Dos equipos de rugby surgidos en las cárceles se hermanaron en Bouwer

Dos equipos de rugby surgidos en las cárceles se hermanaron en Bouwer

En la prisión de máxima seguridad, se toparon el Águila del Imperio y el Ruaj. Pusieron en juego disciplina y habilidad. El proyecto Espartano funciona desde hace un año y busca que el rugby ayude a la reinserción social. Galería de fotos.

En el módulo MD1 de la cárcel de máxima seguridad de Bouwer, después de sortear las rejas que se abren y cierran a lo largo del pasillo, hay una ronda de jugadores de rugby cordobeses, están todos abrazados y acaban de rodar por el césped, repartir golpes, hacer tackles al del frente. Marcelo Ruiz, el entrenador de uno de los equipos, ofrece una oración en la que recuerda a Pamela, una referente importante para el otro equipo que murió hace una semana. Están todos abrazados, con sus respectivas camisetas, y los amarillos vitorean el nombre de los violetas, y viceversa. Todo un ejemplo de disciplina y compañerismo.

No son los deportistas del Tala Rugby Club ni del Club Universitario de Córdoba, son los jugadores del Ruaj, equipo formado por los internos del penal de Bouwer, y del Águila del Imperio, que llegaron ayer a la Capital desde la cárcel de Río Cuarto para jugar el partido.

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Los Águilas ganaron apenas por dos puntos, en un cotejo que tuvo de todo y ofreció un espectáculo en cada metro de la cancha. El árbitro –uno más en la ronda final– agradeció a los jugadores con un tono de voz emocionado, por el compromiso que mostraron dentro del campo de juego.

Luego del intercambio de escudos y demás presentes, Ruiz les recordó a todos que el deporte les brinda esta gran oportunidad para la vida.

“Esta no es la segunda oportunidad, como suelo escuchar a veces. En la mayoría de los casos, esta es la primera que tienen y hay que aprovecharla, muchachos. La vida nos tackleó y jugamos para recuperar ese campo que perdimos, con nuestras familias y afectos, allá afuera en libertad”, dijo el entrenador, mientras que el silencio rebotaba en las paredes del módulo penitenciario. Después Gregorio, un abogado que colabora con la capilla de Urca, entonó a capela la canción de Alejandro Lerner Volver a empezar, mientras el coro improvisado de voces acompañó a todo pulmón.

“Este es el resultado de la Casa de la Palabra, que es un espacio católico que surgió hace seis años desde la capilla de Urca; un proyecto que presentamos y que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia, al igual que el Servicio Penitenciario en todos sus niveles, apoyó desde un primer momento. Hace un año, nació el proyecto Espartanos, que incorporó el deporte, sumando una noción de solidaridad, equipo y disciplina”, explicó Ruiz.

Desde Espartanos invitan a los internos a estudiar en alguno de los tres niveles educativos que ofrece Bouwer (el 80 por ciento del equipo está estudiando). Un grupo de voluntarios trabaja en el exterior de la cárcel, identificados como “los ángeles”, y hacen seguimiento del proceso de libertad.

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“De los cuatro chicos que salieron desde el inicio del proyecto, uno está en una empresa constructora y otros dos llevan adelante un proyecto productivo personal”, detalló el líder deportista, que además es químico industrial.

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Estos rugbiers son los presos que menos visitas tienen y, según su entrenador, los que más necesitan el cambio de vida. “Son chicos con penas largas y se puede hacer un seguimiento en el tiempo”, concluyó.

El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Farfán, destacó la importancia del rugby dentro de la penitenciaría. “En nuestras cárceles funciona un programa de humanización del contexto de encierro. Para lograrlo, se trabaja con los observatorios de derechos humanos de las universidades nacionales de Córdoba y es muy importante el aporte de toda la sociedad; para eso abrimos las cárceles. El rugby es sumamente positivo para los internos, por la gran disciplina, la fraternidad y el compañerismo que promueve. Vamos a profundizar la actividad”, evaluó el titular de la cartera de Justicia.

El capitán

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Cristian es dueño de la cinta de capitán del equipo y se alegró cuando, en la previa del partido, llegó uno de los últimos gran capitanes que dio Córdoba, Pablo “Cholo” Guiñazú. “El Cholo” les habló de la importancia del deporte en la vida de las personas y compartió su propia experiencia.

“Para nosotros es un cambio de vida. Aprendemos valores y nos superamos como deportistas. Quiero jugar un partido allá afuera, con algunos de mis compañeros”, compartió Cristian.

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