Etiquetado de alimentos: ¿Qué comemos?, el debate que llega al Congreso

Etiquetado de alimentos: ¿Qué comemos?, el debate que llega al Congreso

El próximo 13 de julio, comienza a tratarse en comisiones. El lobby empresarial y las discusiones científicas.

El martes 13 de julio comenzará en Diputados el plenario de comisiones para emitir dictamen del proyecto de etiquetado frontal de alimentos. A pesar de que la iniciativa fue impulsada sin grieta por Julio Cobos y Anabel Fernández Sagasti y obtuvo media sanción en octubre del 2020 con 64 votos a favor y solo 3 en contra, su aprobación definitiva no está garantizada. Asociaciones como la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) o el Centro Azucarero Argentino (CAA) rechazan el sistema que se pretende implementar y cuentan con influyentes aliados en la Cámara baja, como Sergio Massa y Pablo Yeldin. Por otro lado, los defensores de la ley lanzaron una fuerte campaña con el objetivo de que la ciudadanía preste atención al debate, que será público, y denuncian presiones y lobby en perjuicio de la salud pública. En otras palabras: empezó el poroteo. 

El proyecto establece que aquellos productos que presenten excesos en nutrientes críticos como azúcares, sodio o grasas deberán tener impreso en su paquete un sello en forma de octógono color negro con “información clara, oportuna y veraz”. Además, pone especial atención en la publicidad, sobre todo aquella dirigida a los menores de edad. El objetivo general es que la población pueda comprender de forma rápida si aquello que está comprando es o no saludable. 

Los números son alarmantes. De acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, el 41,2% de los niños de entre 5 y 17 años tiene obesidad o sobrepeso y en adultos, este porcentaje asciende a 61,6. Los especialistas hablan de una “epidemia” e insisten en que este es un tema de salud pública. 

La visibilidad de este debate crece en la medida que se incorporan las voces de figuras conocidas. La cocinera Narda Lepes, por ejemplo, fue una de las primeras en defender el proyecto: “Pocas veces es tan claro qué está bien y qué está mal. Uno de cada dos chicos tiene problemas de sobrepeso, ¿qué más hace falta?”, aseguró. La periodista y especialista en industria alimentaria Soledad Barruti es otra de las protagonistas mediáticas de la discusión e insiste en visibilizar la trama de intereses del sector: “Esta industria ha puesto en la política a hombres fuertes. Los tucumanos Manzur o Yeldin son un ejemplo. El Estado tiene un enorme negocio con marcas. Si la información en los productos es clara, sería más fácil mostrar que en muchos programas sociales hay alimentos que no deberían estar en comedores, por ejemplo, porque son dañinos para la salud”, afirma. En sintonía con ellas opina Araceli Lebrero, coordinadora de la carrera de Nutrición de la Universidad Nacional de La Plata: “Todos conocemos a alguien que tiene o ha fallecido por enfermedades crónicas no transmisibles. No son un fantasma estas patologías”. 

Sin embargo, entre las figuras conocidas también hay detractores. La doctora en Nutrición Mónica Katz insiste en que este es un proyecto “anti empresas” y pone el foco en que “no contempla a los alimentos recientemente preparados, es decir, lo que se venden en un tren, en un restaurante o en la calle”. Sergio Britos, profesor titular de la carrera de Nutrición de la Universidad Nacional de Entre Ríos, también cuestiona el proyecto y asegura: “Es la primera vez en 34 años de trabajo que veo este nivel de agrietamiento en una cuestión que es estrictamente técnica”. 

Información. La cuestión “estrictamente técnica” de la que habla Britos es la que se pondrá en juego en Diputados. Los defensores de la ley insisten en que la industria rechaza el proyecto básicamente porque la gran mayoría de sus alimentos presentan excesos en nutrientes críticos y publicidad engañosa con el único fin de aumentar ganancias. De hecho, apenas obtuvo media sanción en el Senado Massa viajó a Tucumán y les habló a los productores azucareros: “Tienen que estar tranquilos porque poseen un grupo de diputados que pelean por los intereses”, dijo y habló del impacto económico y no de la salud. 

Sin embargo, en las últimas semanas se activaron argumentos médicos también por parte de quienes se resisten. Básicamente, este sector cuestiona que el proyecto argentino siga las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud. “El perfil de nutrientes de la OPS hoy se utiliza solamente en México. En Chile se usa lo que se llama ‘umbrales fijos de nutrientes’, es decir que se establece un valor fijo que establece si un producto lleva un octógono o no. Este, en cambio, se rige con una proporcionalidad de las calorías”, asegura Britos. Para Lebrero, esto no es algo negativo o un argumento suficiente para no avanzar en la regulación. 

¿Cuál es el impacto de este tecnicismo? Ambos expertos ponen, sin saberlo, el mismo ejemplo: los quesos. Por su composición, este alimento supera (en la mayoría de los casos) el nivel esperable de sodio. Por lo tanto, si la ley se aprueba, todos los quesos aparecerán con ese famoso sello negro. Para Britos, esto es “demonizar” un alimento que es saludable y recomendado por las Guías Alimentarias.

Sin embargo, Lebrero va más allá e insiste en que la información no podría ser jamás interpretada como un problema. “Muchas personas piensan que el queso es un alimento que pueden comer todo el día sin saber qué tiene. Solo se está pidiendo que se advierta si el producto tiene un exceso en algún nutriente crítico. Una cosa somos los profesionales o los pacientes que vienen al consultorio a los que les podemos enseñar qué comprar. Pero un hombre hipertenso de 85 años que se cuida en todas las comidas quizás no sabe que el queso tiene exceso de sodio o que esas galletitas que compra con semillas son las que más sodio tienen”, explica. 

En el 2020, los argumentos de la industria se orientaban a la economía. Por estos días, comparten los expresados por Britos, Katz y una parte de la Sociedad Argentina de Nutrición. En los pasillos de la Cámara se especula con que la gran batalla se dará en los artículos que definen esos famosos “perfiles nutricionales”. Sin embargo, también saben que son minoría y que la gran mayoría de los profesionales de la salud celebran que se esté más cerca de la ley. 

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