Historias de jóvenes puntanos que renovaron su fe en Brasil

Historias de jóvenes puntanos que renovaron su fe en Brasil
El Diario dialogó con parte del contingente para conocer cómo vivieron la experiencia.

En avión o en un largo viaje en colectivo; con el colegio, la diócesis local o algún movimiento religioso, más de cuatrocientos chicos puntanos se trasladaron a Río de Janeiro para cumplir el sueño de conocer al Papa Francisco y compartir con católicos de todo el mundo una verdadera fiesta de la fe. El Diario de la República dialogó con algunos integrantes del contingente sanluiseño en la Jornada Mundial de la Juventud, para conocer qué hicieron durante su estadía y en qué cambió sus vidas el encuentro.

La delegación estaba formada por alumnas del secundario del Aleluya, que se sumaron a un viaje organizado por la escuela y a otro por el Opus Dei, en el que también participaron chicos de la Universidad Católica de Cuyo y el colegio San Luis Gonzaga. Más de doscientos cincuenta jóvenes fueron con la diócesis local, que formó una comisión liderada por el párroco Ignacio Daminato para armar la travesía en circuito aéreo y terrestre hasta Brasil. Por último, hubo una parte de los fieles que decidió trasladarse por separado, como los del grupo salesiano de Don Bosco, que se fueron con un contingente de San Rafael.

La jornada, destinada a católicos de entre 14 y 35 años aproximadamente, se extendió entre el lunes 22 y el domingo 28 de julio, aunque algunos grupos puntanos partieron una semana antes para participar de actividades misioneras o, en el caso de una parte de las chicas del Aleluya, para hacer una breve escala en Cataratas del Iguazú. El regreso también fue por partes, ya que los primeros llegaron el día después que terminó el encuentro, pero los que volvieron en micro debieron esperar hasta el miércoles a la noche para encontrarse con su familia.

Durante su estadía en Brasil, estuvieron en la misa especial para los argentinos, un vía crucis, una vigilia y algunas peregrinaciones. Tenían catequesis diarias y diferentes ceremonias en Copacabana, en las que conocieron a chicos de distintos países. Pero la cantidad de fieles unidos, la hospitalidad brasileña y los mensajes de Francisco fueron las mejores postales para los peregrinos puntanos.

Florencia Cassán:"Lo que más disfruté fueron las misiones". “A mí me gustó más la semana misionera porque es más individual, la jornada cuesta más vivirla porque es muy masiva", aseguró Florencia, quien estuvo varios días en un pueblo a una hora de San Pablo, donde compartió las actividades que los grupos salesianos brasileros realizan en su comunidad. Después emprendió viaje en colectivo hacia Río, para sumarse al encuentro y se hospedó en la casa de una familia que estaba a 20 minutos en balsa de la sede de las actividades "Escucharlo hablar a Francisco tiene que ser un orgullo para la Argentina entera porque es increíble, la tiene muy clara y llega muy bien a los jóvenes”.

Gabriela Silvestri: "Fue muy fuerte ver al Papa". Además de viajar con sus compañeras, Gabriela tuvo la suerte de compartir con su hermana Eugenia, la emoción de ver al Papa, después de varios intentos para observarlo de cerca. “Nos habíamos colado con chicos de otra diócesis para llegar y fue una decepción porque lo vimos re lejos. Se nos bajó un montón el ánimo. Pero en Copacabana que pude llegar a verlo bien de cerca y hasta filmarlo fue muy fuerte. Me temblaron las piernas todo el día".

Margarita Shoolastra: "Rezamos un rosario en diferentes idiomas". Si bien Margarita había decidido viajar desde antes que Bergoglio asumiera la máxima autoridad del catolicismo, la elección aumentó sus ganas de pisar suelo brasilero. “Me encantó encontrarme con gente de todo el mundo y no sentirme sola porque todos pensábamos igual", dijo la muchacha de quinto año del Aleluya, quien aseguró que no esperaba conocer a tantos chicos de su misma edad que fueran realmente practicantes de la fe. Y agregó: " Otra cosa que me gustó mucho fue un rosario que rezamos con todos los jóvenes y cada misterio lo hicimos en un idioma diferente".

Gustavo Alberti: "Le dimos a Francisco la remera de La Punta". “El sábado en la playa de Copacabana, habían vallado una de las calles por donde iba a pasar el Papa. Tratamos de acercarnos lo más posible y cuando estaba por pasar decidimos que queríamos darle algo nuestro. Yo en la mochila tenía justo una remera de los Panamericanos que nos había entregado el Gobierno y quisimos tirársela para que la agarrara. Vimos que la atrapó uno de los guardias que caminaba al lado del Papamóvil y la guardó adentro del vehículo, así que estamos seguros que le llegó", contó Gustavo, que viajó cerca de 76 horas en colectivo para darle a Francisco la camiseta de La Punta como candidata a sede de los juegos".

Pilar Roveda: "Nos trataban como a sus hijas". “Cuando nos dijeron que íbamos a ir de a una por casa nos dio un poco de miedo porque no sabíamos cómo era la familia que nos iba a alojar. Pero las que nos recibieron, nos abrazaban como si fuéramos sus hijas, nos sacaban fotos y cuando nos volvimos a juntar entre nosotras al día siguiente, todas estábamos felices de la que nos había tocado", dijo Pilar sobre los brasileros que las albergaron durante la estadía, y que hasta las invitaron a volver para las vacaciones. Y añadió:“Yo he ido a otros encuentros y por ahí te decepciona que no haya tantos jóvenes que profesen la fe. Pero cuando estábamos en Brasil, te daban ganas de seguir adelante porque pensabas si hay tantos chicos que pueden hacer esto por qué no puede darse en San Luis también".

Valentina Kuchen: "Te enseñaban a bailar durante la misa". Las misas cariocas sorprendieron a Valentina, quien terminó la ceremonia bailando con el resto de sus amigas y los fieles brasileros. "Duraban dos horas y te enseñaban coreografías. Tienen una banda, un coro y hasta una batería. Pero no se mueven por obligación, es como que lo disfrutan. Nos subíamos a cualquier transporte y todos cantábamos. Había algunas que eran en otro idioma pero igual eran lindas”.

Juan José Muñóz: "Las jornadas me acercaron a la iglesia". La jornada en Río lo ayudó a Juan José a acercarse de nuevo a la iglesia, por eso le recomendaría el viaje a todos sus amigos y al resto de los chicos puntanos. Además, el encuentro le dio amigos nuevos, que son los fieles que viajaron con él en colectivo. "Nunca pensé que lo iba a vivir así: tener a Francisco cerca, sentir tanta fuerza espiritual cuando él pasaba, es algo indescriptible", comentó.

Cristina Sosa: "Todos estaban unidos por la fe". “Lo que más rescato es la cantidad de jóvenes unidos por una misma creencia y que manifestaban a todo el mundo el amor de Cristo. Me quedó una sensación de alegría y también de compromiso porque el Papa nos envía a comunicar su mensaje a nuestros seres cercanos", afirmó Cristina, que había decidido viajar hace varios meses, para cumplir un anhelo que tenía desde chiquita. Pero además de disfrutar del encuentro, la muchacha tiene una misión ahora que está de nuevo en San Luis: " A cada persona que tengo la posibilidad de contarle la experiencia quiero transmitirle el sentimiento que viví. Los discursos de Francisco eran muy claros y sencillos para todos y mi idea es difundir esa sencillez y la necesidad de hacer una Iglesia más cercana".

Paula Gamba: "Cantábamos todo el tiempo". “Lo que te incentivaba era la gente. En un momento estábamos todas de mal humor, porque hacíamos fila para todo y llegaron los brasileros, empezaron a saludarnos y nos cambió el ánimo", dijo Paula, quien agregó que aunque estuvieran muy cansadas, las chicas de Aleluya cantaron durante toda la estadía. Y contó la odisea que pasó para ver de cerca al Papa. “Yo escuche ‘se está yendo por atrás’ y corrimos cuatro cuadras a la velocidad de la luz. Llegué justo, me tiré contra la valla y atrás vinieron otros treinta monos y pasó Francisco. En ese momento sólo pude gritar".

Bárbara Mazzola:"Es un llamado a movilizarnos". Junto a su hermana Paz, Bárbara decidió participar del encuentro católico, como lo había hecho en 2011 en Madrid. Aunque esta vez fue diferente:"Disfruté más de la jornada porque pude vivirla más intensamente. Creo que en la anterior me preocupé por cosas más externas y no procuré que me llegara el mensaje, así que en ésta quise aprovecharlo al máximo”. Y destacó: " Me impactó mucho la universalidad del amor de Dios. A pesar de la diversidad de culturas, estábamos todos unidos en un mismo espíritu. También el lema de la jornada, porque el Papa nos está llamando a movilizarnos".

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