El "factor Cobos", un Highlander de la política mendocina

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Cobos quiere que otro sea el precandidato de su grpo a la Gobernación en 2019, pero si no acepta el desafío, él "está". Qué se sabe. Encuestas.

 

La incidencia de Julio César Cleto Cobos puertas adentro de la UCR no ha sido erradicada, a pesar de los ingentes intentos por ello de parte de sus detractores y de los errores, traspiés y altibajos propios. Inasible, de reacciones intempestivas y personalísimas, forjador de alianzas fuertes pero efímeras, mantiene una coraza personal que no pudo ser atravesada por acción de la maquinaria infernal de su partido. Tampoco puertas afuera de la política, ya que tal vez la historia pueda catalogarlo como el primer "antipolítico político" de Mendoza: ni siquiera le hizo mella el veneno mortal de la opinión pública a raíz de su intempestivo divorcio y nueva vida, información cuya difusión y debate -aceptado por el propio Cobos- estuvo en manos de periodismo de la talla de Jorge Rial y su contexto.

 

El ahora senador nacional Cobos cree que goza de suficiente salud política como para representar un factor de preocupación entre quienes ya ven en su figura -más que en su persona- a un Highlander al que no le pueden cortar la cabeza para quitarle el poder. Frente a la joven disputa por la sucesión de un Alfredo Cornejo que se quedó sin la chance de una reelección al frente del Gobierno, Cobos aparece como jugador. En el radicalismo lo niegan tanta cantidad de veces como las que lo azuzan desde algunos partidos aliados. Los unos preferirían que ya no esté más. A los otros les sirve para agigantarse en medio de su poca o nula existencia solitaria con un nombre de peso al frente de sus reclamos.

 

Resta tiempo para poder ver que será de las barcas de papel sobre las que se han lanzado muchos nombres a las todavía tranquilas aguas preelectorales desde la alianza gobernante. Es de los pocos que pueden hacerle poner "los pelos de punta" a un Cornejo valorado dentro y fuera de su partido, al punto que hasta podría prescindir de algunos aliados que le resultan "molestos" que actúan apresuradamente en forma obtusa, al no comprender y, por ello, no compartir su plan político (solo hasta que les toca pedir un lugar en las listas).

 

Allí Cobos, por ejemplo, llega con flota propia y renovada. Probablemente sea más la tropa que perdió en el camino que la que continúa a su mando, pero hasta eso, en su manejo simbólico, puede aparecer como un valor: una apariencia de "renovación".

 

En lo concreto, el radicalismo aporta el mayor caudal de aspirantes posibles a la gobernación, entre los cuáles los más divulgados son Rodolfo Suárez, Martín Kerchner, Tadeo García Zalazar y Enrique Vaquié. El PRO tiene a Omar de Marchi que asumió la intendencia a sabiendas que lo suyo estaba un escalón más arriba y que construye a lo "Cornejo", es decir, buscando respaldo en gente de muchos partidos políticos diversos y hasta adversos entre ellos, con tal de generar algo más que una barca efímera. Busca madera balsa en peronistas y radicales enojados y los puede llevar tanto hasta el puerto de la alianza gobernante como a cualquier otro, tal su carta en la manga.

 

En Cobos ningún político de su partido parece confiar demasiado, pero está. Dicen que dudan de su relanzamiento y disponibilidad para la hazaña, pero en realidad no parece tratarse a ciencia cierta de una instancia dubitativa, sino de temor. A priori, el senador con vida personal nueva, preferiría que la candidatura a la gobernación la encare alguno de sus intendentes exitosos, como Marcelino Iglesias, por ejemplo. Ya cuenta con su "no" de entrada, pero sabe que tiene su "sí", y el del lasherino Daniel Orozco, a la hora de sumarse al desafío de volver a ocupar el cargo que dirigió entre 2003 y 2007, justo antes de ser el vicepresidente de la República de Cristina Fernández de Kirchner. Pone en aprietos a una mujer que llegó a la política de su mano: la ingeniera Laura Montero, que pregona candidaturas femeninas pero que la tiene para la gobernación ni ella puede serlo. El artículo 115 de la Constitución sostiene: "El gobernador y el vicegobernador no podrán ser reelegidos para el período siguiente al de su ejercicio. Tampoco podrá el gobernador ser nombrado vicegobernador, ni el vicegobernador podrá ser nombrado gobernador. No podrán ser electos para ninguno de estos cargos, los parientes de los funcionarios salientes, dentro del segundo grado de consanguinidad o afinidad. El gobernador tampoco podrá ser electo senador nacional hasta un año después de haber terminado su mandato".

Cobos cree, defiende y sostiene que Cornejo gobierna bien y lo compara con la tarea que realizan en sus municipios los intendentes Orozco e Iglesias. También suelta que merecía la reelección, pero sabe que no tiene esa opción y consideran -en voz baja- lo mismo sobre los "cornejitos" empollados para la sucesión que ellos piensan en torno a él: desconfianza, subestimación y otra vez el miedo: en este caso, que De Marchi termine "pasando por el medio". Por esta última razón creen que Cobos es la reserva que le queda al radicalismo y que lo mejor -al menos en esta etapa- sería que los que son intendentes, conserven esos lugares.

 

Pero el cornejismo piensa lo mismo sobre un resurgimiento de la figura de Cobos: sospechan de una maniobra para quebrar el liderazgo de Cornejo. Están más que seguros que el exvicepresidente puede "jugar" como quiera y ser él quien deje pasar a De Marchi por el medio. Recuerdan una frase de "Cleto", como gustan llamarle cuando destilan su bronca: fue cuando dijo que un obispo siempre quiere ser Papa, no volver a ser cura. Y piensan enrostárselo. "El único que quiso volver no volvió, pero hizo daño", dicen, en forma comparativa y socarrona, en referencia a la intentona por fuera de la estructura oficial de Roberto Iglesias.

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