En este sentido, al revés de lo que marcó la historia, fue de los pocos jerarcas de la Iglesia Católica que denunció el terrorismo de Estado. El hombre era oriundo de Azul, provincia de Buenos Aires, aunque se asentó en Viedma, Río Negro, y este domingo falleció a sus 96 años.

Junto a Jorge Novak, Jaime de Nevares y Enrique Angelelli fue de los pocos que en la época más oscura de la historia argentina veló por los Derechos Humanos: “La tortura es inmoral, la emplee quien la emplee", decía.

Vale recordar que comenzó su carrera eclesiástica como sacerdote en 1948, a los 26 años de edad. En 1975 fue designado como obispo de Viedma, poco tiempo antes del golpe militar, y desde allí expuso las desapariciones, secuestros y torturas.