La historia de Laura Weinstein, una mujer transgénero judía

La historia de Laura Weinstein, una mujer transgénero judía

“Yo desde muy pequeña sentía que mi genitalidad y ese género impuesto no correspondía a lo que yo sentía.  Yo sentía que era imposible que me gusten los chicas o que me sienta conforme con esa apariencia”

Con esta declaración Laura Weinstein, una mujer transgénero judía de Medellín, Colombia, comienza a relatar a la Cadena Judia de Información Vis a Vis una historia plagada de hondo dramatismo, pero con una idea clara: luchar para que otros hombres, mujeres y niños/as no sufran discriminación en Colombia a través de la Fundación Grupo Acción y Apoyo a Personas Trans.

Laura recuerda con mucho dolor la discriminación que sufrió, pero siempre con la convicción que ella tenía que hacer algo para combatir ese bullying que sufrió para que otras personas no lo vivan, señaló que recién a los 14 o 15 años comenzó a acercarse a las chicas travestis, aunque ellas no la hacían parte del grupo, pero su persistencia en querer pertenecer hizo que se acercara a algunas de las chicas. Notaba que en forma frecuente, las fuerzas de seguridad se la llevaban.

La directora ejecutiva de la Fundación Grupo Acción y Apoyo a Personas Trans participó activamente en el primer Shabaton organizado por la World Congress LGBT Jews y Judíos Argentinos Gays (JAG) en la comunidad CIRA, que durante cuatro días discutieron y debatieron acerca de los avances y retrocesos, no solo en materia legislativa, sino también religiosa de la comunidad LGBT en América Latina.

Aunque ella asegura que su acercamiento con el judaísmo durante su niñez y adolescencia no fue muy profundo, ya que sólo asistía a la sinagoga en las Altas Fiestas y fue a colegios de la comunidad judía de Medellín.

Laura comentó que hubo un año que tuvo un acercamiento profundo a la religión judía por que necesitaba encontrar respuestas a lo que le estaba sucediendo en su cuerpo y mente: “Un día me encontré con un rabino en Israel, que fue muy importante en mi vida, que me dijo: ´A Dios no le importa ni tu vestimenta, ni lo que hagas sino que clase de personas eres´. Ahí decido iniciar este transito”. 

A partir de ese momento la vida Laura cambiaría radicalmente: “Comencé un proceso hormonal, pero no con el acompañamiento médico porque no había especialistas en esos tiempos.  No había hecho un tránsito corpóreo, seguía usando ropa de chico y mi familia no entendía lo que estaba sucediendo, pero tampoco quería saber lo que pasaba. En un momento mis papás me llevaron al psicólogo porque algo estaba mal para ellos. Eso para mí creaba mucha resistencia”.

El momento bisagra en su vida sucedió con el fallecimiento del padre, lo que provocó la necesidad de contarle a su familia que era una persona trans, aunque la relación con su madre no era tan fácil, sintió la necesidad de decírselo.  Le dijo que tenía “disfória de género”.  Laura recuerda que esta confesión generó “muchas lágrimas y dolor” en su madre. A partir de ese momento, el vínculo con su familia se rompería debido a la discriminación que sufrió.  Al punto tal que Laura confiesa que su hermano intentó golpearla.

Si la religión me castiga, yo no voy a volver. Yo no puedo creer en un Dios que te castigue, y si mi familia que debería apoyarme me expulsa, me voy. Esto me llevo a pensar que cuando una persona es discriminada por religión o raza, tu familia te acoge y tu comunidad te recibe, pero pareciera que cuando sos discriminado por identidad de género o diversidad, tu comunidad no te acoge sino que te expulsa, igual que tu familia (…) Pero mi fe nunca fue removible. Yo soy una persona muy creyente y eso me guiaba para sentir que lo que estaba haciendo no estaba mal”, enfatizó la directora ejecutiva.

Pese a romper los lazos filiales, Laura comenzó a luchar por las personas trans. Empezó a activar en organizaciones trans y acerca de esto aseguró: “Ahora puedo decir que mi proyecto de vida es trabajar por la causa trans. Cada vez que me acerco a la realidad de las personas trans me motiva muchísimo. Ahora con la comunidad judía estamos iniciando un acercamiento, aunque yo estoy un poco renuente”.

En Argentina, la Fundación Huésped junto a la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de la Argentina presentaron un informe en 2014 acerca de la situación de vulnerabilidad, debido al estigma y a la discriminación de la población trans a partir de la Ley de Identidad de Género (Ley 26.743), que se sancionó el 9 de mayo de 2012. En este informe señalan que la discriminación social que sufre el colectivo trans era de un promedio de 6 cada 10 personas. Además menciona otras estadísticas relacionadas con la deserción escolar del nivel secundario por bullying de los propios compañeros o de los docentes, aunque aseguraron que a partir de la sanción de la ley este número bajo a un 20% de los casos.

Weinstein comenta que el “El Aquelarre Trans”, una coalición de organizaciones, logró a través de el decreto 1227 que el colectivo transgénero pueda modificar sus nombres en los documentos de identidad, y además lograron que las personas no tengan que ser patologizadas por un médico. Aunque estas victorias son muy importantes para el colectivo trans colombiano, Laura aseveró: “La gran mayoría de las chicas no acceden a educación, lo que hace que estemos en círculos de pobreza. Esto hace que la violencia se acreciente. Nosotros lo que hacemos es ayudarla a formarlas para que adquieran discursos y tengan llegada en diferentes espacios públicos. Pero lo más importante es hacer cambio socio-culturales, eso significa ir a la raíz desde donde se ejerce la violencia…¿cómo se logra? a través de la visibilización, aunque esto, en el fondo, genera más violencia”.

 

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