Ados días del seminario del Vaticano que criticó la arquitectura financiera internacional, la titular del FMI, Kristalina Georgieva, anunció que el primer subdirector gerente, David Lipton, dejará su cargo.

La regla de oro de la institución financiera desde 1949 es que ese puesto es reservado para un nominado por el Tesoro de Estados Unidos. Esta costumbre suele ser una de las críticas respecto a la influencia que ejerce Washington sobre el FMI.

Por un lado, tiene poder de veto y la mayor cantidad de votos. Por el otro, siempre ubica al primer subdirector gerente, quien es un ex funcionario, y le deja la dirección gerente del instituto a un europeo. El acuerdo implícito cierra con el puesto de la dirección del Banco Mundial , que suele quedar reservado para un ex funcionario de Estados Unidos: actualmente David Malpass.

Justamente, este es un punto que los críticos de la arquitectura financiera internacional suelen hacer. El miércoles, desde el Papa Francisco, el ministro de Economía, Martín Guzmán, hasta el economista Joseph Stiglitz pidieron una reforma de este sistema que consideran injusto. Todo esto lo escuchó en persona Kristalina Georgieva. Uno de los reclamos suele ser que en los puestos de dirección del FMI haya referentes de países en vías de desarrollo y más vulnerables a los problemas financieros internacionales.

Esta arquitectura comenzó a ser discutida con fuerza hace poco más de una década. Tal como explican Niti Bhasin y Surbhi Gupta en el paper "Reformas en el FMI", la discusión comenzó en 2006, durante la cumbre del organismo en Singapur.

Allí, varias economías emergentes, como China y Corea del Sur, reclamaron una distribución de la cuota y el poder de voto de una manera más balanceada. El principal pedido es que sus cuotas eran mucho más pequeñas que su peso económico. En 2008 hubo una reforma que mejoró la representación de las economías emergentes. 

Sin embargo, varios países siguieron subrepresentados. La última revisión fue en 2010 y se hizo efectiva en 2016. En esta reforma hubo una nivelación desde el 6% de las cuotas de Estados Unidos y la Unión Europea, principalmente, hacia miembros como India, China, Brasil y Rusia.

No sólo Georgieva anunció la renuncia de Lipton. También comunicó que dejará su cargo una de las tres subdirectoras gerentes, Carla Grasso. Antes de entrar en el FMI en 2015, la doble ciudadana italiana y brasileña había sido vicepresidente de Recursos Humanos y Servicios Corporativos de una de las mineras más grandes del mundo: Vale.

 Los comunicados oficiales del FMI sólo reseñan la biografía de ambos funcionarios. Pero sin detalles de cómo será el proceso de selección de sus sucesores, que deberán tener el aval de la directora gerente, Georgieva. Los comunicados dicen que la búsqueda de sus reemplazantes “empezará en breve”.

Para la Argentina, que atraviesa un proceso de renegociación con el FMI, así como con otros acreedores, la posición del primer subdirector gerente suele ser clave. En general, porque tiene línea directa con el accionista más importante del Fondo, Estados Unidos. Hasta ahora la regla se respeta, aunque dos días atrás, el Papa Francisco, entre otros, pidieron una gobernanza de las instituciones financieras más simétrica.