La historia secreta de los rosarios que el Papa envió a cincuenta militares condenados

La historia secreta de los rosarios que el Papa envió a cincuenta militares condenados

Fueron entregados en enero a Santiago Olivera en el Vaticano. El obispo castrense le pidió treinta símbolos religiosos, pero Jorge Bergoglio entregó medio centenar. Ya están en las manos de represores acusados de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura. 

"A todos los miembros de la diocesis castrense, les envío un saludo, estoy acá con el obispo de ustedes, y mi bendición. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Que Dios los bendiga”. Eso dice el audio que el Papa Francisco mandó a principio de año desde el Vaticano, a militares condenados por delitos de lesa humandad cometidos en la última dictadura militar y que recibieron rosarios de parte de la máxima autoridad católica.

El obsequio fue entregado por medio del monseñor Santiago Olivera, el obispo castrense del país y quien atiende las cuestiones religiosas dentro de todas las fuerzas de seguridad nacional. Si bien la noticia del regalo de Jorge Bergoglio a los represores se conoció en enero, ahora por primera vez el Equipo de Investigación de Perfil Educación revela en exclusivo cómo se entregaron los cincuenta rosarios que Francisco envió al país para los represores condenados.

 

 

La entrega de rosarios es una práctica que suele realzar Bergoglio. Así lo hizo en 2017 con la dirigente Milagro Sala, quien todavía se encuentra presa en Jujuy, y el expresidente Amado Boudou hace poco menos de un año. Sin embargo, el Papa rompió su propio récord: hasta ahora, jamás había enviado tantos collares de “Padre Nuestro” y “Ave María” juntos. Incluso, en un primer momento, el obispo castrense Olivera le había pedido treinta, pero el propio Bergoglio decidió llegar al medio centenar de símbolos católicos.

Así lo confirmó Olivera para esta investigación. “Francisco no mandó nunca tantos rosarios. Fue un pedido que yo mismo le hice y que no abarca a todos los que están sufriendo. Necesitamos muchos más”, le dijo Olivera al Equipo de Investigación, quien mantuvo el encuentro con Bergoglio el pasado 11 de enero. El propio Olivera solicitó la reunión y Bergoglio “no tardó nada en responder”.

Olivera contó que ya entregó la mayoría de los rosarios en las visitas que realiza constantemente en los diferentes penales, tanto por medio de otros capellanes castrenses como por su propia persona. “Ya los recibieron en los penales de Ezeiza, Campo de Mayo, y en otras cárceles de Córdoba, Bariloche y Salta”, detalló el obispo castrense sobre el regalo. Y agregó: “Les causó mucha alegría al sentir la paternidad del Santo Padre y del compromiso de su rezo por ellos”.

Olivera fue designado por el propio Bergoglio como obispo castrense luego de diez años en donde el cargo estuvo vacante. Se dedica a recorrer las distintas cárceles en las que están presos todos los exmiembros de todas las fuerzas nacionales y quienes tienen pabellones separados del resto de los presos comunes.

Uno de los penales que más visita Olivera se trata de Ezeiza, donde se encuentran detenidos, entre otros, Alfredo Astiz, Jorge Eduardo "El Tigre" Acosta, Luis Enrique Beraldini y Miguel Etchecolatz, algunas de las personas más recordadas por las violaciones a los derechos humanos. Otro de las cárceles a las que Olivera suele recorres es en Campo de Mayo, donde está Jorge Omar Lazarte, oficial de inteligencia que operó en Tucumán. En estos dos penales se concentran la mayoría de los militares presos.

En la actualidad, hay un total de 962 militares condenados. Pero solamente 200 de ellos se encuentran tras las rejas, ya que el resto goza de la prisión domiciliaria. Mientras que hay unos 606 procesamientos y otras 576 imputaciones. Solamente 157 fueron absueltos, otros 184 tuvieron falta de mérito y 95 lograron el sobreseimiento. Por último, 627 no llegaron al banquillo porque la muerte los alcanzó primero que la Justicia. 

“Es un signo de cercanía y misericordia; no hay que dejar de lado a los miembros de la fuerza que están sufriendo”, aclaró Olivera al Equipo de Investigación sobre sus visitas a los penales y el regalo de Bergoglio para los represores. El religioso, no obstante, se negó a detallar los nombres de los represores condenados por la Justicia y a quienes el Papa demostró su apoyo. Sin embargo, el Equipo de Investigación comprobó que uno de los primeros militares condenado por delitos de lesa humanidad y que recibió un rosario bendecido por el Papa fue Aníbal Guevara, un ex teniente del Ejército que desde 1976 operó en San Rafael, Mendoza, y llevó a cabo detenciones junto a un grupo de soldados conscriptos que tenía bajo su mando.

 

“Santiago (por Olivera) me entregó hace un mes uno de los cincuenta rosarios para mi papá, que le llegó hace pocos días por medio de mi tía. Cuando le conté a mi papá que iba a recibir el obsequio de Francisco, apreció mucho el gesto. Es una persona que duerme con la Biblia al lado”. La persona que habló con el Equipo de Investigación es Aníbal Guevara, hijo del represor que lleva el mismo nombre que su padre, acusado por delitos durante la dictadura.

La noche del 23 de marzo de 1976, los jefes del cuartel en los que se desempeñaba Guevara padre reunieron al pelotón y les avisaron del inminente golpe de Estado, que sucedería en las próximas horas. “En ese momento, mi viejo tenía 23 años y trabajaba en el arma de Ingenierios. Se ocupaba del mantenimiento de los edificios”, detalló Guevara hijo. “Mi papá me dijo que había hecho detenciones”, afirmó Guevara hijo, que no se enteraría de lo que había pasado con su padre hasta 2006, cuando comenzó la causa en su contra.

Guevara dijo que hace 14 años comenzaron a acusar a su padre de privación ilegítima a la libertad de cuatro personas porque “fue el único que se presentó a declarar en 1985 de manera voluntaria”. La declaración se produjo en marco del Juicio a las Juntas, motorizado por el entonces máximo mandatario, Raul Alfonsín, a partir de un decreto presidencial del año 1983 y que ordenaba someter al tribunal el accionar de los altos mandos que integraron el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

Así, se llevó al banquillo a Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera y Roberto Eduardo Viola, entre otros. Para eso, los encargados de la instrucción del juicio convocaron a todos los militares que prestaron servicio entre 1976 y 1983 que se presenten a dar declaración en los cuarteles donde habían permanecido durante esos años.

De este modo, Guevara padre fue hasta San Rafael y contó ante los fiscales su historia. Luego, se retiró hasta su casa y no hubo acciones hasta 2006, cuando empezó el juicio en su contra.

 

 

En el proceso judicial, Haydée Tripiana reconoció a Guevara como la persona que detuvo a su marido, Francisco Tripiana Funes, un militante de la Juventud Peronista que se encuentra desaparecido desde el 23 de marzo de 1976. “Todos respondían a él”, dijo Tripana en el juicio donde Guevara fue señalado como el encargado de aquel operativo que terminó en la desaparición de Funes Tripiana, José Berón, Pascual Sandoval y Roberto Osorio.

Guevara, por su parte, le admitió a su hijo recordar el rostro de Tripiana, aunque también asegura, como lo hizo en el juicio, que no tiene responsabilidad en el hecho. Por lo que negó la acusación de ser el segundo a cargo del cuartel de San Rafael y que, en las detenciones en las que participó, solo lo hizo porque respondió a mandos superiores.

Sin embargo, Guevara fue condenado por el Tribunal a cadena perpetua. Luego de diez años en los que pasó por los penales de Almafuerte, en Mendoza, Campo de Mayo y Ezeiza, actualmente se encuentra en una casa que le alquila la familia en la provincia de Mendoza porque cumple su condena bajo arresto domiciliario con una pulsera en su tobillo que lo controla las 24 horas. Ahora también tiene un rosario que le envió el Papa Francisco.

Guevara hijo es vocero en la organización Puentes Para la Legalidad, que defiende los intereses de los militares acusados durante la dictadura. “Es el resultado de lo que se llamó Hijos y Nietos de Presos Políticos”, aseguró Guevara al Equipo de Investigación sobre la asociación civil con la que tomó contacto desde que comenzó a asistir a los procesos judiciales de su padre y que reúne a varios familiares de los represores.

Según ellos, se tratan de casos de militares que no tuvieron responsabilidad sobre los delitos de lesa humanidad y que respondían a los mandos de sus superiores. “Armamos esto porque empezamos a notar irregularidades en los procesos judiciales. Nadie sabe nada de derecho penal y comenzamos a estudiar”, dijo Guevara.

 

 

Algunos familiares de militares acusados por delitos durante la dictadura están satisfechos con el regalo que llegó desde el Vaticano. Pero hay otros que no lo están. “Recibimos la noticia, a través del obispo castrense, del envío que usted hace de rosarios para las personas presas por delitos de lesa humanidad y le confesamos que este gesto suyo nos ha dejado un sabor amargo”. Las palabras corresponden a la agrupación Historias Desobedientes, integrada por descendientes de represores que rechazan el accionar de sus progenitores durante el gobierno militar.

Entre ellos se encuentra Mariana Dopazo, hija del genocida y expolicía Miguel Etchecolatz. Ni bien se enteraron del obsequio de Bergoglio a los militares condenados, Historias Desobedientes realizó una carta pública al Papa, en la que rechazó el gesto.

“Si de la salvación de las almas se trata, es imperiosa la necesidad de que su gesto incluya el pedido expreso de la confesión y arrepentimiento de esas personas sobre sus crímenes”, dice el texto que fue escrito para Francisco.

En este sentido, los desobedientes agregaron un pedido al Papa: “Llame a la reflexión al obispo castrense y colabore para que los militares y policías presos por crímenes de lesa humanidad se arrepientan genuinamente y brinden a la Justicia la información que nos consta que tienen. Mientras no haya verdad, la Justicia no podrá ser efectiva. La verdad que guardan los perpetradores es el dolor diario de miles de familiares que esperan saber donde están sus hijas, hijos, nietas y nietos, sus hermanas y hermanos. No podemos conformarnos con su gesto, necesitamos que usted como máxima autoridad de la Iglesia y como guía espiritual de quienes recibieron estos rosarios colabore con nuestra causa y ayude a la sociedad argentina a sanar sus heridas desde la verdad y el amor. Nuestro amor siempre estará con los desprotegidos, con las víctimas, nunca con el accionar asesino de los genocidas”.

Dos meses después de haber enviado cincuenta rosarios para militares acusados por delitos cometidos durante la dictadura, Bergoglio aún no le respondió a los desobedientes.

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