El Papa partió junto a sus acompañantes de la Curia Romana para recorrer los 30 kilómetros que separan Roma de Ariccia, el pueblo donde realizará estas jornadas de rezo y lectura. Por este motivo, Su Santidad no celebrará audiencias en toda la semana
El Papa inició el domingo sus ejercicios espirituales de Cuaresma en una pequeña y tranquila localidad romana, donde permanecerá hasta el viernes acompañado por algunos colaboradores para profundizar en temas como "las raíces de la fe".
Francisco partió a bordo de un autobús junto a sus acompañantes de la Curia Romana para recorrer los 30 kilómetros que separan Roma de Ariccia, el municipio donde realizará estos ejercicios espirituales.
Se trata de una pequeña localidad entre los lagos Albano y Nemi, de poco más de 18.000 habitantes y que, asentada entre colinas y alejada de la bulliciosa capital italiana y de la concurrida Santa Sede, constituye un lugar propicio para la meditación.
Por esta razón, Francisco interrumpirá esta semana su agenda y no celebrará audiencias ni públicas ni privadas, ni siquiera la general que preside cada miércoles en la plaza de San Pedro.
Estas jornadas de meditación se llevarán a cabo en la casa del Divino Maestro de Ariccia bajo el lema "Servidores y profetas del Dios viviente" y correrán a cargo del carmelita Bruno Secondin, un docente emérito de Espiritualidad Moderna y Fundamentos de Vida Espiritual en la Universidad Gregoriana de Roma.
El método empleado en el retiro espiritual será el de la "Lectio divina", la lectura meditada y concienzuda de las Sagradas Escrituras que, en palabras de Benedicto XVI, consiste en "permanecer durante un largo periodo de tiempo sobre un texto bíblico, leyéndolo y releyéndolo, casi rumiándolo".
De este modo, mediante la lectura de la Biblia se "escucha" a Dios y, con la oración, se le responde.
Radio Vaticano informó de que estos ejercicios espirituales estarán marcados por la lectura del profeta Elías, una de las principales figuras del Antiguo Testamento.
Vivió durante el siglo IX y fue perseguido por los gobernantes de la época, lo que le llevó a huir al desierto donde, desesperado, llegó a desear la muerte.
Sin embargo, tras ser misteriosamente alimentado con pan y agua, logró caminar durante 40 días y 40 noches hasta alcanzar el monte Horeb (Sinaí), donde, según las Escrituras, Dios se manifestó en forma de viento ligero.
Siguiendo este pasaje bíblico, el padre Bruno reflexionará sobre la autenticidad de la fe y subrayará la necesidad de "regresar a sus raíces", "tener el coraje de decir 'no' a la ambigüedad, pasando de los ídolos fútiles a la verdadera piedad, de la fuga al peregrinaje".
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