La presidenta del interbloque oficialista en el Concejo Deliberante de Ensenada, Silvina Nardini, expresó duras críticas respecto a la cantidad de residuos sólidos urbanos que llegan desde la La Plata a través del arroyo el Gato que desemboca en Río de La Plata, a pocos metros de la toma de agua de la planta potabilizadora Donato Gerardi de Punta Lara.

“Desde hace años los concejales de Ensenada venimos solicitando a las distintas administraciones de la comuna platense que arbitren los medios para contener los residuos provenientes de dicha ciudad pero no tenemos respuesta”, se quejó Nardini.

“Pensábamos que parte de ello se iba a solucionar con el traslado de las familias que vivían a la vera del arroyo y que se dedican al reciclado urbano, lo cual deja como saldo el descarte de dicha actividad hacia el río”, dijo la concejal.

Y continuó: “Lamentablemente y, a pesar de las inversiones millonarias en el pago a empresas privadas para la recolección de residuos, el barrio donde esas familias fueron reubicadas no conoce de tal servicio a cargo de la comuna. Se genera no sólo la grave contaminación de las aguas, sino que además expone a los vecinos platenses, en condiciones de vulnerabilidad, a situaciones de falta de higiene extremas”.

Nardini hace referencia al conglomerado de viviendas construidas en el barrio “El Mercadito”, donde fueron reubicadas unas 400 familias como parte de las obras complementarias del plan hidráulico iniciado luego de la trágica inundación del 2 de abril de 2013.

Como en el nuevo barrio no hay recolección de residuos, los vecinos tiran la basura a la vera del arroyo El Gato. Para mostrar esta problemática, el oficialismo de Ensenada difundió unas tomas áreas que muestran un verdadero basural a cielo abierto a unos metros del cauce de agua.

“A esta situación se suma la problemática de los desechos de los residuos cloacales sin tratamiento que desde hace varios años se viene denunciando desde diferentes ámbitos de la comunidad de la región”, agregó la concejal.

Y concluyó: “El Arroyo el Gato, protagonista de obras anunciadas con bombos y platillos por Garro y Vidal, no es más que la muestra fehaciente de un proyecto político que acostumbra gobernar para los poderes concentrados, en detrimento de la salud de la población”.