Al final la presencia evangélica en las listas no fue significativa

Al final la presencia evangélica en las listas no fue significativa

No obstante, referentes de comunidades evangélicas comenzaron a estar en el radar de los políticos vernáculos, atraídos por su poder de convocatoria en contra del aborto. Los evangélicos crecieron fuerte en los últimos 50 años. El análisis de Sergio Rubin

Si algo dejó en claro la integración de las listas de candidatos para las próximas elecciones es que todo -o casi todo- vale con tal de conseguir un voto. La ciudadanía asistió asombrada en las últimas semanas a las alquimias más extrañas. En ese plan, hubo quienes apelaron a figuras evangélicas, atraídos por el poder de convocatoria que sus iglesias demostraron durante el debate por la legalización del aborto.

En rigor, aquellas manifestaciones - sobre todo la que se realizó en torno al Obelisco en vísperas del crucial tratamiento del proyecto en el Senado - le dieron visibilidad a una presencia evangélica relevante, sea en la concurrencia a sus templos a lo largo y a lo ancho del país, sea en sus obras solidarias en las barriadas populares, sea en la recuperación de adictos, sea en la asistencia a los presos.

Se trata, en definitiva, de un conglomerado que abarca al 11 % de la población, según la última encuesta importante - la del CONICET y cuatro universidades nacionales, que ya tiene varios años -, o sea, alrededor de 4,5 millones de personas, que creció fuerte en los últimos 50 años (el censo de 1960 arrojó que eran el 2,3 %). Además, todo indica que se sigue expandiendo, pero a menor velocidad.

No es solo una cuestión de cantidad lo que interesa a los políticos, sino de fidelidad. En efecto, los evangélicos tienen porcentualmente una mayor concurrencia al templo que otras confesiones religiosas. Y son más cumplidores ante una convocatoria a un acto masivo. Son también mucho más observantes de los principios de su doctrina, por caso en la cuestión del aborto que los católicos. Ahora bien: ¿Eso quiere decir que los evangélicos serían obedientes ante un pedido de un candidato de su confesión religiosa para que lo voten? No parece que vaya a ser así. En todo caso, puede haber un rechazo más o menos extendido a votar por candidatos abiertamente a favor de la legalización del aborto, como de hecho lo pidieron las principales organizaciones evangélicas.

Por lo demás, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) , que agrupa al 85 % de las comunidades evangélicas, no se cansa de repetir que sus iglesias son totalmente prescindentes en materia de política partidaria. Y que si algún pastor o laico abraza una candidatura lo hace a título personal, sin que ello obligue a su comunidad a tener que votar.

Dicho esto, un primer vistazo de la conformación de las listas de candidatos no parece evidenciar una gran presencia de evangélicos, menos aún en las principales fuerzas políticas. Así, la ex diputada Cynthia Hotton - de intenso activismo contra el aborto durante el debate – secunda en la fórmula presidencial a Juan José Gómez Centurión, del partido de derecha Frente Nos.

En tanto, en las recientes elecciones en Santa fe, Amalia Granata - otra conspicua militante contra el aborto - fue secundada en la lista de candidatos a diputados provinciales por el pastor Walter Ghione y un poco más atrás por el evangélico Juan Domingo Argañaraz. Todos ellos entraron dado que la lista consiguió 285 mil votos, o sea, entre seis y siete legisladores.

Además, entre los candidatos a diputados por la ciudad de Buenos Aires del oficialismo se cuenta en octavo lugar Dina Rezinovsky. Mientras que Ana María Parini figura como candidata porteña a senadora nacional por la tradicionalmente católica democracia cristiana. Resta una lectura minuciosa de las listas de los 24 distritos para saber hasta dónde llega la inserción evangélica.

De todas maneras, algo es seguro: la Argentina está muy lejos de una ola electoral evangélica como ocurrió en Brasil en sus últimas elecciones y que contribuyó en gran medida al triunfo de Jair Bolsonaro. Pero, aunque tímidamente en materia de candidaturas, los evangélicos comenzaron a estar en el radar de los políticos vernáculos. Un poco de razón hay que darles.

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