Se puede disentir. Se puede discutir. La sal de la vida, de la militancia, de la política, y también de la vida de la Iglesia, es el debate, el diálogo y también la discusión.
A través de las crónicas impecables de Federico Wals conocimos una Iglesia que abre el juego, que pregunta, discute y también se interpela. Que reafirma a la educación como la gran herramienta mejoradora e igualadora. No hay dudas, el avance educativo nos va a sacar de todas las crisis que tengamos como sociedad.
Pasaron nombres importantes, desde la política, la educación y la Iglesia. El Cardenal Mario Poli nos invita a ir por más: Nunca hay que abandonar esa utopía de ir por más, de aspirar a algo mejor. ¿Y qué sería en la Argentina de hoy? Discusión sin crispación, ideas superadoras, construir sin destruir todo lo logrado, priorizar a los que menos tienen, y que las chicanas políticas no se lleven puesto el gran desafío que es gobernar para la gente. Y si de soñar se trata, que el pueblo sea el soberano, y que los medios hegemónicos, y los poderes económicos, no quieran manejar a los gobiernos y al país.
Porque contra lo que algunos creen, la Iglesia argentina puede tener profundas diferencias con el gobierno, pero también las tiene con Clarín, con algunos partidos de la oposición, y con sectores económicos dominantes. Esta no es la Iglesia del 30 o del 45, o del 76. Bergoglio representa el sector más abierto, progresista y consagrado a los más necesitados. Y eso repercute en nuestro país.
Bergoglio abre el juego, quiere escuchar a todos, y eso lo replica la nueva Conferencia Episcopal, que le renovó la confianza a Arancedo precisamente porque ha logrado tender puentes, mantenerse libre, independiente y equidistante. Porque así debe ser. Porque pasarán gobiernos, estados, países, medios y grupos económicos, pero la iglesia va a seguir. Firme y presente.
Quizás la mejor imagen, el símbolo de la pastoral social desarrollada en los últimos días, sea esa mesa conformada por Valdes, Poli, Horacio Ghilini, Accaputo, Sileoni y Bullrich. Peronismo puro, gobierno nacional y porteño, y hombres de base de la iglesia. Un ejemplo cabal de aquello de tender puentes.
Esto es lo que quieren Francisco y su iglesia. No más grieta, ni crispación ni odio. La Iglesia siempre va a abrir la puerta para todos. Para el diálogo, y la búsqueda de entendimiento. Hay un núcleo duro de temas que no se negocian: Defensa de la vida, opción por los pobres, tolerancia cero a los abusos, no a la corrupción, perfil bajo y austeridad.
A partir de ese primer entendimiento, todo se puede hablar, y todos los acuerdos se pueden alcanzar. Hay que seguir por este camino trazado. Aprendamos, todos, a caminarlo.
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