Karlijn Demasure: "Durante años, los obispos subestimaron el problema de la pederastia"

"Ser cristiano significa ocuparse de las víctimas de abusos sexuales"

Pocos problemas han hecho tanto daño a la Iglesia católica como los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes y religiosos. De esta espinosa cuestión lleva 20 años ocupándose la profesora belga Karlijn Demasure, adquiriendo una experiencia que le ha llevado a ser nombrada directora del Centro de Protección de Menores (CPM), un organismo impulsado por el Vaticano para luchar contra los abusos a menores, dependiente de la Pontificia Universidad Gregoriana.

Entre otros proyectos, este centro ha lanzado un curso por Internet para que los eclesiásticos aprendan a establecer protocolos que eviten la pederastia y sepan cómo responder cuando se produce un caso. Aproximadamente mil curas, religiosos y laicos ya han completado el curso.

PREGUNTA.- Usted empezó a investigar sobre los abusos sexuales a menores hace 20 años, cuando la concienciación social frente a este problema era mucho menor y se tendía a ocultarlo. ¿Por qué decidió dedicarse a este campo?

RESPUESTA.- Yo enseñaba en un centro de educación secundaria para chicas en Flandes y supimos que una de las muchachas había sido abusada por su padre. Los profesores no sabíamos qué hacer, ni siquiera la psicóloga. Después de que surgiera este caso, otras chicas también contaron experiencias similares. Todos los abusos habían sido cometidos en las familias. Entonces pensé en dedicar mi doctorado a este tema para ver cómo ayudar a las víctimas.

P.- ¿Cuándo empezó a dedicarse a los abusos cometidos dentro de la Iglesia?

R.- Cuando mis hijos fueron mayores volví a estudiar. Hice el doctorado en Lovaina. Entonces me topé con los escándalos de abusos que habían surgido en Estados Unidos, Canadá e Irlanda. Empecé a estudiarlos también, aunque no era el tema central de mi tesis. Estudié cómo la Iglesia debía reaccionar con la gente que había sufrido abusos. Un par de años después de hacer mi tesis escribí un libro en el que también hablaba de los abusos de los sacerdotes.

P.- ¿Hubo alguna reacción por parte de la Iglesia?

R.- Durante el doctorado me entrevistaron en una revista católica flamenca en la que hablé de lo que suponían los abusos. En cuanto se publicó, me llamó el obispo de Gante. Me dijo que quería invitarme a que me reuniera con él porque estaba en la misma línea respecto a los abusos. Luego hasta fue a la defensa de mi tesis.

P.- ¿Cómo se consiguió cambiar la atmósfera para pasar de la ocultación de estos casos a la denuncia?

R.- No todo el mundo estaba de acuerdo. El cambio llegó por distintos motivos. El primero es porque evolucionó la posición del niño. Antes no era algo importante. La familia no estaba tan centrada como ahora en los niños, que habitualmente tenían que trabajar. El feminismo contribuyó a este cambio. Una vez que consiguieron sus derechos, las mujeres fueron a por los de sus hijos. Se impuso el concepto de paternidad responsable, de que si tienes hijos, debes ser capaz de educarles y alimentarles. La situación de los niños ahora ha cambiado, al menos en Occidente. Otro motivo es que el Concilio Vaticano II cambió la posición de los laicos. Antes era muy difícil decir que un sacerdote había cometido un abuso, porque la gente no te creía. En núcleos rurales los sacerdotes fueron durante mucho tiempo los únicos que estudiaron. Con la democratización de la educación, los laicos tuvieron más oportunidad de expresar sus propias opiniones al hablar de estas cosas.

P.- ¿El cambio en la jerarquía eclesiástica se produjo como consecuencia de esta nueva tendencia?

R.- Durante años algunos obispos trataban de esconder los abusos de sus sacerdotes. Lo tomaban solo como un pecado: si los abusadores confesaban y mostraban arrepentimiento, lo dejaban pasar. Subestimaron el problema. No veían que algunos sacerdotes eran enfermos mentales que abusaban de niños una y otra vez. Al final el problema llegó a Roma. Los primeros casos provenían de Estados Unidos. Juan Pablo II pensaba que el problema estaba relacionado con la ética demasiado liberal de Estados Unidos. Más tarde se verá que existe también en Europa: Irlanda, Alemania, Austria, Bélgica, Países Bajos... Entonces se dirá que es un problema de Occidente. Pero los reportes de la Congregación para la Doctrina de la Fe muestran que los casos se dan por todo el mundo. Poco a poco cada uno se ha dado cuenta de que los abusos estaban mucho más extendidos de lo que parecía al principio.

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