Mama Antula nos enseña a esperar sin desesperar

Mama Antula nos enseña a esperar sin desesperar

Mama Antula en su vida también tuvo que pasar por momentos de incertidumbre y de largas esperas que parecían nunca terminar

 

Como cada fin de semana, durante este tiempo de dificultades por el que atraviesa el mundo entero, como consecuencia de la propagación del coronavirus, Cintia Suárez, junto a Nunzia Locatelli, autoras del libro “Mama Antula, la mujer más rebelde de su tiempo”, continúa compartiendo con todos los lectores de Nuevo Diario anécdotas de la beata santiagueña en tiempos de penumbras, como también grandes historias de fe y devoción hacia las figuras más representativas del catolicismo.

La siguiente es la preparada de forma exclusiva para Nuevo Diario, para disfrutar de la lectura durante este domingo:

En estos días que convivimos con la pandemia, muchos proyectos laborales, personales, hechos cotidianos de la vida se ven suspendidos con fecha indefinida. Cuántos de nosotros hemos visto cancelar planes, otros han perdido su fuente de sustento, la angustia de mujeres que dan a luz en medio de la circulación del virus, la soledad de algunos abuelos que no pueden ver a sus nietos ni celebrar los cumpleaños. Otros tuvieron que cancelar una fecha soñada, como la del casamiento planeado hace años, también es un recuerdo el clásico partido de los sábados, y los tragos entre amigos. Y quién sabe cuántas otras ilusiones se esfumaron.

Esta pandemia nos une, nos detiene a todos en el tiempo con sueños suspendidos. En nuestro caso tuvimos que posponer un evento para nosotras muy importante: la presentación de nuestro libro. En particular este día era muy soñado ya que llevaba a Mama Antula a Roma, la ciudad a la que ella tanto anhelaba ir en vida. El jueves pasado, a las 16.30 de Italia, en la Sala Marconi del Vaticano se iba a presentar la edición en italiano: “Mama Antula la fede di una donna indomita”, de la editorial oficial del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana. Esta obra lleva el prólogo del gobernador Gerardo Zamora. Como todos los eventos en el mundo, quedó a la espera de una reprogramación. Quizás la presentación coincida con la fecha de canonización de nuestra beata, que esperamos sea muy pronto.

Mama Antula en su vida también tuvo que pasar por momentos de incertidumbre y de largas esperas que parecían nunca terminar. Compartimos estas anécdotas cuyo mensaje parece muy actual en la circunstancia que estamos transitando:

Mama Antula había enfrentado el viaje más largo de toda su vida y llegó a Buenos Aires, la capital del virreinato. Después de haber descansado tres días en la casa de sus primas santiagueñas, las señoras Castellón, al cuarto día, muy decidida, se presentó ante el obispo Malvar y Pinto. Su idea era volver a dar los ejercicios espirituales a pesar de la prohibición y por eso fue a solicitar los permisos correspondientes.

La impresión que María Antonia causó en el obispo no fue buena. Su aspecto general, la capa negra, el báculo y los pies descalzos le generaron rechazos al religioso. Él la escuchó, pero enseguida la despidió sin concederle el permiso. A pesar de que había recibido una desaprobación y sus proyectos no podrían por el momento llevarse a cabo, su ánimo se mantuvo alto. No era propio de su temperamento desalentarse ante el primer escollo y mucho menos dejar a un lado sus buenas intenciones, por más dificultades que pudieran surgir. Ante la negativa no quedó de brazos cruzados, sino que buscó nuevas estrategias para poder concretar su proyecto.

Tiempo después llegó a la ciudad el obispo de Córdoba e inesperadamente actuó como mediador y favoreció a Mama Antula ante el obispo Malvar y Pinto. Ella no solo obtuvo el permiso que tanto había esperado durante nueve largos meses, sino que esa espera sembró frutos que pudo cosechar años más tarde.

Ese fue el principio de la travesía de Mama Antula en Buenos Aires, pero no fue la única que ella afrontó. Mama Antula tenía un nuevo desafío, conseguir el permiso legal para poner en funcionamiento una casa de ejercicios alquilada. La beata se presentó en el palacio del virrey Vértiz, quien aceptó recibirla. El funcionario de la Corona española, al ver en la sala a esa mujer harapienta, se mostró incrédulo, la despidió y la sacó en compañía de un guardia.

Cuando salió del palacio, contaron unos soldados que Mama Antula les advirtió que a la tarde habría una furiosa tempestad y oirían el toque de una campana. Ella aconsejó que se retiraran del lugar cuando hubiesen advertido esas señales. Unos creyeron, otros no. A la hora indicada por la Madre Antula, el cielo se nubló, se desencadenó la tempestad, un rayo cayó en el polvorín, generando una explosión que se escuchó en toda la ciudad. Antes de suceder todo esto, sonó una campana y los que creyeron en el aviso de la Madre Antula se salvaron, los demás murieron. Al día siguiente los guardias que sobrevivieron le avisaron al virrey lo que dijo Mama Antula, entonces la hizo llamar y le dio la licencia para dar los ejercicios.

Esta mujer santiagueña, sola, y considerada en aquella época como vieja, supo esperar con paciencia y gran perseverancia que las circunstancias cambiaran para poder ejecutar sus proyectos. Sus historias dejan como mensaje la importancia de saber esperar sin desesperar, sin renunciar a los proyectos. Los planes de Mama Antula no se dieron en los tiempos que ella había pensado, pero dieron sus frutos más adelante.

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