Los interventores

Los interventores

Desplazaron a Peña y Durán Barba del mando de la campaña y empujaron a Macri a dar marcha atrás con la virulencia y pedir disculpas. En contacto con la tropa, son los mariscales del "a todo o nada".

 

Enojos, críticas, rispidices, pases de facturas, desmotivación y angustia. Las últimas horas para el gobierno de Mauricio Macri estuvieron cargadas de un cúmulo de sensaciones negativas como jamás experimentaron ni su administración ni el PRO, el partido que fundó y lo convirtió en una máquina de ganar elecciones pero que, tras la paliza electoral de las PASO, entró en estado de ebullición. La magnitud de la derrota ante Alberto Fernández descolocó al Presidente, que horas antes había sido informado de un escenario de “paridad” y hasta de una probable victoria en las urnas. Furioso, tras ver el impacto del resultado electoral en los mercados, llamó a una conferencia de prensa y habló sin filtro. Por la noche del lunes, una cena en la Quinta Presidencial de Olivos recrudeció la tensión puertas adentro del Gobierno y engrosó aún más la grieta entre el jefe de Gabinete y de campaña, Marcos Peña, y el tándem María Eugenia Vidal Horacio Rodríguez Larreta, que tomó el control del proceso y se hizo cargo de la estructura para esquivar la malaria.

Esa tensión entre los tres dirigentes más poderosos del PRO no es nueva. Tuvo capítulos clave en 2018 con el prólogo de la crisis económica y la falta de reacción de la Casa Rosada, que hoy se presenta como el argumento basal de la derrota y el “castigo” de la clase media hacia Juntos por el Cambio. También, con la discusión en torno al desdoblamiento de las elecciones, pulverizada por Macri y Peña. Sin embargo, el pico máximo ocurrió el domingo de las PASO, cuando en el búnker de Costa Salguero se habló de “masacre” y de “pesadilla” para explicar los 17 puntos de diferencia entre Axel Kicillof y Vidal en Buenos Aires y de más de 15 entre Macri y Fernández.

 

Parecía otra entrega del eterno debate entre el tridente PRO, pero con el peso de la derrota la balanza se inclina definitivamente para la dupla Larreta-Vidal y un desplazamiento natural de Peña. El alejamiento momentáneo de Jaime Durán Barba también es parte de esta novela, que promete una postergada reivindicación de la política, como pretendía Emilio Monzó, o, cuanto menos, un cambio de tono en la manera de hacer campaña del oficialismo.

LA GUERRA INTERNA. Este sector del Gobierno ya hablaba a fines de 2018 de buscar una “alternativa” a la polarización y anotaba en una libreta los reclamosde la clase media, que se hacía escuchar en los timbreos. Estos dirigentes fueron los primeros en salir a enrostrarle a Peña su teoría del voto vergonzante que, según los cálculos del oficialismo, beneficiaba a la boleta de Juntos por el Cambio. Sucedió al revés: parte de los argentinos en realidad no se animaba a confesar que votaría al kirchnerismo, una espiral de silencio que el macrismo ayudó a cimentar y que se le volvió en contra, principalmente en los centros urbanos que el Gobierno quería volver a pintar de amarillo, como en 2015 y 2017.

La intervención de Larreta y Vidal no implica un corrimiento de Peña de la campaña, pero obliga a un grado de apertura que hubiese sido imposible sin la paliza de las PASO. El jefe de Gabinete seguirá firme a Macri, aunque el alcalde y la gobernadora ponen primera para evitar que el PRO se duerma y aceleran la sucesión, en caso de que el Presidente no consiga la reelección.

 El gabinete está dividido: hay quienes alientan la idea de una remontada histórica y quienes no ven una victoria en el horizonte. No obstante, todos coinciden en levantar la cabeza y mejorar la performance. ¿Cómo? “Si se gana, se gana con política”, sostienen en el Gobierno. Celebra el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que también fue parte del grupo reducido de ministros que se animó a reclamarle a Macri que pidiera "perdón" por acusar al kirchnerismo y sus votantes de la disparada del dólar y la suba del Riesgo País. 

“Haremos la mejor campaña posible. Si se pierde, esperamos haber descontado para tener más legisladores”, aventuran en el PRO. No es casual que en la reunión de gabinete ampliado de este jueves, Larreta diera el puntapié para la campaña: “Vamos al barro, vamos a la pelea”.

PARADA BRAVA. La gobernadora tiene la parada más compleja. Se lanza a la epopeya de vencer a un candidato que le sacó un millón y medio de votos de ventaja y que la dejó al borde del abismo político. La abrumadora diferencia en la provincia de Buenos Aires fue un golpe que nadie imaginó en la gobernación bonaerense y que impactó de lleno en la tropa militante: la figura más taquillera del Gobierno, la que podía incluso reemplazar a Macri bajo el no nato Plan V, corre riesgo de perder su provincia en manos del kirchnerismo. Tras horas de introspección, Vidal llamó personalmente a una veintena de candidatos a intendente para transmitir ánimo. Hubo conversaciones, mensajes y hasta audios de Whatsapp para motivar al equipo bonaerense del PRO, con el que también contribuyó Rodríguez Larreta, el único que pudo festejar el fatídico domingo. 

A sabiendas de una pelea difícil, Vidal intentará despegarse de Macri en el territorio bonaerense y trabajará para achicar la diferencia con el objetivo de sumar legisladores nacionales y robustecer un armado opositor que hoy no está garantizado.

El jefe de Gobierno vive otro panorama porque ganó las PASO en la Ciudad y, a pesar de compartir boleta con Macri, no sufrió el arrastre negativo que sí azotó a Vidal. Superó por más de 15 puntos al candidato del Frente de Todos, Matías Lammens, e inclusó mejor su propia marca: consiguió más votos que en las elecciones de 2015.

Sin embargo, en el Gobierno porteño también hay una lectura profunda de los resultados del domingo porque, en un bastión antiperonista como la Capital, la boleta de Fernández le ganó a la de Macri en tres comunas y el peronismo rompió su techo histórico. Incluso Larreta perdió con Lammens en los barrios más pobres del distrito. “No la vimos”, reconoció ante su equipo y adelantó que se recluirá en la Ciudad y municipalizará el doble su campaña de cara a octubre.

 La intervención de Larreta y Vidal sobre la marcha gubernamental y los pasos a seguir se explican, también, por una necesidad de supervivencia política. No se discute únicamente cómo llegar a la elección, sino cómo continuar si el Gobierno pierde a manos del peronismo. Por eso, ambos gobernantes PRO presionaron a Macri para que haga una autocrítica y lance una batería de medidas para morigerar el impacto de la crisis económica.

Está en juego el futuro del PRO como espacio político opositor. Si renueva las credenciales porteñas, Rodríguez Larreta tiene un camino directo hacia la conducción de ese reagrupamiento. Lo saben ministros y candidatos, como también Monzó, que hace meses se acercó al "equipo de Horacio". 

Por otra parte, la UCR juega su partido y se encierra en sus terruños. Ni el mendocino Alfredo Cornejo ni el jujeño Gerardo Morales están dispuestos a ajustarse al libreto de campaña que se dicte desde Balcarce 50. Lo mismo harán los candidatos a legisladores de las provincias, que manejarán la campaña a su antojo y ajustada al territorio por el que compiten.

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