La Iglesia criticó la “urgencia” y “febril obsesión” por el aborto

La Iglesia criticó la “urgencia” y “febril obsesión” por el aborto

Los obispos advierten que esa obstinación por su legalización no condice con "los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos". Y completan: "Hay miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver".

Sergio Rubin

La Iglesia criticó duramente la decisión del Gobierno de impulsar en medio de la pandemia la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, al afirmar que “en las últimas semanas el panorama se ennegreció” en el país porque “la opción política pasó a ser una incomprensible urgencia, una febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos”.

En ese sentido, advirtió que “hay miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver, que requieren toda nuestra atención: desde los problemas de vacunación hasta la cantidad de personas muy enfermas que este año no han recibido una adecuada atención médica, pasando por las mujeres que sufren violencia y no tienen un trabajo digno. Pero lo que se les ofrece en este momento duro e incierto –lamentó- el aborto, y eso es un golpe a la esperanza”. 

En una declaración con motivo de la Navidad sostiene incluso que “esta Navidad nos encuentra en un momento histórico donde necesitamos una ardua reconstrucción: de las fuentes de trabajo, de la educación, de las instituciones, de los lazos fraternos”. Y que “muchas cosas se han roto y necesitan ser sanadas”. Pero también considera que “es momento de agradecer al pueblo su paciencia, su cooperación, su resistencia”.

La declaración –redactada por la cúpula del Episcopado- se produce a una semana de la crucial votación en el Senado del proyecto –que se presenta muy reñida- tras la media sanción que le dio la Cámara de Diputados y patentiza la fuerte tensión entre el Gobierno y la Iglesia por la decisión del presidente de impulsar la legalización del aborto, particularmente por su empeño y la oportunidad elegida para hacerlo.

La tensión creció fuerte este fin de semana luego de que en medios eclesiásticos circuló una versión según la cual supuestamente el presidente Fernández -en su intento de contar con los votos suficientes para la aprobación del proyecto- les habría dicho a varios senadores que el Papa le comunicó su deseo de que “se termine con esta agonía, que se lo apruebe cuanto antes y se dé vuelta la página”.

En otra muestra del malestar eclesiástico, las máximas jerarquías eclesiásticas ya había anunciado la semana pasada su decisión de no pedirle este año una audiencia a Alberto Fernández para saludarlo con motivo de la Navidad quebrando una tradición de décadas. En cambio, le enviaron una carta en sobre cerrado en la que, se descuenta, abogan por el cuidado de la vida “desde la concepción”.

Los obispos consideran que la Navidad “nos hace pensar en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano. El Papa Francisco quiso insistirnos en este punto en su última encíclica, de modo que la pandemia no nos deje iguales sino que nos vuelva más apasionados para defender toda vida: la vida de un anciano, de un discapacitado, de un enfermo, de un niño por nacer”.

“Así –añaden los obispos, siempre subrayando el contraste a su juicio de la realidad con el proyecto sobre el aborto-, este tiempo se convierte en un fuerte llamado a la solidaridad, al cuidado mutuo, a ser capaces de ponernos al hombro las penas de los demás. La solidaridad, enseña Francisco, ‘es pensar y actuar en términos de comunidad...’”, enfatizan.

Señalan que “también es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales… Entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia”. Y anhelan que la pandemia “no nos impida imaginar y soñar un país más humano y fraterno”.

Finalmente, expresan su confianza en “el bien que habita en el pueblo, en esa tierra fértil que son los corazones de los argentinos, capaces de elegir la vida y la fraternidad más allá de todo. Y los creyentes confiamos en Dios, fuente infinita de esperanza, porque él nos dice: ‘Me invocará, y yo le responderé. Con él estaré en la angustia y lo libraré’” (Sal 91:15).

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