La evangelización de La Cámpora en plena pandemia

El regreso de Cristina Kirchner devolvió al kirchnerismo la expectativa de mantener el equilibrio previsto en el Gobierno para ejecutar en simultáneo dos planes muy complejos: intentar que sea más lenta la circulación del coronavirus con la extensión de la cuarentena y acelerar los preparativos para la disputa electoral del año que viene. No es que en su ausencia se hayan introducido cambios severos a ese modelo.

Por: Daniel Bilotta  

Aunque algunos detalles fueron omitidos por la supuesta desprolijidad atribuible a lo urgente, un argumento demasiado común en el oficialismo. La opacidad a la que quedó relegado Kicillof tras la reunión de intendentes del conurbano con Alberto Fernández del 23 es la anomalía más importante que Cristina se propuso corregir. El Presidente incorporó a los del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) al comité de emergencia que integra con el gobernador y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La desconfianza recíproca de Kicillof y los intendentes suma otro riesgo a las prevenciones contra la pandemia. El conurbano es la zona crítica donde podría propagarse con mayor velocidad.

La inercia de esa situación atrajo hacia el Presidente a los jefes comunales. El problema es cómo incide Cristina en esa relación a través de Kicillof. El gobernador debe transitar 20 meses de gestión hasta las elecciones. La vicepresidenta no está segura de que eso preocupe demasiado a los intendentes. El deterioro de su imagen pública sería un pasivo electoral que obligaría a dejarlo al margen de la campaña. Alrededor de Cristina abundan las especulaciones en ese sentido. Una de ellas señala a Insaurralde y Granados como agitadores comuneros del cierre de calles para perjudicar la gestión de Berni en el Ministerio de Seguridad. La versión se basa en un hecho casi trivial: las vacaciones en la Patagonia que este verano compartieron los intendentes de Lomas de Zamora y de Ezeiza.

Habladurías frente a otro antecedente: las frecuentes visitas que Berni realizó a José Viñales en la campaña de 2019. Viñales es un puntero de Ingeniero Budge enemistado con Insaurralde, al que suele plantearle disputa interna en el PJ local. A Granados lo entusiasmaría suceder al ministro. Su hijo Gastón administra el municipio de manera interina. Alejandro permanece en el sur a resguardo de un eventual contagio.

 

El origen del conflicto es atribuido a la circular interna 10/20 de la superintendencia de la policía bonaerense. Suspende por tiempo indeterminado los servicios operativos y custodias fijas en los municipios. Es decir, priva a los intendentes de lo que venía ocurriendo hasta ahora: disponer dónde deben prestarse. Pero también confirma su falta de competencia para incidir en las políticas de seguridad que fija la autoridad máxima: Berni. La medida despierta emociones contradictorias. En los intendentes peronistas, una extraña melancolía por Ritondo. Y una inusual empatía entre los de Juntos por el Cambio. No tanto por la reposición de algo parecido a una meritocracia, sino porque intuyen la centralidad del Estado en el futuro inmediato de la sociedad.

Ese tema fue parte del perturbador debate que la mesa nacional de Pro mantuvo la semana pasada por videoconferencia. Los intendentes se sienten más representados por la cercanía de Rodríguez Larreta con el Presidente que por la posición de José Torello y Guillermo Dietrich. El cambio de época es notable. Los intendentes no confían en las respuestas que los exfuncionarios recomiendan: artículos de revistas científicas y academias internacionales. Las diferencias con los exfuncionarios llegan al punto de estigmatizar instituciones prestigiosas. La Universidad de Harvard, por ejemplo. Algo a lo que difícilmente se hubiesen atrevido en un tiempo no tan lejano.

Algunos dirigentes bonaerenses asignan un rol destacado a Fernández en el proceso que se avecina. En el oficialismo, Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis son los más activos en imaginar una confluencia en una gran PASO de todo el espectro moderado del arco político. La estrategia del intendente de Hurlingham y el ministro de Obras Públicas no difiere de la de Cristina, excepto por un delicado matiz. Para la vicepresidenta, esa primaria debería concentrar a todas las expresiones peronistas y evitar que alguna significativa formalice alianza con Juntos por el Cambio. Tal vez la razón detrás del cortés rechazo de Kicillof a la ayuda ofrecida por María Eugenia Vidal. Pero también del comunicado de respaldo al Presidente y sin referencias al gobernador de los diputados opositores en la provincia. Zabaleta y Katopodis impulsan a Fernández para presidir el PJ. Es la herramienta jurídica que sostiene la coalición electoral Frente de Todos. Su dominio equivale a definir candidaturas. Por ahora, el calendario para renovar autoridades no fue modificado. Aunque se descarta que se postergará hasta el invierno.

Un plazo en el que el peronismo se propone evitar que el mito del expertise que maneja para asistir a los que menos tienen sea barrido por los acontecimientos. El intento de concentrar la ayuda social en los intendentes es lo que otorga a esa amenaza un estado latente. Es la inesperada consecuencia del planteo efectuado en la reunión con Fernández en Olivos. La necesidad de un control de los jefes comunales para que sea más eficaz la que distribuyen otros actores es traducida como la oportunidad de limitar la competencia que suponen las organizaciones sociales en ese plano. Con estricta reserva de anonimato, los intendentes señalan al Movimiento Evita. En sus cálculos, habrían multiplicado por ocho sus ingresos por ese concepto en la gestión de Macri. Un velado reconocimiento al expresidente: admiten que la pobreza no creció en esa proporción durante su mandato.

La dificultad reside en la alianza firme que Fernando "el Chino" Navarro y Emilio Pérsico mantienen con el Papa a través de las diócesis más afines. Pero en especial con el movimiento de curas villeros. El padre Pepe Di Paola encabezó la delegación que visitó a Fernández en Olivos la semana pasada, a instancias de Larroque. De antigua y tradicional militancia católica, el diputado nacional es un íntimo confidente de Di Paola, cuya actividad pastoral se desarrolla en Villa La Cárcova, partido de San Martín. Di Paola suele confesar entre íntimos su desilusión por haber sido utilizado contra su voluntad en el proselitismo del frente Cumplir, en 2017.

El sacerdote le planteó al Presidente las limitaciones de la propuesta de los intendentes. Eso incluye utilizar los comedores escolares como canal de distribución. No es seguro que por esa vía se llegue a cubrir la necesidad de toda la economía informal. Además de la desconfianza que profesan por algunos intendentes, es el argumento que tienen en común algunas diócesis del conurbano y el Movimiento Evita. Esa organización fue la elegida por Kicillof para pintar escuelas en el verano. El programa no solo tuvo dificultades por la demora en el envío de fondos a los municipios para financiar los salarios de los piqueteros. También, por los reparos de los intendentes a que realicen los trabajos: por experiencia, dudan de la calificación de esa mano de obra.

La decisión del gobernador no deja de ser curiosa. El enfrentamiento de Cristina con Navarro y Pérsico parece difícil de superar. A menos que la intervención del Papa lo haya puesto en intervalo. Es lo que se desprende del mensaje de apariencias evangelizador que transmite La Cámpora después de que los curas villeros se viesen con el Presidente: "Tenemos la misión de armonizar la articulación de voluntades en el Frente de Todos".

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