A pocos días de llegar al país, el Papa aceptó mantener un diálogo a distancia con la población de ese país en un inédito programa especial de la agencia Notimex, cuyo corresponsal Andrés Beltramo es también una firma destacada del Vatican Insider
Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO
"México vive su pedacito de guerra, su pedacito de sufrimiento, de violencia, de tráfico organizado". Una realidad que Francisco conoce bien, porque está constantemente informado sobre lo que ocurre en ese país. Circunstancia que no esquivó durante un inédito diálogo a distancia con los mexicanos, una "entrevista colectiva" que concedió a través de la agencia de noticias Notimex.
"Si yo voy ahí es para recibir lo mejor de ustedes y para rezar con ustedes, para que los problemas de violencia, de corrupción y todo lo que ustedes saben que está sucediendo, se solucione, porque el México de la violencia, el México de la corrupción, el México del tráfico de drogas, el México de los cárteles, no es el México que quiere nuestra madre, y, por supuesto que yo no quiero tapar nada de eso, al contrario, exhortarlos a la lucha de todos los días contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas", aseguró.
Desde un salón de la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano, el Papa pudo ver y escuchar los mensajes pregrabados que le dirigieron 33 mexicanos. Unos 16 mujeres y 17 hombres procedentes de 10 ciudades distintas, la mayor parte de las cuales no será visitada en la gira apostólica prevista del 12 al 17 de febrero próximos.
Divididos en cápsulas de unos tres minutos cada una, las voces se ocuparon de cuatro temas: "Mensajes de bienvenida", "La Virgen de Guadalupe", "Mensajes de paz" y "Expectativas ante la visita del Papa". Respondieron jóvenes y adultos, ancianos y familias de diversos sectores sociales. Gente común, con la realidad a flor de piel. Al final de cada cápsula, algunos mexicanos lanzaron preguntas y el pontífice respondió improvisando.
"Le pediría yo como mexicano pues que ore por todos los países, que se acabe la violencia", le solicitó José ángel Herrera desde el atrio de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México. "Que interviniera por los mexicanos ya que estamos pasando por una situación muy difícil", agregó Carlos Espinoza, de Querétaro. En los testimonios quedó claro que la delincuencia es la principal angustia de los mexicanos.
Francisco contestó hablando de paz, una realidad que debe trabajarse "todos los días". Y lanzó una "contradicción": "¡La paz hay que pelearla todos los días, hay que combatir por ella, no por la guerra!". Para esto llamó a sembrar mansedumbre y entendimiento.
Insistió que la paz es un "trabajo artesanal", un "trabajo de todos los días que se amasa con las manos" y surge desde lo más sencillo: desde cómo educo a un niño hasta cómo acaricio un anciano. Porque la paz "nace de la ternura", de la comprensión, y del diálogo, no de la ruptura.
"Padre, pero con un delincuente uno no puede hacer eso", exclamó. E inmediatamente él mismo abundó: "Eso es verdad, pero yo puedo dialogar con quien le puede cambiar el corazón a ese delincuente. Tenemos la misma madre, y decíle: 'Mirá, si vos me dijiste que yo no tenga miedo porque sos mi madre, vos que sos mi madre arreglá eso'. Si, yo le haría la pregunta a cada uno de ustedes: ¿Yo le pido a la Virgen de Guadalupe la paz en tal lugar, en tal otro, o sea la oración a la madre para que ponga paz?".
Instó a no tener miedo, a escuchar al otro y a conocer sus razones. Y añadió una súplica para los mexicanos: "no entrar en ninguna trenza" que, por ganar dinero, los esclavice por toda la vida en una "guerra interior" y les quite la libertad. "Porque la paz da libertad", subrayó.
El diálogo tuvo momentos distendidos, como cuando el Papa disfrutó la melodía de Sergio "Lennon", un cantante callejero de Guanajuato (centro del país) que le dio la bienvenida con su guitarra y su armónica.
El programa fue grabado la tarde del viernes 22 de enero en Santa Marta. En el mismo salón donde Bergoglio saludó en el pasado -por ejemplo- a los mandatarios de Israel y Palestina, Shimon Peres y Mahmud Abbas o a la ex presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Desde un improvisado set montado por el Centro Televisivo Vaticano, Bergoglio pudo escuchar las voces con tranquilidad.
Al responder a los mensajes de bienvenida aseguró que no viajará a México como un "Rey Mago cargado de cosas para llevar" como mensajes, ideas o soluciones a los problemas, y pidió a todos estar tranquilos porque "no va a pasar la canastita".
"Voy a México como un peregrino, voy a buscar en el pueblo mexicano, que me den algo. No voy a pasar la canastita, quédense tranquilos, pero voy a buscar la riqueza de fe que tienen ustedes, voy a buscar contagiarme de esa riqueza de fe. Tengo ganas de ir a México para vivir esa fe con ustedes. O sea que voy con el corazón abierto para que se llene de todo aquello que ustedes me pueden dar", abundó.
A la Virgen de Guadalupe le manifestó una especial predilección. Reveló haber estado en dos ocasiones en el santuario de la ciudad de México: una en 1970 y la otra en 1999. Sorprendió al recitar de memoria las palabras pronunciadas por la Virgen en sus apariciones al indígena Juan Diego: "No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?".
"¿Qué siento por ella? Seguridad, ternura. Cuántas veces estoy con miedo o ha sucedido algo feo, uno no sabe como reaccionar, y me gusta repetirme a mí mismo. Son palabras de ella: No tengas miedo", exclamó. Y como favor peculiar pidió que, en esta tercera vez que pisa suelo mexicano, la dejen "un ratito sólo delante de la imagen". Es más, con candidez preguntó: "¿Me lo van a hacer?".
Hacia el fin del programa le impactaron dos testimonios. Uno de ellos, José Ranulfo Lobato de Guanajuato, lo describió con la sencillez "de los ancianos buenos". Aseguró que, para él, Francisco dice dos cosas: "Aquí estoy, necesito hacer, ya les consta que he estado tratando de cambiar o modernizar la religión, necesito su ayuda".
El Papa captó en sus palabras un deseo de renovación. Y garantizó que llegará a México como "peregrino", como "servidor" de la fe del pueblo, una fe "publica", que debe "salir" y "no quedarse enfrascada como en una lata de conserva" o como parte de "una Iglesia de museo".
Urgió a una fe "en la calle", porque "si la fe no sale a la calle no sirve". Precisó que eso "no significa solamente hacer una procesión", sino que los cristianos se muestren como tales en sus lugares de trabajo, en sus familias, en la universidad y en las escuelas.
Reconoció que esa "fe en salida" implica un compromiso con el pueblo y, en cierto modo, "un peligro". Pero concluyó citando de nuevo las palabras de la Virgen: "No tengas miedo hijito, hijita. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?".
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