario General de la Conferencia Episcopal. Un viernes por la tarde.

¿Te dio tiempo para pensarlo?

Sí. Me dijo que lo pensara y le enviara la respuesta por escrito. Pero bueno, nosotros sabemos que por estatuto tenemos la obligación de aceptar los cargos que se nos piden. Y encima yo soy catedrática de la Universidad.

No hubo muchas dudas, entonces.

Sí, hubo todas. Yo quería decir que no, porque soy una madre de familia. Tengo cuatro hijos. Ahora mismo estoy llegando a un cierto culmen en mi profesión. Tenía proyectos profesionales como profesora, como investigadora. Fue un jarro de agua fría. No entraba en mis planes en absoluto. Y menos en los de mi familia. Mis hijos son todos adolescentes. Pero bueno, pensé que Dios me pedía esto, y la Conferencia Episcopal. Encima, por estatutos estaba obligada..., tenía que aceptar y que fuera lo Dios quisiera. Yo pondría todo de mi parte, con mis limitaciones, que son tantísimas.

¿Y meses después?

Ahora... Pues pienso que llevar esto adelante es muy difícil. Para cualquiera. Alabo a los rectores anteriores que han aceptado este puesto.

Organizar toda la Universidad.

Puede que ahora sea más complicado, precisamente, por la complejidad de la legislación universitaria. Y como las Universidades privadas dependemos de nuestros propios recursos, lo tenemos mucho más difícil. No contamos con ayuda de ningún tipo. Este es un momento de especial dificultad. Y ello, unido a que no soy libre, porque tengo marido y cuatro hijos.

¿Cómo lo lleva la familia?

Lo viven como un sacrificio, todos. Hay muchas ausencias. Y más exigencias de que todos colaboren en cosas en las que antes no tenían que colaborar. Se nota en todo, hasta en que la comida es peor. Yo soy la cocinera y hay veces que no llego.

Cuando te nombraron, preguntamos si era un nombramiento de cuota, o quién eras. Todo el mundo el mundo coincidía en que no era asunto de cuotas. Que eras una magnífica profesora, con un gran prestigio. Sin embargo, desde fuera, el gesto se ve de supuesta apertura en un sitio como la Iglesia, que es un lugar donde las mujeres no ocupan puestos de poder.

Tú dices que se ve como un gesto de apertura. Mi visión es, que la Conferencia Episcopal, y el Gran Canciller en concreto, al proponer una serie de nombres, entre ellos el de una mujer, han actuado con absoluta naturalidad y de acuerdo con los estatutos. Los estatutos no prohiben que sea una mujer la que ocupe el puesto. Se establecen una serie de requisitos académicos. No sé si en su ánimo les ha influido que el papa Francisco está pidiendo que se cuente más con las mujeres. Y viendo que una mujer cumplía todos los requisitos, puede que se hayan sentido más libres, gracias al Papa. Y que la decisión se iba a ver más acorde con los tiempos..., pero la verdad, no lo sé. Me lo estoy inventando. Es mi percepción.

Es una percepción interesante, porque además, es cierto que el papa Francisco está abriendo debates en este punto.

Y no pidiendo. Exigiendo que se cuente con las mujeres. Las mujeres tienen que estar donde se tomen decisiones, simplemente porque aportan un punto de vista diferente. Por la sencilla razón de que somos diferentes. Somos complementarios, hombres y mujeres.

¿Cómo te posicionas en ese debate?

Yo me posiciono como el Papa. Con el papa a muerte. Sí, considero que tiene toda la razón. Que es necesario que donde se toman grandes decisiones, y sobretodo, donde las estructuras de la Iglesia lo permitan, que haya mujeres y hombres de todo tipo. Laicos y religiosos. Para que todos los puntos de vista confluyan. De ahí va a salir riqueza, y una decisión muchísimo más acertada. Sin duda.

Entendiendo esto, no como una cuestión de cuota, sino como una cuestión de corresponsabilidad veraz.

Claro. Es que en la Iglesia todos somos responsables de la evangelización. Lo que pasa es que cada uno tendrá que hacerlo según su condición.

¿Pero te da la sensación de que hoy, eso es realmente planteable?

Hoy es mucho más posible, que poco a poco las mujeres se vayan integrando en estructuras de la Iglesia donde antes no estaban, simplemente, por costumbre. Yo creo que sí.

Alguien ha hablado de darle carta de naturaleza a la mujer en la Iglesia. ¿Es exactamente así?

Se habla mucho de darle un estatuto. Yo creo que más que hacer un estatuto escrito, simplemente habría que darle cabida con naturalidad y poco a poco, en aquellas estructuras donde pueda prestar un servicio. Y donde realmente no haya ningún impedimento para que esté.

El otro día, Parolin hablaba, medio en serio, sobre la posibilidad. Que es real. Hay parcelas donde no entran ni los sacramentos, ni la dogmática: la Secretaría de Estado. Es un cargo en cierto modo político.

Si los estatutos de la Santa Sede no lo prohíben, que no lo sé, ¿Por qué no?

¿Hay mujeres preparadas en la Iglesia para afrontar esa responsabilidad en plano de igualdad?

Yo creo que sí. Hoy la mujer tiene adquirido un nivel intelectual semejante al hombre. Todas las mujeres que quieren, pueden estudiar. Al menos en el mundo que nosotros conocemos, la mujer tiene las mismas oportunidades que el hombre. Lo seguimos teniendo más difícil porque somos madres. Pero aún así, con más esfuerzo, tenemos las mismas.

Hablemos de la Universidad. ¿Cual es el futuro de la UPSA? ¿Cuales son tus planes de trabajo para los próximos años, tus sueños?

Sueños tenemos muchos. Y muchísimos proyectos. Pero lo que queremos ahora es consolidar algunas titulaciones que tenemos. Que crezcan. Y reformular otras. Porque estamos viendo que en el mercado de los estudios a distancia y semipresencial, hay un aumento de demanda. Vamos a intentar transformarnos, para llegar al mayor número de lugares posibles. Para llevar nuestro ideario, que es nuestro objetivo. Porque no tenemos ánimo de lucro, simplemente de hacer una función social. Y queremos adaptarnos a las necesidades de la sociedad. En esa transformación es donde ahora estamos empeñándonos. Aparte de consolidar y de crecer en calidad, buscar otros mercados que la sociedad demanda.

¿Hay futuro para los estudios puramente eclesiásticos, donde parece que hay menos demanda?

Sí. No necesariamente hay menos demanda. La experiencia que tengo es la de la Universidad y la de Derecho Canónico. Y hoy tenemos más alumnos que hace unos años. Bastantes más.

¿Y laicos, también comprometidos. O la mayoría siguen siendo sacerdotes y religiosos?

En los estudios eclesiásticos la mayoría siguen siendo sacerdotes o religiosos. Pero sí que va habiendo laicos. Hay muchos laicos comprometidos, que tienen mucho interés en aprender. O abogados que llevan causas de nulidad matrimonial, y que quieren estudiar más a fondo el Derecho Canónico.

Y más ahora que está habiendo una especie de revolución con el cambio de la normativa.

Claro, con el cambio de normativa, las diócesis están demandando más personas preparadas.

Qué te ha parecido el cambio de la normativa en nulidad?

Es pronto para valorarlo. Lleva poco tiempo, es del 8 de diciembre. Lo que veo, de momento, es que ha aumentado el número de solicitudes. Y, por tanto, los obispos necesitan mayor personal cualificado en las diócesis. El que tienen lo es, pero necesitan más. Una de las novedades del Motu propio del papa Francisco sobre la reforma del proceso matrimonial, es que cabe la posibilidad de que los laicos sean jueces. Los obispos van a tener la posibilidad de pedir a laicos, con preparación, que sean jueces. No es que estuviera prohibido antes, pero estaba supeditado a la autorización de la Conferencia Episcopal. Ahora ya no lo está. En España no había jueces laicos. Seguramente no se había tratado el asunto. Ahora, el obispo puede decidir si necesita incorporar laicos. Mujeres y hombres, claro.

Y hay ocasiones en las que puede decidir el obispo directamente. Seguro que más de uno necesita una especie de curso de reciclaje de autorización. Porque no es una tarea que hasta la fecha tenían los obispos como usual.

También los obispos pueden demandar ayuda, en los casos que, según la norma, ellos puedan decidir. Los casos más claros. No es una obligación, pero pueden hacerlo.

Decías antes que estabas a muerte con Francisco. ¿Qué te parecen estos tres años de pontificado?

Personalmente me han parecido de una riqueza para la Iglesia, impresionante. Gracias a Francisco la Iglesia ha ganado muchos amigos. Lo veo así. Antes, era más difícil dialogar con otras religiones, con otros pensamientos, religiosos o no. Francisco ha llegado a lugares insospechados.

¿Ese pensamiento, crees que ha llegado para quedarse?

Creo que sí. Pienso que no hay vuelta atrás en muchas cosas. Por ejemplo, en ese avance en la consideración de que la mujer puede aportar una gran riqueza. Creo que no hay vuelta atrás en esa apertura al diálogo que el Papa ha conseguido. Son signos de los los tiempos.

Podemos ser optimistas

Sí. El Papa es fantástico. Nos pone a todos en nuestro sitio. A veces es duro, pero tiene toda la razón. Somos tibios.

Hay quien le acusa de que solo es crítico con los sacerdotes.

¡No, no! Nos ha llamado de todo. Y a los laicos.

Hay que esforzarse en ser corresponsables.

Te hace pensar. Tiene toda la razón, y reparte que da gusto. Pero muy bien.

Miriam, muchísimas gracias en nombre de los lectores de Religión Digital y suerte con tu andadura. Esperamos volver a hablar contigo para que nos cuentes qué tal ha ido.

Desde luego. Muchísimas gracias.

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