¿Dentro o fuera de Cambiemos? La encrucijada de la UCR post 10 de diciembre

¿Dentro o fuera de Cambiemos? La encrucijada de la UCR post 10 de diciembre

Más allá del resultado electoral de octubre, el radicalismo espera un escenario distinto hacia el futuro. Si bien la mayoría imagina la continuidad de Cambiemos como espacio, también quieren nuevas reglas de juego.

 

Desilusión y oportunidad perdida. Esas sensaciones se replican en dirigentes radicales. Sienten que las condiciones generadas a partir de Gualeguaychú permitieron a Cambiemos llegar al Gobierno, pero que la sucesión de errores posteriores impidieron una gestión exitosa. Y que, justamente por esa mala praxis, hoy el riesgo sea “volver al populismo”.

Cambiemos demostró su efectividad como coalición electoral en 2015. Sin embargo, no pudo replicar esa experiencia al frente del Ejecutivo. Desde el radicalismo reconocen lo evidente: el que gobernó fue el PRO. Queda lejana –y parece poco– aquella oferta a Ernesto Sanz para que integre el gabinete nacional. En el Congreso, sin embargo, Cambiemos sí funcionó como una coalición, tal vez porque allí sí las fuerzas del PRO, la UCR y la Coalición Cívica estaban algo más repartidas.

En el contexto actual, lo cierto es que es difícil pensar en el mediano plazo. ¿Seguirá existiendo Cambiemos como espacio político? Imaginar la situación de la UCR –tal vez el único partido que sigue funcionando como en el siglo pasado, por lo bueno y por lo malo– a fin de año se compara con pensar en el siglo 22.

Antes, claro, están las elecciones generales del 27 de octubre. Al igual que lo hace Mauricio Macri en cada aparición, no pierden las esperanzas de dar vuelta el resultado y darán lucha. No solo se juegan la batalla presidencial, sino también buscarán sumar bancas de diputados y senadores. Y en Mendoza, el 29 de septiembre, tienen una lucha clave: Rodolfo Suárez buscará suceder a Alfredo Cornejo como gobernador. Si bien se impuso en las primarias, se espera una contienda pareja frente a Anabel Fernández Sagasti, senadora kirchnerista.

 

Pero más allá de que muchos prefieran no pensar en el largo plazo, la visión que prima es la de dar la lucha dentro de la coalición. Es decir, disputar con el PRO pero dentro del mismo frente. “Hay tristeza, porque las cosas se podrían haber hecho mejor. Pero no veo una ruptura. En los espacios de poder del partido hay optimismo” revela un dirigente radical.

Ese optimismo en esta situación puede resultar desconcertante. Pero en las semanas posteriores a las primarias los dirigentes radicales han demostrado una mayor adaptación a la derrota que sus socios del PRO. La experiencia los ayuda a superar el mal trago. A contramano, en 2003 había sido la última derrota en las urnas para el partido de Macri, cuando aún no se llamaba PRO.

Hay, sin embargo, algunos sectores descontentos en el ecosistema radical. Como Juan Manuel Casella, quien publicó una columna en Clarín el lunes y sostuvo que Cambiemos es una “experiencia agotada” y que “su ciclo está cumplido”. Pero lo cierto es que estas voces son las mismas que se escuchaban antes de la convención nacional, que se realizó hace tres meses. Allí se ratificó Cambiemos con 261 votos a favor y 14 en contra. El mal resultado en las PASO no parece haber cambiado demasiado la ecuación. Por lo menos por ahora.

En el caso de que se confirme la derrota de Macri en octubre y la UCR y el PRO continúen en el mismo espacio, los radicales sí buscarán redefinir los términos del acuerdo. Pretenden un esquema con mayor nivel de acuerdo, más parecido a lo que se vivió en el Congreso que en la Casa Rosada durante estos años. La Concertación chilena vuelve a ser el modelo, aunque suene a lugar común.

Hacia el futuro hay incógnitas y certezas. Si se confirma la derrota de Juntos por el Cambio en octubre, y la gestión de Macri pasa a la historia como un mal gobierno, ¿qué costos asumirá la UCR? Para algunos, será muy distinto a la reconstrucción post Fernando De la Rúa. Es que, como en la práctica gobernó el PRO, los costos serán del PRO. Para otros, sin embargo, “estamos todos en el barco. No podemos ser socios en la victoria pero no en la derrota”.

En cuanto a las certezas, hay una falencia incontrastable. La UCR carece de grandes nombres propios para dar una pelea a nivel nacional. A esta altura ya se convirtió en una constante: tras la caída de De la Rúa, ningún radical se postuló a presidente con posibilidades reales de acceder al poder.

Martín Lousteau, candidato a senador

La esperanza para algunos es Martin Lousteau, quien se afilió a fines de 2017. Es el único con un alto nivel de conocimiento, es joven y quiere proyectarse. Su recorrido zigzagueante genera algunos reparos en muchos de sus correligionarios. Las figuras relevantes del partido no muestran una gran potencialidad en las urnas. Gerardo Morales y Alfredo Cornejo han sido valorados en sus provincias, pero hoy no tienen proyección nacional. Mario Negri quedó golpeado por el desastre de la interna cordobesa con Ramón Mestre.

Después de que le hayan expedido varias actas de defunción, la UCR sobrevivió a sus crisis y a las del país. Con la certeza de que de una forma u otra sobrevivirán a esta también, se ocupan de reducir los efectos negativos de la coyuntura actual y de llegar lo mejor posible a octubre.

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