Dejadez y peligro a la vista: carteles rotos y cables que afean la ciudad

Dejadez y peligro a la vista: carteles rotos y cables que afean la ciudad

De unas mil columnas cuelgan carteles publicitarios en mal estado. Postes inclinados y con óxido recrudecen el abandono. La licitación venció pero siguen colocándose nuevos, que rápidamente se deterioran, atravesados por una maraña de cables.

El mal estado de los carteles amarrados a los postes de alambrado público en distintos sectores de la ciudad, en general atravesados por un embrollo de cables de electricidad, telefonía e internet que conlleva un peligro inminente, persiste y se deteriora con el paso del tiempo ante la falta de soluciones.

El enjambre de cables enmarañados que suelen rodear a estos carteles, en muchos casos rotos, desprendidos o a punto de descolgarse de postes percutidos por los efectos del clima, no hacen más que afear a la ciudad y ensuciar la imagen del sector costero, las avenidas y los paseos comerciales.

Deplorable estado

Con tensores oxidados y la corrosión a la vista de todos, en Mar del Plata hay actualmente más de mil columnas explotadas comercialmente en múltiples zonas, todas ellas con un denominador común: el deplorable estado de los carteles o lo que queda de ellos.

La licitación de este tipo de publicidad caducó hace alrededor de seis meses. Sin embargo, sin control y bajo dudosa autorización, en este tiempo se han colocado más carteles que los intensos vientos de la época se encargan de arrancar, a veces en cuestión de días.

Mientras que una pequeña porción de los carteles son periódicamente renovados y reciben mantenimiento, en la mayoría de los casos dejan en evidencia una dejadez que avergüenza, con banners destrozados, parcialmente arrancados o directamente desprendidos de las columnas por el efecto de las inclemencias climáticas y el paso del tiempo.

En la zona céntrica se advierten carteles decolorados por las precipitaciones, como así también otros rotos e ilegibles, o bien inexistentes, de los cuales solo se ven los tensores en mal estado y los cables atravesados, ya que los banners se han volado.

Sobre el paseo costero, el problema se intensifica. Muchos de los banners dejan en evidencia su dejadez y deterioro natural al estar visiblemente percutidos por el salitre del mar, las precipitaciones y los fuertes vientos, en varios casos a medio desprender. En algunas columnas, los carteles ya ni siquiera están y solo quedan los soportes oxidados.

Por encima o debajo de lo que queda de estos carteles, un enjambre de cables grises y negros, en muchos casos olvidados, en desuso, superpuestos o flojos, alimentan la postal del abandono sobre los postes.

Luego de cada temporal o días ventosos, el tendido eléctrico sufre fuertes daños: los más graves son reparados horas después para restituir el suministro, mientras que los más leves arrastran el problema para el próximo fenómeno meteorológico y allí quedan, sobre las casas, en el frente de comercios, en avenidas, paseos y espacios públicos, con plena fealdad a la vista y al alcance de todos, al límite de desprenderse.

Del discutido y legislado soterramiento del cableado, solo la idea quedó enterrada. La telaraña de cables afea al centro y a muchos barrios, con postes en evidente mal estado, torcidos o al borde de caerse, de los cuales -en algunos puntos- pasan hasta cincuenta cables o más, que forma un enjambre indescifrable.

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