¿Fin de una época?

¿Fin de una época?

Por Jorge Fontevecchia.

El martes por la mañana recibo un mensaje de Ramón Indart, redactor de Política de Perfil.com a quien le gustan las notas difíciles: junto a Julián D’Imperio, investigaron corrupción en un beneficiario del Ministerio de Desarrollo Social, Patria al Hombro, en un artículo publicado hacía un mes con mucha resonancia en la nota titulada: “Una cooperativa del Frente de Todos truchó facturas por al menos $ 4 millones”.

Ramón Indart –Moncho en la redacción– me escribe: “Mañana tenía la exclusiva con Mariano Macri en Perfil, con Edi (Zunino) armamos toda la producción multimedia pero ahora los abogados de Macri, a último momento, dijeron que la quieren hacer con vos y creo que si no les decimos que sí se van a otro medio”.

Hasta ese miércoles que se realizó el reportaje, nunca había visto a Mariano Macri ni a ninguno de los hermanos del ex presidente. A pesar de que realizo más de doscientos reportaje por año, tampoco había pedido entrevistarlo a pesar de la notoriedad que generó la publicación de su testimonio en el libro Hermano, de Santiago O’Donnell. Imaginé primero que allí ya estaba todo dicho y luego, cuando Mariano Macri relativizó alguno de sus testimonios en el libro, pensé que ya no querría volver a hablar. Error subsanado gracias a la perseverancia de Ramón Indart. 

Buena oportunidad para mencionar que sí vengo solicitando infructuosamente reportaje con Mauricio Macri desde hace años sin la misma suerte que otros medios. Vale aclarar que tampoco Cristina Kirchner y su hijo Máximo aceptan ser entrevistados por PERFIL y compartimos el privilegio de ser criticados tanto en el libro de Mauricio Macri como en el de Cristina Kirchner: Macri nos acusa de “maltrato permanente” y Cristina, de ser “peores que Magnetto”. Pido disculpas al lector por repetir el abuso autorreferencial pero es un orgullo periodístico de esta redacción exhibir la misma distancia crítica de los dos ex presidentes que resultan significantes de la polarización en la política argentina, a nuestro juicio el mayor problema que enfrenta nuestra sociedad y nos impide salir del estancamiento en que nos encontramos desde hace más de una década.

Pero quizás, aunque puede parecer lo contrario, la sociedad argentina se esté hartando de la polarización y estemos cursando el último tramo del reinado de la grieta que, como las estrellas fugaces, brilla más intensamente antes de comenzar a apagarse. La historia reciente argentina tiene varios ejemplos de políticos y medios que representaron un sentimiento coyuntural de la sociedad y cómo pasaron de la máxima visibilidad a la opacidad.

Desde esta columna se viene sosteniendo que si con Cristina no alcanzaba en 2019 menos alcanzaría en 2023 con ella o la persona que mejor la encarne. Lo mismo: menos le alcanzaría a Macri, cuatro años después de dejar la presidencia, con la jubilación impuesta por Rodríguez Larreta ya para 2021. Su hermano Mariano dice, al final del reportaje, que lo motiva volver a hablar porque, refiriéndose a Mauricio, “en su libro pone Primer tiempo, tal vez crea que habrá un segundo. No quiero eso para mi país. Quiero gente honesta”.  

Probablemente, la pérdida de gravitación de Mauricio Macri en la política argentina actual sea a la vez un síntoma de la propia pérdida de gravitación política de Cristina Kirchner, no correctamente percibida y sobredimensionada como también lo fue Macri. Uno y otro son mutuamente causa: la pérdida de intensidad de la estrella de uno sería la del otro y una señal del inicio del camino de curación de la sociedad de su estado de emoción violenta donde el pensamiento crítico está anestesiado por la exaltación.

Este viernes, Cristina Kirchner, al terminar su alegato en el juicio por el memorándum con Irán, teniendo razón respecto al disparate jurídico de esa causa pero sabiendo que en la Corte Suprema hay por lo menos tres votos que condenarán hechos probados de corrupción cuando llegue su turno sin importar a quien afecte, al borde de las lágrimas, dijo: “Parece ser que no lo entienden, que solo se rigen por lo que ven en los diarios, no pueden tener pensamiento propio para poder analizar un poco más profundamente de lo que sale en la televisión o en un diario, así nos va y así nos va a ir a los argentinos, así les fue a muchos argentinos que no quisieron vacunarse porque les habían dicho por la radio y la televisión que la vacuna era veneno, que se le pegaban los imanes o cualquier de las barrabasadas que han dicho durante esta verdadera tragedia que es la pandemia. La verdad es que si no tomamos conciencia de lo que nos ha pasado a los argentinos en los últimos años, difícilmente podremos encontrar un camino después de esta pandemia”. 

Se refería a la relación que ella establece entre los juicios que enfrenta, como el del memorándum con Irán, y la posterior ganancia que habrían obtenido con la timba financiera los fondos que vinieron con Macri, a su juicio los autores intelectuales de la campaña de desprestigio y lawfare que ella padeció. Vale recordar que entre los mayores fondos de inversión del mundo, Black Rock y Templeton, que vinieron a ganar plata con el carry trade en esa timba financiera de la Argentina de Macri, no alcanzaron a huir antes de la devaluación y perdieron 3 mil millones de dólares.

La vida es un poco más compleja y las explicaciones no se agotan en las limitaciones cognitivas de Cristina Kirchner y de Macri. Las causas se encuentran en la elección de ellos que hizo una sociedad que se dejó ilusionar con la idea de una fácil salida erradicando “al malo de enfrente”. Lo bueno sería que realmente se estuviera produciendo un sincretismo entre las coaliciones en pugna donde los significantes de la polarización más extrema sigan perdiendo preponderancia en la discusión electoral, independientemente del rating que obtengan en los medios sesgados para satisfacer mejor a una minoría.

En Juntos por el Cambio ya pasó. Quizás sea señal de que sucederá lo mismo en el Frente de Todos después de noviembre.

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