¿Hasta dónde llega el apoyo del Papa a los movimientos populares?

¿Hasta dónde llega el apoyo del Papa a los movimientos populares?

Reivindica la acción de estas organizaciones que surgieron como una necesidad de encauzar el reclamo de trabajadores excluidos, pero advierte que corren una serie de riesgos. La división entre combativos y dialoguistas. El análisis de Sergio Rubin.

En los últimos días se presentó tanto en Roma como en Buenos Aires un libro donde una docena de clérigos y dirigentes sociales del Vaticano y de América Latina -entre ellos Juan Grabois- destacan la reinvindicación que hace el Papa Francisco de los llamados movimientos populares, de gran auge en los últimos años en la región. Como en nuestro país a estas agrupaciones se las vincula con el supuesto o real manejo espurio de planes sociales y al corte de calles como forma de protesta -colisionando el derecho a reclamar con el derecho a circular- cabe preguntarse sobre el alcance del elogio del pontífice.

En rigor, los movimientos populares surgieron como una necesidad de encauzar el reclamo de muchos trabajadores que se sentían excluidos del mercado laboral y necesitaban generar fuentes de trabajo desarrollando las más diversas habilidades y microemprendimientos: lo que se conoce como la economía popular. Se trata de un primer paso hacia la efectiva y total integración de vastas capas de la población al mundo del trabajo. O sea, el sentido con el que nacieron estos grupos es para pedir ser integrados e integrarse con su propio esfuerzo.

Con alrededor de cinco millones de personas con problemas de empleo y un tercio de la población bajo la línea de la pobreza, la Argentina se convirtió en tierra fértil para los movimientos populares. Los sindicatos, tradicionalmente muy fuertes, hace rato que dejaron de contener a la enorme mayoría de los trabajadores ante más de un 40 % de los trabajadores en la informalidad. Así las cosas, esas agrupaciones – como en otros países – comenzaron a ser la voz de los que no tenían quiénes los representaran y los ayudaran a buscar una salida laboral.

De marcada preocupación social y gran conocimiento de la realidad latinoamericana, Francisco buscó acercarse a los movimientos populares y apoyarlos. El momento más relevante en ese sentido fue el encuentro que mantuvo en 2015 con muchos de sus dirigentes en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra. Allí el Papa jugó a fondo en su discurso. Para el pontífice, como dice en el prefacio del libro de marras, éstas agrupaciones “luchan para sobrevivir a la exclusión” y son “una palanca de transformación social”.

No obstante, los movimientos populares corren una serie de riesgos. Y no caer en ellos constituye todo un desafío. Para el Papa, el principal es no ser presas de una ideología. De hecho, en la Argentina existen los movimientos sociales llamados “duros”, principalmente el Polo Obrero, de orientación trotskista, que la Iglesia objeta sin reservas, ya que considera que ejercen una dinámica del conflicto por el conflicto mismo que “termina haciendo el juego a la derecha más reaccionaria”.

Como contrapartida se cuentan los movimientos sociales llamados “dialoguistas” como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Somos Barios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa, hoy por hoy, muy cercanos al kirchenrismo. Pero a esos grupos también los alcanza el riesgo, sino de ideologización, de partidización, de exarcerbación de la dinámica del conflicto y hasta de un manejo espurio de los planes sociales que otorga el Estado.

Por lo pronto, los últimos pasos de Grabois, uno de los principales referentes de ese espacio – si bien actualmente la secretaria general de su grupo, la CTEP, está a cargo de Esteban “Gringo” Castro –, causaron gran preocupación en la Iglesia. Grabois hizo una clara opción por el cristinismo, descalificó con una expresión muy hiriente a miembros del macrismo tras las PASO y levantó una enorme polémica al pedir una “reforma agraria”.

El propio Grabois dijo al presentar el libro con el obispo “villero” Gustavo Carrara, que había recibido “presiones” para que fuese prudente en su discurso. Y que iba a serlo. Aunque no se privó de ser muy duro con el actual gobierno y con todos los que descalifican el papel de los movimientos sociales por considerarlos meros “vagos choriplaneros” que quieren vivir de los planes sociales.

Eso sí: no es un dato menor que el libro haya sido presentado en la CGT. Conlleva un mensaje. Los movimientos sociales dicen que quieren integrarse a la central obrera porque son tan trabajadores como los demás y por eso luchan por su integración plena.

En definitiva, el Papa apoya el sentido por el cual nacieron los movimientos populares. Pero al menos en la Argentina el riesgo de que se aparten de su esencia es alto. La Iglesia puede jugar un papel clave para evitarlo.

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