El kirchnerismo busca que Alberto Fernández asuma en soledad los costos de la gestión y la respuesta del Presidente sigue atada a la interna

El llamado a la “unidad” domina los mensajes presidenciales. Y eso, limitado al discurso, mantiene el foco en el conflicto doméstico, sin solución a la vista. La Cámpora y CFK tuitearon un video que busca mostrar a Néstor Kirchner como contracara del momento actual

El Gobierno acaba de renovar su línea comunicacional. No impacta por lo original. Deja atrás el deshilachado y hasta contraproducente eslogan de la “reconstrucción” nacional después de transitar más de medio período de gestión. La nueva consigna –”Primero la gente”- repite la intención de respuesta al imaginario de una maquinada operación de desánimo. Una operación externa, se supone. Pero el estreno, a cargo de Alberto Fernández, estuvo dedicado al frente interno: “No quiero que piensen como yo; que cada uno piense como piense, pero primero la gente”.

La frase fue parte destacada de las declaraciones presidenciales con llamados a la “unidad”, en medio de las actividades formales e informales por el 25 de Mayo. Fue una celebración atípica para la tradición kirchnerista: sin grandes actos ni convocatorias en la calle. Apenas un puñado de militantes para darle algún toque a la caminata de Alberto Fernández y funcionarios hacia la Catedral Metropolitana, para participar del tedeum.

Fue ese finalmente un momento distendido. Y llamativo. El mensaje del arzobispo Mario Poli pareció corresponder a esa presencia oficial, puesta en duda hasta un par de días antes en el marco de un delicado entramado de versiones. Algunas nacieron de especulaciones con base sólida: el enfriamiento del vínculo de Olivos con el papa Francisco, con el agregado de malestar en el arzobispado porteño por una auditoría sobre transacciones inmobiliarias. No parecía el mejor momento para agregar tensiones.

El Gobierno vivió con alivio ese momento porque, a pesar de supuestos contactos reservados, existía inquietud por la posibilidad de críticas fuertes sobre la crisis y sus consecuencias sociales. Superada la ceremonia, el foco se corrió definitivamente hacia los pasos del Presidente y la interna, que el kirchnerismo limitó esta vez a un par de tuits. Aún así, Alberto Fernández se enredó en esos terrenos.

Esa batalla se devoró antes que nada la intención de combinar la celebración del 25 de Mayo y la primera entrega de la “nueva” comunicación oficial. Como siempre, las campañas de este tipo nacen con una pretensión de máxima, que es modificar el humor social, y otra de mínima, que se reduce a confrontar los cuestionamientos opositores. Esta vez, al margen de la falla de base sobre la idea de imponer “agenda” pública, quedó en claro el objetivo interno.

Alberto Fernández repitió su discurso en distintos ámbitos. Y el llamado a la unidad interna fue también el punto destacado del locro compartido con el Movimiento Evita, junto a sus funcionarios más próximos. El Presidente buscó mostrarse distendido. En esa línea y sin medir efectos más amplios trascendió un video que lo expone interpretando un tema de Litto Nebbia. No sería la respuesta esperada por dirigentes que le reclaman un juego político más firme para contener la disputa doméstica y afirmar el poder.

La traducción del término “unidad” también se convirtió en un problema, en primer lugar porque no existe liderazgo unificado en el Frente de Todos.

Alberto Fernández se niega a la conformación de una especie de mesa de conducción con los principales socios de la coalición -él mismo, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, en primera fila-, algo que propone el kirchnerismo con la supuesta intención de rediscutir las políticas del Gobierno y que algunos funcionarios ven como alternativa para contener el conflicto. Es algo que observan también jefes sindicales y gobernadores. Una movida en el límite, que Olivos rechaza por su sentido desgastante del poder presidencial.

El medido perfil que mantuvo ayer el kirchnerismo es en sí mismo un dato del juego que tuvo su expresión más notoria en la renuncia de Roberto Feletti a la secretaría de Comercio Interior. No se muestran preocupados por la interpretación sobre el supuesto “empoderamiento” -término trillado en el Gobierno- del ministro de Economía, sino que apuestan a que los costos por la situación económica sean exclusiva responsabilidad de Martín Guzmán. Dicho de otra forma: que los asuma el Presidente en soledad.

A diferencia del discurso de Olivos, CFK y el kirchernismo en general tienen una visión pesimista sobre el horizonte económico. No se trata sólo de la inflación, sino además de los síntomas de desaceleración de algunos rubros de la producción y de indicios de freno del consumo. Mal presupuesto para el 2023.

En este 25 de Mayo, los únicos gestos ácidos hacia el Presidente fueron expresados en Twitter. CFK lo celebró y saludó “aun en momentos tan difíciles para nuestro pueblo”. La Cámpora subió un video que recuerda a Néstor Kirchner, con repaso de discurso e imágenes de su llega al Gobierno. No hay contacto con el entonces recién designado jefe de gabinete y actual Presidente.

“Siempre de pie, siempre luchando, siempre peleando por la Patria”, dice el texto de La Cámpora, luego compartido por CFK. Se trata de una parte del mensaje más global que busca establecer una diferenciación con el Presidente en temas tales como el acuerdo con el FMI. Eso, de manera expresa. Pero en realidad, está jugado para dejar a Alberto Fernández también sin margen para reivindicar personalmente a Néstor Kirchner.

Es, seguramente, la exposición más nítida del movimiento de desgaste. El Presidente responde girando su discurso a la interna. No asoma una mirada de construcción política más allá de esa línea. Una muestra de ensimismamiento riesgoso, que no resuelve el conflicto. Lo reproduce en continuado.

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