“¿Las masacres en el mar? Olvidadas porque apelan a Europa”

“¿Las masacres en el mar? Olvidadas porque apelan a Europa”

Monseñor Giancarlo Perego, director general de la Fundación Migrantes de la Conferencia de Prensa de Italia, explica que el derecho al asilo se está convirtiendo en un derecho negado. Pero en 2016 el flujo de migrantes ha disminuido, aunque todavía faltan políticas de acogida. ¿Los muros? «Una solución injusta y equivocada»

FRANCESCO PELOSOROMA

Monseñor Giancarlo Perego, el último balance del naufragio de una patera llena de prófugos cerca de las costas egipcias habla de 178 muertos (irían 600 personas a bordo). Una masacre que pasó casi inadvertida. ¿Hemos llegado a esto, pues, a que prevalezca esa indiferencia de los medios y de la opinión pública denunciada por Papa Francisco?

Sí, desgraciadamente sobre los muertos del Mediterráneo, que se ha convertido en un cementerio, como ha dicho el Papa, está cayendo en el olvido, el olvido de una tragedia cuyas dimensiones solo están aumentando; de la tragedia del 3 de octubre de 2013 a la fecha más de 11.500 personas que murieron en el mar han sido encontradas. Y esta última masacre es una de las más graves, además de otras de 2013 y 2015. Tal vez la atención por semejantes episodios disminuye porque estos muertos representan otra provocación dirigida a la política para que encuentre canales legales que permitan la entrada de las personas que huyen de guerras, persecuciones, de desastres ambientales. Las víctimas son una fuerte provocación para Europa, que debe salir de la situación estancada en la que se encuentra en relación con la política migratoria y con las personas que piden asilo. Y entonces, esta especie de desmemoria, de descuido frente a estos muertos, debería hacer pensar que en la democracia el derecho de asilo se está convirtiendo en uno de los derechos negados a nivel práctico.

Pero, ¿los canales de acceso legales, que no están en manos de traficantes, no deberían contar con un amplio consenso político, justamente porque de esta manera se evitaría que el fenómeno migratorio siga fuera de control?

Claro, crear canales legales de acceso significa, en primer lugar, garantizar la seguridad de quien huye, tutelando también a las personas que a menudo sufren violencias durante el viaje. Al mismo tiempo, una decisión de este tipo contribuiría para contrarrestar eficazmente a los traficantes de seres humanos; entre ellos, efectivamente, también hay terroristas que obtienen grandes recursos de este tráfico. En este sentido, creo que la propuesta de utilizar, como ya prevé la legislación, corredores humanitarios, mediante un permiso humanitario hacia diferentes países europeos, pero también hacia otras partes del mundo, como está haciendo Canadá con 25 peticiones, creo que es una de las soluciones más importantes e inteligentes tanto en el nivel de la seguridad como en el de la vida de los migrantes. Tal vez Europa podría volver a comenzar de esta solución y podría utilizarla como una de las formas concretas para ocuparse solamente de las cuotas de reubicación, que hasta ahora han fracasado (los diferentes países de la Unión tenían que repartirse 160 mil migrantes, pero la decisión no llegó a buen puerto, ndr.).

Según los últimos datos de la Organización Mundial de las Migraciones, alrededor de 300 mil personas trataron de llegar a Europa desde que comenzó este 2016. ¿Qué significa este número?

Sí, unas 170 mil a Grecia y otras 130 mil a Italia. Estamos frente a una disminución evidente frente a los flujos del año pasado.

Sin embargo, la percepción de los europeos es la de un fenómeno inquietante; y algunas regiones del continente han visto crecer improvisamente su población…

 

Digamos que la percepción es alimentada por una información que no subraya que la realidad de los números es diferente. Si vemos los números, de hecho, tenemos, en los mejores casos de acogida: 17 migrantes por cada 1000 habitantes en Suecia; 10 personas cada mil en Austria; 5 cada mil en Alemania; menos de 3 por cada mil habitantes en Italia; y después incluso el 0,2 % por cada mil en otros países europeos. Desde este punto de vista, no podemos decir que la llegada de tres personas nuevas cada mil habitantes (si hubiera una acogida difundida) crea situaciones dramáticas. El problema es, justamente, que esta acogida difundida no existe.

Italia está comprometida en primera línea en el salvamento de vidas humanas, pero, en general, ¿cómo van las cosas en nuestro país?

En nuestro país hay un fuerte compromiso en el salvamento en mar y en la acogida en los puertos: en tres años han desembarcado 450 mil personas, que han sido acogidas. Pero si pasamos de una primera acogida en el puerto, después hay un total de 130 mil personas acogidas en las diferentes estructuras. Si todas las regiones italianas estuvieran comprometidas en un servicio a la persona refugiada, no sería un problema dramático, con los recursos que ha puesto a disposición la Unión Europea. El hecho es que esta acogida difundida no existe ni en nuestras regiones ni en todos los países europeos. Entonces, uno de los puntos importantes sobre el que hay que insistir en la colaboración entre las regiones italianas, el ministerio del Interior y el gobierno es justamente este: construir una red difundida que pueda servir para hoy para estos refugiados, pero que en un mañana podría seguir sirviendo, porque de cualquier manera, la situación en la otra orilla del Mediterráneo es dramática, y no se resolverá en un par de años.

Sin embargo, Europa se está llenando de muros y barreras…

Los dramáticos hechos terroristas que han sucedido, una información que exaspera algunos casos de incapacidad de gobernar y las situaciones en diferentes contextos europeos, han creado una fobia. Algunos países respondieron con un instrumento inútil y absolutamente ingenuo, como la construcción de un muro, sabiendo perfectamente que ningún muro nunca ha detenido a los migrantes. Ni serán estos muros los que los detengan. Entonces, me parecen respuestas equivocadas a un problema serio que debería exigir una mayor posibilidad de libre circulación en un contexto europeo no solo por razones económicas, como hemos hecho en estos años, favoreciendo la libre circulación de los trabajadores en todos estos países, sino favoreciendo también la circulación de personas que están huyendo de países en guerra y que tienen grandes comunidades de referencia en algunos países europeos.

¿Cómo están reaccionando las Iglesias europeas? ¿Resienten el clima que se respira en sus respectivos países?

Aquí, en Madrid, en donde estamos haciendo el encuentro de todas las oficinas para Migrantes de Europa (organizado por el CCEE, el Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, ndr.), me parece comprender que cada Conferencia Episcopal europea, con sus propios organismos (Migrantes, Caritas), está trabajando principalmente por una información correcta sobre el fenómeno, y también con experiencias nuevas de acogida. Bélgica se está abriendo a la acogida en las familias de cada parroquia; en Polonia los obispos propusieron el discurso de los corredores humanitarios; en Hungría, las comunidades cristianas están acogiendo a muchísimos de estos refugiados. No nos olvidemos de que en Hungría hay 10 migrantes por cada mil personas, es decir cuatro veces los que hay en Italia. Entonces, esta capacidad existe, con al dificultad que representan algunos gobiernos populistas o nacionalistas con los que la Iglesia a veces se debe confrontar e incluso enfrentar.

Comentá la nota