El 6x6 de Kicillof, bien de abajo: 45 escuelas sin gas solo en La Plata

El 6x6 de Kicillof, bien de abajo: 45 escuelas sin gas solo en La Plata

Sin obra pública no hay paraíso, repiten en calle 6. Los problemas para prender estufas a mitad del año 1 de la “reconstrucción”. Malditas máquinas de impedir.

Acaso por deformación profesional, el marketing de la campaña para la reelección del economista gobernador de Buenos Aires está estructurado a partir de una operación matemática: 6 x 6. Traducción: si el año que viene el pueblo bonaerense lo bendice con un waiver para seguir hasta 2027, Axel Kicillof promete seis años -empezando por el corriente- de “reconstrucción” y “renacimiento” para “recuperar” los seis anteriores perdidos, contando los cuatro de la gestión Cambiemos y sus dos primeros en el poder, signados por la emergencia sanitaria. El que avisa no traiciona: la administración peronista va llegando a la mitad del primer año del “renacimiento” y la “reconstrucción” con clases suspendidas porque hace mucho frío. Traducción: en la provincia, en el curso del año 22 del siglo 21, quedan escuelas que no tienen gas o padecen algún problema de infraestructura que no permite calefaccionar los edificios.

Los problemas se dan, por ejemplo, en 45 establecimientos de la mismísima capital bonaerense, según un relevamiento realizado por el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), un gremio que no esconde su sintonía fina con la gestión provincial y con Kicillof en particular. El trabajo señala déficits en los principales distritos del Gran Buenos Aires.

“El plan #6x6 es la verdadera deuda de la Provincia con los bonaerenses. Hoy nos comprometemos a que la Provincia de Buenos Aires tenga 6 años de recuperación y desarrollo y serán años con un gobierno trabajando por una vida más digna, justa y feliz”, dijo Kicillof -lo reprodujo en Twitter su equipo de comunicación- el 2 de marzo, ante la Asamblea Legislativa, en el lanzamiento institucional de su proyecto reeleccionista. Exactamente tres meses después de aquella arenga, a las 8.57 de la mañana del 2 de junio, mientras se escribía esta línea de este párrafo, había escuelas -de La Matanza, por ejemplo- que no habían abierto sus puertas porque hacía mucho frío (-2 grados en áreas suburbanas del conurbano). Lo harían a las 10, cuando el sol empezara a hacer algo del trabajo que no puede hacer la técnica.

En estas horas, el ministro de Educación de la provincia, Alberto Sileoni, ha dicho que no todo ha sido pérdida de tiempo en los dos años y medio que lleva el Frente de Todos al mando del gobierno provincial. Ha destacado, primero que nada, que en la provincia funcionan 11 mil establecimientos escolares, como para -se supone- tener una idea de las pocas que resultan ser las que tienen problemas. Ha asegurado, además, que la administración kicillofista ha realizado 15 mil obras de gas y que, “en la mayoría” de las escuelas donde hay inconvenientes con ese servicio, “hay obras”. 

Además, el funcionario ha sido brutalmente honesto al señalar dos “problemas” que impiden climatizar las escuelas donde las obras están terminadas: 

 

1) Las empresas proveedoras del servicio deben pasar a dar el alta.

 

2) Las estufas deben ser prendidas por un gasista matriculado.

 

Como fuere, a 19 días del inicio formal del invierno del año 22 del siglo 21, hay escuelas en la provincia que no tienen gas o tienen pero no anda o anda pero no puede ser usado.

 

¿Es o no es?

En los tres meses que siguieron a aquel discurso epopéyico del 2 de marzo, el entorno del gobernador Kicillof ha repetido, como un mantra, la reversión del clásico clintonista: “Es la obra pública”. O sea, sin gestión convertida en obras, no hay paraíso para el oficialismo bonaerense más allá del 10 de diciembre de 2023.

El año pasado, después del baño de realidad que las urnas le dieron al oficialismo, la crisis que estremeció al gabinete del presidente Alberto Fernández se llevó todos los flashes y dejó en un honroso segundísimo plano al sismo que reconfiguró el equipo de gobierno bonaerense. Desde el sur, la vicepresidenta Cristina Fernández y el subcomandante Máximo Kirchner ordenaron una serie de cambios en el elenco que había armado el gobernador. Uno de los fusibles que saltó fue el entonces ministro de Infraestructura, Agustín Simone, que sería reemplazado por el intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini.

Los números, aquella vez, condenaron al gobernador economista. Como informó Letra P en una nota publicada el 31 de diciembre, en 2021, el gobierno de la provincia de Buenos Aires gastó menos de la mitad de los fondos proyectados para hacer obra pública en los municipios: 85 mil millones de pesos de 174 mil millones.

Nardini, que tomó su cargo para sacudir esa modorra, abrió el paraguas no bien asumió. “Venimos a agilizar los plazos de las obras, pero, con la dinámica de la Provincia, es muy complicado, más allá de la buena voluntad. El sistema parece una máquina de impedir”, advirtió. El que avisa no traiciona.

De todos modos, como viene contando este portal, el mantra en La Plata es el mismo: es la obra pública. El gobernador “sabe que lo que volverá a depositarlo como una opción cierta en la carrera por la gobernación es una buena gestión”, repiten en su entorno. Por ahora, frío, frío.

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