Ganó Hegel

Ganó Hegel

Por Jorge Fontevecchia.

“El futuro y la Historia no pertenecen al Amo guerrero, que, o bien muere, o bien permanece indefinidamente idéntico a sí mismo, sino al Esclavo trabajador. Este, al transformar el Mundo dado mediante su trabajo, trasciende lo dado y lo que en él mismo está determinado por eso dado; él se supera entonces a sí mismo al superar también al Amo ligado a lo dado, que este deja intacto porque no trabaja. La angustia ante la muerte, encarnada para el Esclavo en la persona del Amo guerrero, es la condición sine qua non del progreso histórico, el trabajo del Esclavo es lo único que lo realiza y lo perfecciona.”

(Alexandre Kojève, sobre “La dialéctica del Amo y el Esclavo” en Hegel)

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Las maneras que aplicó Mauricio Macri para incorporar a los principales dirigentes del PRO hace más de una década no eran de la política. Tampoco del mundo empresarial, sino formas más cercanas a la servidumbre. A Emilio Monzó lo citó para conocerlo y en el momento en que ya tenía suficiente información sobre él para después hacerle transmitir una propuesta, le dijo: “Podés retirarte”. Así lo despidió en el primer encuentro.

En el caso de Horacio Rodríguez Larreta, su fórmula de seducción fue más o menos en estos términos: “Vos nunca vas a conseguir ser votado, vení conmigo que a mí sí me votan”. Las personas como objetos del amo es tema del capítulo cuarto de la Fenomenología del espíritu, de Hegel, titulado “Autonomía y dependencia de la autoconciencia: dominio y servidumbre”. Esa relación entre dueño y sirviente es descripta por Hegel así: “El sujeto –el amo– se constituye cuando el objeto –el esclavo– acepta su condición”.

El amo pone al esclavo a trabajar por él sin percibir que el trabajo y el conocimiento que adquiera en su dinámica hará al esclavo amo, como la falta de entrenamiento en la acción hará al amo esclavo. Al dedicarse a la pereza es el amo quien se transforma en una cosa, siendo el esclavo laborioso quien desplaza al amo ocioso por inútil.

Al trabajar la materia, el esclavo produce el conocimiento que constituye el Mundo: solo los seres humanos luchan por el reconocimiento, la gloria o el honor, los animales lo hacen solo por alimentarse o en defensa de su territorio, para preservar su supervivencia pero sin transformar lo dado ni superar su condición.

Si algo caracterizó la relación entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta desde que el primero se puso al servicio del segundo hace casi veinte años, es el contraste entre la dedicación enfocada al trabajo de uno y la preferencia por una porción de descanso mayor en el otro.

Era previsible que después de casi dos años de alejarse del gobierno, tras las PASO de agosto de 2019, habiendo dedicado buena parte del tiempo a viajes, la FIFA y la reposición de fuerzas, al volver al ruedo electoral Macri se encuentre disminuido frente a alguien como Rodríguez Larreta, que siguió sin pausa perfeccionándose en la acción.

No haber previsto la derrota que hoy sufre por no poder imponer los candidatos que encabecen las listas de PRO en las elecciones de noviembre es una demostración más de cierta subestimación en Macri sobre las dificultades que implica conseguir los resultados que se propone, agigantado por la falta de guía que le aportaban Marcos Peña y Duran Barba.

Para algunos, ver que “el rey está desnudo” y que aquello que parecía un príncipe en realidad “era un sapo” podría retroalimentar su pérdida de poder y quienes todavía lo asumen como su líder lo vayan abandonando. Patricia Bullrich, por ejemplo, se encuentra entre los políticos más laboriosos y podría verse reflejada en el espejo de Rodríguez Larreta, comenzando a pensar que no es buen negocio seguir aportando sus servicios al sector del PRO que resulte derrotado. Podría estar mirando a Lousteau, que tras perder en dos elecciones con Larreta logró establecer una alianza con él y hoy tiene varios integrantes de su equipo en posiciones importantes como la presidencia del Banco Ciudad, cargo que ocupó Federico Sturzenegger antes de presidir el Banco Central. Bullrich podría estar preguntándose si Larreta no termina siendo mejor pagador que Macri.

Habiendo “vencido” a Macri y con sus candidatos encabezando las listas del PRO de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, el problema ahora de Horacio Rodríguez Larreta es Facundo Manes. Requerirá otra estrategia porque Manes es la antítesis de Macri, un trabajador incansable y otro triunfo de “La dialéctica del Amo y el Esclavo”, de Hegel, como Larreta pero con un carisma pocas veces visto del que el jefe de Gobierno de la Ciudad carece.

Así como para Larreta ganarle a Patricia Bullrich en la Capital no era ganarle a ella, sino ganarle a Macri, para Manes ganarle a Santilli en la provincia de Buenos Aires no es ganarle a él, sino ganarle a Rodríguez Larreta. Manes se envalentona con su origen y sensibilidad de pueblo y se lo escucha decir tocándose la cara: “Este negrito le va a ganar el Conurbano al PRO y al kirchnerismo”.

Pero unas PASO en la provincia de Buenos Aires, potenciadas por la fuerza de un candidato del radicalismo presidenciable y el consolidado aparato del PRO, aumentan las posibilidades de que Juntos por el Cambio pueda ganarle al Frente de Todos en la provincia que hoy es sede del kirchnerismo. Es una muy mala noticia para Cristina Kirchner: un triunfo en las PASO bonaerenses podría dar por anticipado el resultado de las elecciones como sucedió en 2019 con las PASO de agosto de aquel año, anticipando el calendario político e instalando inmediatamente el horizonte de 2023 en la cabeza de todos.

Otra mala noticia para Cristina Kirchner es el desplazamiento de Juntos por el Cambio al centro alejándose del posicionamiento corrido a la derecha del último Macri, oxigenado más aún con el espíritu progresista que Manes le devuelve al radicalismo en sintonía con el humanismo de Raúl Alfonsín.

En la interna de Juntos por el Cambio no se discutieron solo nombres de candidatos, sino posicionamiento ideológico. No fue solo Macri y Bullrich por Vidal y Santilli, sino la diferencia entre la economía de Hernán Lacunza en lugar de la de Nicolás Dujovne.

Por un lado, hay una disputa entre los candidatos del PRO y los de la UCR, pero es otra la ontología que será significativa si la coalición opositora se transformara en gobierno en 2023. Las categorías a las que hay que prestar atención son las del polo conservador-progresista en lo ideológico y elitista-popular en lo emocional/estético.

En ambas categorizaciones Larreta y Manes comparten el mismo espacio: no es casual que ellos hayan coincidido en que sería mejor abandonar el nombre Juntos por el Cambio, connotado con la experiencia macrista, mientras que los radicales –del partido de Manes– se opusieron. También hay radicales conservadores. Vidal sostuvo que el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, estaba a la derecha de Macri. Y un ejemplo por todos conocido gracias a su merecida fama como gran actor es el del querible Luis Brandoni, hoy más macrista casi que radical.

Se encendió la política.

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