El Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia viajará a La Habana para encontrarse con los delegados del gobierno y la guerrilla
por Luis Badilla
Mons. Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja y Presidente del Episcopado colombiano, confirmó a “WRadio” su intención de viajar el próximo lunes 17 a La Habana para encontrarse con las delegaciones del gobierno del presidente Manuel Santos y de las FARC, que están negociando la paz desde hace dos años. El prelado aclaró también que las partes han sido informadas de su presencia en Cuba y que cuenta con el apoyo del Episcopado y del Nuncio Apostólico, mons. Ettore Balestrero. Obviamente no se trata del primer encuentro. Desde que comenzaron las negociaciones, mons. Castro Quiroga ya se reunió otras veces con representantes de ambas partes en conflicto, pero en este momento, tras haber alcanzado importantes acuerdos, el proceso se encuentra en la fase final, la más delicada y frágil. Según los trascendidos, se trata de determinar “la forma y la fórmula” para cerrar la negociación y sobre todo para darle a los Acuerdos una solemnidad constitucional y democrática, estable y duradera. El interés de la prensa colombiana –y no solo de ella- por el viaje de mons. Castro Quiroga está obviamente relacionado con las declaraciones de las FARC, que a través del jefe negociador de la guerrilla expresaron la “aspiración” de encontrarse con el Papa Francisco durante la visita que el Pontífice hará a la isla entre el 19 y el 23 de septiembre. No hay todavía ninguna respuesta oficial de parte de la Santa Sede, sobre todo porque, por una parte, parece un poco prematuro tomar decisiones (que le corresponden solo al Santo Padre) y por el otro no resultan completamente claras las características ni el objetivo del encuentro. En estas horas los medios colombianos especulan, sin ninguna información concreta, que el encuentro podría concretarse el 19 o el 20 de septiembre, los únicos días que Francisco estará en La Habana. Es sabido que el Santo Padre nutre una especial “solicitud” por el pueblo colombiano, “en guerra permanente” desde hace más de medio siglo; una “guerra interna” que ha dejado más de 200.000 muertos -de los cuales 170.000 son civiles no combatientes- y más de 5 millones de prófugos y desplazados, así como enormes daños materiales, psicológicos y morales imposibles de calcular.
Hace dos días, en una carta a los participantes del XVIII Encuentro del Poder Judicial colombiano, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede afirma: “Su Santidad acompaña con la oración los trabajos, para que, en el cuadro de la institucionalidad, contribuyan con coraje y creatividad a identificar soluciones que refuercen la paz y la justicia, en el respeto del ordenamiento jurídico nacional e internacional. De tal manera, el Encuentro ayudará a la construcción de una sociedad cada vez más incluyente y a conseguir una paz estable y duradera”. Por último, hay un tema no menor que las diplomacias mantienen bajo control y análisis permanente. Es de dominio público que una parte no menor de las FARC actúan desde hace años en colaboración con el narcotráfico, y en este contexto se acuñó la conocida expresión “narco-guerrilla”. Por eso la perspectiva de un encuentro con el Papa debe tener muy presente tanto el riesgo de manipulación con fines de propaganda (poco probable pero siempre posible) como la afirmación de un nuevo y creíble “rostro” de la guerrilla, no solo como fuerza de paz confiable sino también firmemente encuadrada en el derecho y las leyes del país, y claramente opuesta al narcotráfico.
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