¿En el interserraneo estará el ganeo? ¿Mandilinato?

¿En el interserraneo estará el ganeo? ¿Mandilinato?

Por José Jaime Ruiz.

La “electromovilidad” que pretende el gobernador electo, Samuel Alejandro García Sepúlveda, no electrocutará a Hernán Villarreal quien, en un primer movimiento, tenía como destino la Secretaría General de Gobierno, la secretaría política. Tal vez su destino sea mejor si se encarga no solo de la movilidad, sino de la supervisión “técnica” de los proyectos torales del próximo gobierno.

La carretera interserrana, la Gloria-Colombia, el tren Monterrey-Texas, el tren suburbano (la movilidad expandida, pues), la presa Libertad, lo que sigue del Metro, el bacheo del presidente Andrés Manuel López Obrador, el estadio Tigres, los proyectos que se olvidan y los que surjan. Hernán se convirtió en un cercano a Samuel, ¿para qué lo quiere en la Secretaría General de Gobierno cuando en el interserraneo está el ganeo?

¿Qué nos dice que el gobernador electo no será igual de corrupto que los que lo antecedieron? El regiomontano Gabriel Zaid acuñó una frase lapidaria que, si mal no recuerdo, dice algo así: la corrupción no es parte del sistema, es el sistema mismo. Si Samuel Alejandro quiere tener carrera política más allá de la gubernatura, tendrá que revaluar el nivel de corrupción que necesita su gobierno y el nivel de corrupción que le pedirán sus familiares.

Jaime Rodríguez Calderón acotó el nivel de corrupción a su alrededor, también, a su suegra, por eso la secrecía en cualquier investigación en los próximos años. Rodrigo Medina de la Cruz fue muy torpe, dejó que su padre Medina Ainslie manejara la Tesorería. Niño llorón fronterizo, Rodrigo no supo confrontar sus ambiciones a las ambiciones patriarcales.

La historia de Nuevo León también es la historia de la corrupción, y no solo de los políticos, también de los empresarios que abusan de la administración pública para fines privados, para utilidades privadas. ¿Cuánto van a ganar Femsa y Cemex en la administración de Samuel Alejandro?

Para que haya moche, hay que tener derroche. Hasta ahora Samuel Alejandro no nos ha persuadido de que su sexenio será mejor que la catástrofe de doce años del Bronco y de Rodrigo. Los organismos intermedios y los medios orgánicos le dan su bendición. Los ciudadanos, como ciudadanos, tienen la obligación de desconfiar; esa es su vocación democrática.

Con los políticos nunca hay sorpresas: siempre decepcionan. La ambición mayor de Samuel Alejandro, políticamente, no es ser gobernador de Nuevo León. Ese puesto, como el de senador, lo obtuvo rápido y sin muchas dificultades. En política la vigencia lo es todo. Mantenerse vigente no es sobrevivir, es vivir ­–­por eso Rodrigo Medina es un espectro, un zombie político: lo tuvo todo y lo desperdició.

Si a las primeras de cambio Samuel Alejandro da visos de corrupción, su carrera política, a sus treinta y tantos, será fulminantemente proscrita. En transparencia, en rendición de cuentas, en influyentismo, el gobernador electo no se puede equivocar. Si se piensa en Hernán Villarreal como el gran operador de la corrupción de la obra pública y la movilidad, ya se piensa mal.

Botín y motín. Cada vez que los gobernantes hacen de Nuevo León un botín, los ciudadanos nuevoleoneses hacen motín electoral. Por eso llegó El Bronco, por eso arribó Samuel Alejandro. Y tu familia, García Sepúlveda, afuera… o perecerás. Óyelo tú, Rodrigo Medina; entiéndelo tú, Samuel Alejandro.

En octubre no asistiremos a una entrega-recepción sino a una entrega… decepción. ¿Hasta cuándo el gobernador electo se propondrá ser el líder que Nuevo León necesita? ¿Un sexenio de mandilinato con Cemex y Femsa?

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