Desunidos por el Cambio: todos contra todos

Desunidos por el Cambio: todos contra todos

La guerra de facciones en la oposición que le impide aún mostrarse como una alternativa de poder.

Aesta altura del año, da la impresión de que, en realidad, el Gobierno le hizo un favor a la oposición al patear hacia adelante el calendario electoral. Es común escuchar en los medios el llamado sensato a la clase política para que, en el peor momento sanitario y económico, supere de una vez por todas la grieta y busque consensos. Sin embargo, ese reclamo bienintencionado suena hoy tan ingenuo como ambicioso, si tenemos en cuenta que ni siquiera al interior de los dos grandes bandos que parten a la Argentina hay cohesión. Si el oficialismo no logra ocultar sus tensiones internas, Juntos por el Cambio tampoco se queda atrás.

El más reciente chisporroteo dentro de la coalición opositora lo protagonizó Elisa Carrió, con su declaración en contra de una eventual segunda presidencia de Mauricio Macri. De paso, Lilita también le dio lecciones públicas a Patricia Bullrich sobre cómo denunciar con eficacia la falta de transparencia K.

El affaire Pepín, que dejó en offside al macrismo por la movida del operador judicial Fabián Rodríguez Simón de quedar como prófugo con pedido de captura internacional de la Justicia argentina, también forzó al ex presidente y a su ex candidato a vice a darle lecciones públicas de comportamiento procesal a uno de los suyos.

Todo parece girar en torno a la madre de todas las batallas en el PRO, que es la puja por el liderazgo futuro entre Horacio Rodríguez Larreta y Macri. Esa pulseada arrastra a otras fichas pesadas de este tablero retorcido, como es el caso de María Eugenia Vidal y Jorge Macri, por dar apenas dos nombres famosos.

El primo Macri se siente cada día más obligado a hacer declaraciones desafiantes hacia otros candidateables PRO (como Diego Santilli, por ejemplo), igual que un perrito que marca territorio, por las dudas. Y aunque todos admiten que Vidal sería la “candidata natural” para jugar en Provincia, la ex gobernadora duda y se comporta como una precandidata porteña: esta actitud puede tener mucha lógica en la rosca interna de JxC, pero para los millones de bonaerenses de a pie que la votaron y la volverían a votar, no puede no verse como un abandono oportunista o temeroso de su base territorial. Es paradójico que los voceros PRO critiquen tanto la “invención” del AMBA por parte del kirchnerismo pandémico, pero cuando piensan en candidaturas, el larretismo deambula de un lado a otro de la General Paz sin ruborizarse.

Pero a este laberinto hay que sumarle más confusión, para no dejar afuera las pretensiones del radicalismo y del Properonismo o “peronismo republicano”, en sus distintas variantes. Todo suma, es cierto, pero si no se coordina a tiempo para las elecciones, seguro que resta.

¿Qué le pasa a la oposición? Hay que entender que lo normal luego de una derrota en las presidenciales es que cualquier coalición se atomiza internamente por un tiempo, se desorienta, saca sus trapitos al sol y ensaya su autocrítica y autodepuración, al menos hasta que el nuevo gobierno agota su luna de miel y empieza a defraudar a las mayorías. Por culpa de la pandemia, este proceso se adelantó y agarró al PRO & Asociados en la mitad del río. En lugar de jubilar a Macri, la nueva normalidad le dio más vidas en el videogame de la política. Y entonces los líderes PRO luchan entre sí en el momento equivocado, y aparecen menos convencidos de ser una alternativa unificada contra el kirchnerismo que la masa creciente de votantes anti K.

Comentá la nota