Francisco advierte que la vida consagrada a menudo “acaba en las posiciones más aberrantes y ridículas”

Francisco advierte que la vida consagrada a menudo “acaba en las posiciones más aberrantes y ridículas”

Reverberando aún el seísmo de la revolución litúrgica del Traditionis custodes, el Papa Francisco, en el video mensaje a los participantes en el Congreso Virtual Continental de Vida Religiosa, programado en Colombia del 13 al 15 de agosto, remacha su posición sobre la lex orandi de la Iglesia.

 

A menudo la vida consagrada “acaba en las posiciones gnósticas más aberrantes y ridículas”, advierte Su Santidad en el vídeo dirigido al congreso de religiosos. Una fe no “inculturada”, insiste, no es auténtica.

No creo que sea injusto señalar que Francisco no es un entusiasta del aspecto contemplativo de la vida religiosa, donde es menos usual “hacer lío”, y en este mensaje aprovecha para saldar cuentas de las críticas recientes a su último motu proprio y recordar lo que fuera el eje del Sínodo de la Amazonia, recomendando a religiosos y religiosas que entren “en la vida del pueblo. Entrad con respeto en sus tradiciones”. Insiste en este punto, al insistir en la necesidad de trazar un camino que “ponga en valor lo que el Espíritu Santo ha sembrado en los pueblos”. Sin esta inculturación, la vida consagrada corre el peligro de caer “en la tentación de la supervivencia”.

“Cuántas veces se hace el cálculo de cuantos hermanos o hermanas” tiene la propia congregación, o “se evalúan las curvas de reducción”. Lo que hay que hacer es “renunciar al criterio de los números, al criterio de la eficacia que podría llevar a convertirnos en discípulos temerosos, cerrados en el pasado y abandonados a la nostalgia”.

Ciertamente, la Iglesia postconciliar solo ha podido insistir en la consigna de “primavera eclesial” cerrando decididamente los ojos a los números y los datos, aunque es, al menos, debatible si mantenerse en el cuadro social y psicológico de los años sesenta no pueda ser un modo de “encerrarse en el pasado, abandonados a la nostalgia”.

Y se saca la espinita del revuelo litúrgico: “Lo hemos visto, por ejemplo, en el mal uso de la liturgia. No es Evangelio cuando lo que cuenta es la ideología y no la realidad de las personas”. 

 

Comentá la nota