Este miércoles llega el último grupo de fieles que viajó a Río de Janeiro

Este miércoles llega el último grupo de fieles que viajó a Río de Janeiro
El primer contingente, arribó el lunes en avión mientras que el último hizo el trayecto en colectivo.

La experiencia fue hermosa porque llegamos a ser 5 millones de personas y vivimos la fe en todos los sentidos: no hubo tumultos, ni problemas y a pesar de que viajábamos apretados y en todos lados teníamos que hacer cola, el espíritu era distinto”. Así calificó Alan Sosa Tello, sacerdote de la parroquia San Roque, su participación en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. El presbítero, que forma parte de la comisión que organizó el viaje a Brasil de la diócesis puntana, arribó a la provincia el lunes a la tarde, junto a un grupo de cincuenta chicos que viajaron en avión y a las alumnas del Colegio Aleluya, que habían ido por separado. Este miércoles llegarán los 250 jóvenes sanluiseños que hicieron el trayecto en colectivo.

“Les impactó ver la universalidad de la Iglesia, al encontrar rostros jóvenes de todos los países y no sentirse solos en la fe y la fuerza de la palabra del Papa. Fue muy sencillo al hablar y los chicos entendieron todo muy claro. Muchos rescataron la situación de peregrinación permanente en la que estábamos por viajar, por cómo compartíamos y por la oración constante”, dijo. Y explicó que la mayoría participaba por primera vez en una actividad eclesiástica tan multitudinaria, ya que sólo algunos coordinadores del contingente habían asistido a la reunión anterior en España en el 2011.

Además, destacó que los jóvenes intercambiaron direcciones de correo y Facebook con católicos de todo el mundo que conocieron durante su estadía en el país carioca y detalló que volvieron más contentos que el resto, porque en la misa del último día, Francisco les dio un mensaje especial a los fieles argentinos: “Que se involucraran, que fueran parte de los cambios sociales, que ‘hicieran lío’ y que no ‘balconearan la fe’, es decir, que no miraran desde afuera, sino que se metieran”.

La delegación puntana se alojó en Campo Grande, una localidad que está a dos horas y media de Río de Janeiro, lo que hacía difícil el traslado y debían levantarse muy temprano. Por eso, decidieron hacerlo sólo para los actos centrales de cada jornada y algunos culturales más pequeños, como obras de teatro y espectáculos musicales. Pararon en el mismo sitio que los contingentes de La Plata, Uruguay y Paraguay y si bien los chicos desayunaban todos en una parroquia, dormían en casas de familias que se habían anotado para recibirlos. “Los mimaron un montón y el día que se fueron a muchos los agasajaron con asado”, comentó el sacerdote.

La jornada comenzó con una ceremonia a cargo del arzobispo de Río de Janeiro el lunes 22 y el martes fue la misa nacional argentina, a la que asistió el Papa y les dijo que quería ver a todos los católicos de su país. El encuentro con Francisco fue dos días después. “Éramos más de 40 mil argentinos. Invadimos el centro de la ciudad. Las colas de gente estaban desde el miércoles a las 11 de la noche porque sólo podían entrar 5 mil y el resto quedamos en la puerta de la catedral” aseguró Sosa Tello y continuó: “Entró, dio un mensaje cortito de 15 minutos y después se dedicó a recorrer y a saludar a todos los que estábamos afuera, que nos ubicaron en fila a lo largo de una avenida. Estábamos bajo la lluvia, todos mojados”.

El itinerario continuó con una bienvenida al Papa a la tarde, el vía crucis el viernes y una peregrinación de 13 kilómetros por el centro de Copacabana el sábado, donde además conocieron los puntos turísticos más importantes. El sacerdote comentó que la última ceremonia fue el domingo, cuando la máxima autoridad de la Iglesia les dio el mensaje de envío a los chicos: “Dijo que no tuviéramos miedo, que esperaba mucho de los jóvenes y que lo habían rejuvenecido a él”.

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