Más de 600 jóvenes en la jornada diocesana en Villa de Soto

Más de 600 jóvenes en la jornada diocesana en Villa de Soto

Más de 600 jóvenes entre 14 y 25 años de diferentes puntos de la diócesis de Cruz del Eje participaron del 4 al 6 de octubre de la II Jornada Diocesana de Jóvenes (JDJ) en la localidad cordobesa de Villa de Soto. 

El obispo local, monseñor Ricardo Araya, los animó a escuchar el llamado vocacional con el ejemplo de dos beatos argentinos: Ceferino Namuncurá y Carlos de Dios Murias.

La Pastoral diocesana de Juventud, cuyos asesores son los presbíteros Maximiliano Martínez y Alex Martínez, definió estas tres jornadas como una “fiesta juvenil”, en la que los peregrinos celebraron con gozo su fe.

Haciéndose eco de la Jornada Mundial de la Juventud 2019, el encuentro se pensó con el mismo lema: “Hágase en mi”, a fin de que –explicaron- los jóvenes de la diócesis “reflexionen, por intercesión de María, sobre el plan de Dios en sus propias vidas”.

Las jornadas también contaron con la ayuda de la Pastoral de Familias y Matrimonios y con el trabajo y servicio de la comunidad de Villa de Soto que junto al párroco, presbítero Pedro López, trabajaron para que a los jóvenes no les falte nada.

En la noche del viernes 4 se llevó a cabo la apertura de la JDJ en el atrio del santuario San Roque. Los jóvenes, reunidos por grupos parroquiales, compartieron la cena preparada por servidores de la comunidad parroquial local.

Luego los miembros de la Pastoral Juvenil presentaron el logo, el lema y la canción del encuentro. Hubo expresiones artísticas de jóvenes locales que dieron la bienvenida a los presentes. También se realizó una procesión por la plaza San Roque al son de la canción “Hágase en Mi” creada por el presbítero Alex Martínez.

El segundo día de la jornada comenzó bien temprano. Los jóvenes, luego del desayuno en los colegios, se congregaron en el santuario y partieron peregrinando hacia el Club Matienzo que los recibió para la animación, cantos, juegos, bailes y talleres de formación.

Los talleres se organizaron bajo el siguiente formato: Un primer momento de la mañana fue destinado a dos referentes de la Pastoral Regional Centro de la Juventud, Walter Garigliotti y Laura Sobejano, quienes ambientaron a los jóvenes a reflexionar sobre el lema del encuentro.

Otro momento fue preparado por el profesor Germán Gómez, quien disertó sobre la exhortación apostólica postsinodal “Cristo Vive”. Y un tercer taller formativo fue el que dieron los referentes de la pastoral juvenil diocesana Marcos Ligorria, Micaela Maldonado, Florencia Pereyra y Florencia Altamirano sobre la preparación para la misión de la tarde.

El momento más importante de la jornada se vivió en la tarde del sábado. Los 600 chicos salieron a misionar por las calles de la ciudad de Villa de Soto guiados por coordinadores de la pastoral juvenil diocesana. Los lugares de misión fueron los barrios de la ciudad: Brochero, San Francisco, San Nicolás, Capilla del Valle y Divina Misericordia.

Luego de la misión, los jóvenes regresaron al Club Matienzo donde se los recibió con entrevistas en las que comentaron la experiencia vivida. Luego de los ecos de la misión, se celebró la adoración eucarística en estadio ambientado para el momento espiritual. La celebración litúrgica fue guiada por los seminaristas diocesanos y la banda musical “Toco para Dios”.

El culmen de la jornada se produjo cuando los jóvenes entregaron al Señor lo vivido y muchos se acercaron al sacramento de la Reconciliación en un sector apartado del club.

Finalizada la adoración, los jóvenes cenaron en el lugar, e inmediatamente comenzó la animación y espacio cultural con bailes y cantos folclóricos, salsa y cantantes lugareños como antesala de la gran presentación de la banda de cumbia católica “Toco para Dios”, que cerró el segundo día.

En el último día de la JDJ 2019 se llevó a cabo la asamblea de los jóvenes con el obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya, en el salón de actos del colegio IPET 254.

El prelado explicó a los participantes el modo de “caminar junto con todos los jóvenes, de todos los colores y de todos los pañuelos”. En ese sentido, motivó a que se organice una gran peregrinación a Cura Brochero, que se haga cada año y que sea específicamente juvenil a fin de que el santo cura “interceda por ellos y por los alejados”.

Luego se realizó un taller guiado por el presbítero Alex Martínez sobre la base de dos preguntas: ¿Qué le piden a la Iglesia? y ¿qué le ofrecen a la Iglesia? Los jóvenes, reunidos en 24 grupos mezclados, respondieron las preguntas y posteriormente se realizó el plenario.

Al mediodía, los presentes partieron hacia el santuario San Roque para celebrar la misa de cierre, en procesión con la Virgen María y el Santo Cura Brochero. La eucaristía fue presidida por monseñor Araya, quien les predicó sobre el Evangelio del domingo.

“Chicos y chicas es bueno confiar en Dios. ¡Es profundamente bueno confiar en Dios! Hemos heredado la fe en una bendita tierra al oeste y al norte de Córdoba, esa fe heredada debe ir haciéndose fe personal, fe interiorizada, fe apropiada, de modo que podamos ser mañana los hombres y las mujeres de fe que Dios ha soñado”, recordó.

Asimismo, aprovechó la oportunidad para incentivar vocacionalmente a los jóvenes con el ejemplo de dos beatos argentinos: Ceferino Namuncurá y Carlos de Dios Murias.

“Ceferino se había ido de Río Negro a Roma con el deseo de prepararse para ser útil a su gente. Le había dicho a los padres salesianos: ‘quiero ser sacerdote porque quiero ser útil a mi gente’ ¿No sentimos nosotros en el corazón, también la necesidad de prepararnos para ser útiles a nuestra gente?”, enfatizó sobre el beato Namuncurá.

En tanto que sobre el beato Murias, indicó: “Carlos de Dios decía: "Yo quiero ayudar a mi gente y siento que desde aquí lo puedo hacer, sentía que desde la vida franciscana era donde podía ayudar a la gente”.

“Todos nosotros estamos llamados al servicio, la pregunta es ¿dónde podré servir mejor?”, concluyó.

La jornada diocesana de jóvenes finalizó con el almuerzo en la plaza San Roque y la posterior despedida a sus casas y parroquias. El antecedente de esta jornada fue su primera edición, realizada en 2014 en Villa Dolores y Villa Sarmiento.

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