No se dejen engañar por «redes sociales» y «reality shows», falsas imágenes de la realidad

No se dejen engañar por «redes sociales» y «reality shows», falsas imágenes de la realidad

Mensaje de Francisco a los jóvenes del mundo para la JMJ de 2017: «La Iglesia no es un “flashmob” en el que cada uno, cuando acaba, se va por su camino», «¡tomen en sus manos la vida y hagan cosas grandes!»- Mirá el video.

Por SALVATORE CERNUZIO

 

La Iglesia no es un «flashmob» y la vida no es un «reality show». Los jóvenes no deben «reiniciar» su pasado ni «archivarlo en una nube» virtual, sino que deben salvar la memoria de los eventos y de las experiencias vividas, incluso las experiencias negativas, para ver con «valentía» el presente y con «esperanza» el futuro. 

 

Papa Francisco le habla a los jóvenes y como un joven en el Mensaje que envió en ocasión de la 32 Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará a nivel diocesano el próximo Domingo de las Palmas, 9 de abril. Bergoglio comenzó del recuerdo del «maravilloso encuentro» de la JMJ de julio del año pasado en Cracovia: «experimentamos con fuerza la fraternidad y la alegría, y dimos al mundo un signo de esperanza; las distintas banderas y lenguas no eran un motivo de enfrentamiento y división, sino una oportunidad para abrir las puertas de nuestro corazón, para construir puentes». 

 

Y después reflexionó sobre el tema del evento: ««El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (Lucas, 1, 49), del Magnificat, para mostrar el ejemplo de María, «muy joven» y valiente mujer de Nazaret, que «no se encierra en casa, no se deja paralizar por el miedo o el orgullo. María no es la clase de personas que para estar bien necesita un buen sofá donde sentirse cómoda y segura. No es una joven-sofá. Si su prima anciana necesita una mano, ella no se demora y se pone inmediatamente en camino», exclamó el Papa recordando la expresión que utilizó durante la vigilia en el Campus de la Misericordia. 

 

La Virgen, aseguró, «nos acompaña en el camino hacia Panamá», «y quise que este itinerario —explicó en un video mensaje que acompaña el texto— se hiciera en sintonía con la preparación del próximo Sínodo de los Obispos, que está dedicado a ustedes, los jóvenes»: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, durante el cual, «nos interrogaremos sobre cómo viven ustedes, los jóvenes, la experiencia de fe en medio de los desafíos de nuestra época. También vamos a abordar la cuestión de cómo se puede desarrollar un proyecto de vida discerniendo su vocación, tomada en sentido amplio, es decir, al matrimonio, en el ámbito laical y profesional, o bien a la vida consagrada y al sacerdocio. Deseo que haya una gran sintonía entre el itinerario que llevará a la JMJ de Panamá y el camino sinodal». 

Todo ello con la certeza de que «cuando Dios toca el corazón de un joven o de una joven, se se vuelven capaces de grandes obras. Las “cosas grandes” que el Todopoderoso ha hecho en la vida de María nos hablan también del viaje de nuestra vida, que no es un deambular sin sentido, sino una peregrinación que, aun con todas sus incertidumbres y sufrimientos, encuentra en Dios su plenitud». Entonces, aunque sean débiles, limitados, pecadores, «como la joven María, los jóvenes «pueden hacer que su vida se convierta en un instrumento para mejorar el mundo. Jesús los llama a dejar su huella en la vida, una huella que marque la historia, su historia y la historia de muchos». 

 

Y, hablando de historia, Francisco invitó a las nuevas generaciones a ver también hacia el pasado. «Ser joven no significa estar desconectado del pasado», explicó: «nuestra historia personal forma parte de una larga estela, de un camino comunitario que nos ha precedido durante siglos». Y «la historia de la Iglesia nos enseña que, incluso cuando tiene que atravesar mares revueltos, la mano de Dios la guía, le hace superar momentos difíciles. La verdadera experiencia en la Iglesia no es como un “flashmob”, en el que nos damos cita, se realiza una performance y luego cada uno se va por su propio camino, afirmó Bergoglio. Es más, la larga tradición de la Iglesia, «se transmite de generación en generación» y «se enriquece al mismo tiempo con la experiencia de cada individuo»: «También su historia tiene un lugar dentro de la historia de la Iglesia», recordó el Papa a los jóvenes. 

 

Por lo tanto, «hacer memoria del pasado sirve también para recibir las obras nuevas que Dios quiere hacer en nosotros y a través de nosotros. Y nos ayuda a dejarnos escoger como instrumentos suyos, colaboradores en sus proyectos salvíficos». Es cierto que «a algunos, heridos por las circunstancias de la vida, les gustaría “reiniciar” su pasado, ejercer el derecho al olvido», admitió el Papa. Pero no hay que olvidar que «no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro. La perla nace de una herida en la ostra. Jesús, con su amor, puede sanar nuestros corazones, transformando nuestras heridas en auténticas perlas».  

 

Entonces, los recuerdos no deben «quedar amontonados, como en la memoria de un disco duro. Y no se puede almacenar todo en una “nube” virtual. Tenemos que aprender a hacer que los sucesos del pasado se conviertan en una realidad dinámica, para reflexionar sobre ella y sacar una enseñanza y un sentido para nuestro presente y nuestro futuro. Descubrir el hilo rojo del amor de Dios que conecta toda nuestra existencia es una tarea difícil —admitió el Papa— pero necesaria». 

  

«Muchos dicen que vosotros, los jóvenes, sois olvidadizos y superficiales. ¡No estoy de acuerdo en absoluto!», añadió el Papa, aunque reconoció que «en nuestros días tenemos que recuperar la capacidad de reflexionar sobre la propia vida y proyectarla hacia el futuro». «Tener un pasado no es lo mismo que tener una historia. En nuestra vida podemos tener tantos recuerdos, pero ¿cuántos de ellos construyen realmente nuestra memoria? ¿Cuántos son significativos para nuestros corazones y nos ayudan a dar sentido a nuestra existencia? En las «redes sociales», aparecen muchos rostros de jóvenes en multitud de fotografías, que hablan de hechos más o menos reales, pero no sabemos cuánto de todo eso es «historia», una experiencia que pueda ser narrada, que tenga una finalidad y un sentido». 

 

El Papa advirtió sobre las falsas proyecciones de la vida como programas de televisión llenos de los llamados «reality shows»: «no son historias reales, son sólo minutos que corren delante de una cámara, en los que los personajes viven al día, sin un proyecto. No se dejen engañar por esa falsa imagen de la realidad. ¡Sean protagonistas de su historia, decidan su futuro!». 

 

Y les ofreció algunas indicaciones prácticas: «Al final de cada jornada podemos detenernos unos minutos a recordar los momentos hermosos, los desafíos, lo que nos ha salido bien y, también, lo que nos ha salido mal. De este modo, delante de Dios y de nosotros mismos, podemos manifestar nuestros sentimientos de gratitud, de arrepentimiento y de confianza, anotándolos también, si queréis, en un cuaderno, una especie de diario espiritual». Esto, explicó el Pontífice, «quiere decir rezar en la vida, con la vida y sobre la vida y, con toda seguridad, les ayudará a comprender mejor las grandes obras que el Señor realiza en cada uno de ustedes. Como decía san Agustín, a Dios lo podemos encontrar en los anchos campos de nuestra memoria». 

 

El Papa animó a los jóvenes a «no quedarnos sólo anclados en los problemas y las dificultades». Por el contrario, indicó, deberían convertir sus vidas en «un don para toda la humanidad». Y esto solo es posible, subrayó, gracias al encuentro entre los jóvenes y los ancianos, una «extraordinaria fuente de riqueza». «¿Qué importancia les dan a sus ancianos, a sus abuelos?», preguntó Francisco. «Ustedes, con sobrada razón, aspiran a “emprender el vuelo”, llevan en su corazón muchos sueños, pero tienen necesidad de la sabiduría y de la visión de los ancianos. Mientras abren sus alas al viento, es indispensable que descubran sus raíces y que tomen el testimonio de las personas que les han precedido». 

  

«Es verdad que tienen pocos años de vida y, por esto mismo, les resulta difícil darle el debido valor a la tradición. Tengan bien presente que esto no significa ser tradicionalistas. No. Cuando María en el Evangelio dice que “El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí”, se refiere a que aquellas “cosas grandes” no han terminado, sino que continúan realizándose en el presente. No se trata de un pasado remoto. El saber hacer memoria del pasado no quiere decir ser nostálgicos o permanecer aferrados a un determinado período de la historia, sino saber reconocer los propios orígenes para volver siempre a lo esencial, y lanzarse con fidelidad creativa a la construcción de tiempos nuevos». 

 

De hecho, sería un problema, advirtió Bergoglio, y no le haría bien a nadie, «fomentar una memoria paralizante, que impone realizar siempre las mismas cosas del mismo modo». Por otra parte, «una sociedad que valora sólo el presente tiende también a despreciar todo lo que se hereda del pasado, como por ejemplo las instituciones del matrimonio, de la vida consagrada, de la misión sacerdotal. Las mismas terminan por ser consideradas vacías de significado, formas ya superadas. Se piensa que es mejor vivir en las situaciones denominadas “abiertas”, comportándose en la vida como en un reality show, sin objetivos y sin rumbo». 

 

«¡No se dejen engañar!», recomendó el Papa. «Dios ha venido para ensanchar los horizontes de nuestra vida, en todas las direcciones. Él nos ayuda a darle al pasado su justo valor para proyectar mejor un futuro de felicidad. Pero esto es posible solamente cuando vivimos experiencias auténticas de amor, que se hacen concretas en el descubrimiento de la llamada del Señor y en la adhesión a ella». Es esta, concluyó Francisco, «la única cosa que «nos hace felices de verdad». 

Comentá la nota