Francisco en Cuba y Estados Unidos: política, pero sobre todo pastoral

Francisco en Cuba y Estados Unidos: política, pero sobre todo pastoral

El primer Papa latinoamericano visitará por primera vez la isla del Caribe y el gigante del Norte, entre esperanzas, ciertas polémicas y desafíos

Por ANDREA TORNIELLI

CIUDAD DEL VATICANO

El que Papa Francisco emprende mañana y que lo llevará primero a Cuba y después a los Estados Unidos es un viaje lleno de expectativas, de significados y de desafíos. La etapa cubana, al principio, no estaba prevista, y fue añadida tras el ‘deshielo’ entre La Habana y Washington, propiciado por la paciente diplomacia de la Santa Sede. 

La isla caribeña, en la que la Iglesia local trata de favorecer la transformación hacia un futuro más abierto y democrático, encuentra cabida plena en las metas típicas de Bergoglio, que prefiere sobre todo viajar a países pequeños, en los que su presencia podría contribuir a poner en marcha o a consolidar procesos positivos: así fue con la visita de julio de 2015 a Ecuador, Bolivia y Paraguay. Así será en noviembre de este año en África.

Francisco es el tercer Papa, en diecisiete años, que aterrizará en La Habana, después del histórico viaje de Juan Pablo II (recibido por Fidel Castro), y el de Benedicto XVI, en 2012. Como ha pasado con sus predecesores, la Santa Sede continua a pedir que se ponga fin al bloqueo económico, causa de empobrecimiento de la población. Cada uno de estos viajes papales provocó polémicas, por lo que el Papa dijo o no dijo y porque no hubo ningún encuentro con los líderes de la disidencia cubana. Al contrario de los Papas que lo han precedido, Francisco cuenta con las ventajas de ser latinoamericano y de haber demostrado una atención particular en su magisterio hacia los temas de la pobreza y de la justicia social. A pesar de nunca haber visitado la isla, conoce muy bien su situación, y no hay que olvidar que recibió en el Vaticano a la viuda del disidente Oswaldo Payá, que falleció en un accidente de automóvil sospechoso en julio de 2012. La visita a Estados Unidos tendrá un carácter muy diferente, y su motivo principal es el Encuentro mundial de las Familias en Filadelfia. No es ningún misterio que varios comentadores e intelectuales estadounidenses (algunos de ellos incluso católicos) han criticado duramente a Francisco, quien, según la opinión de los primeros, no habría comprendido la importancia del capitalismo estadounidense. El Papa nunca ha puesto en discusión el mercado libre ni el capitalismo, no ha ofrecido nuevas recetas económicas. Por el contrario, ha pedido con fuerza cambios estructurales en esa «economía que mata», es decir en el sistema económico-financiero que idolatra el dinero y provoca exclusión y rechazo. Sus observaciones y las cuestiones que plantea sobre el actual modelo de desarrollo han sido consideradas excesivas por todos los que consideran que la tarea de la Iglesia es la de comprometerse principalmente en batallas culturales sobre temas relacionados con la vida y la familia. Como si la lucha contra la pobreza, el compromiso por una economía más justa y por la salvaguardia de la naturaleza que dejaremos a nuestros hijos y a nuestros nietos no formara parte de la defensa de la vida. 

Al llegar a Estados Unidos (país que nunca ha visitado en toda su vida), Francisco hablará  en el Congreso, privilegio nunca concedido a sus predecesores. Será recibido en la Casa Blanca por Barack Obama, hablará en las Naciones Unidas. El hijo de migrantes italianos, el Papa latinoamericano (como todos los latinos que tratan de pasar la frontera estadounidense buscando un futuro mejor) hablará en el país de las libertades y de las oportunidades, fundado y convertido en un gigante por migrantes. Un país grande y potente a nivel internacional, al que Francisco pedirá mayor compromiso por la paz en el mundo y menor intervencionismo bélico. 

Pero sería un error considerar que la política es la marca de un viaje eminentemente pastoral: Francisco pretende, antes que nada, abrazar a los fieles y pueblos cubano y norteamericano, indicando con gestos (mucho antes que con las palabras) la importancia de esa «conversión pastoral» que ha sugerido a toda la Iglesia, cuya importancia comprenden perfectamente bien el Departamento de Estado y la Casa Blanca, como indican los documentos reservados publicados hace algunos días por el periódico italiano «La Stampa»: los encuentros con las familias, con las personas sin hogar, con los detenidos y con los migrantes serán un ejemplo de ello y en ellos estará el alma de su mensaje. 

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