La relación entre la Presidenta y el Papa se consolidó en 2014 a partir de sus coincidencias en rechazar una economía global "de la exclusión y la inequidad" y de las consecuencias perniciosas de la falta de trabajo de los jóvenes, consensos cristalizados en los dos almuerzos privados compartidos en la residencia papal de Santa Marta.
Durante 2014, la Presidenta fue invitada en dos oportunidades por el pontífice argentino a reunirse en el Vaticano, en sintonía con la relación que ambos jefes de Estado vienen profundizando desde que Jorge Bergoglio fue entronizado como máxima autoridad de la Iglesia Católica.
En rigor, los extensos almuerzos privados realizados en marzo y septiembre de este año, contribuyeron a moldear una relación de afecto personal y armonía de ideas, a la vez que desmintieron las intrigas mediáticas que en el ámbito político local alentaron cortocircuitos en la relación entre Francisco y Cristina en el inicio del papado de Bergoglio.
El primer encuentro de 2014 se concretó el 17 de marzo en Santa Marta y surgió de una invitación transmitida por el propio Pontífice quien, en ocasión de la intervención quirúrgica a la que fue sometida la presidenta por una hematoma subdural, le envió una carta deseándole una rápida mejoría y acercándole su interés por un pronto encuentro.
Luego del almuerzo, que se extendió por algo más de tres horas, la mandataria argentina destacó las "coincidencias" de ambos relacionadas a la justicia social y el rechazo a la economía "de la exclusión y la inequidad".
Entre los temas abordados, estuvieron la situación de los jóvenes en todo el mundo, sobre todo en lo que hace a su relación al trabajo.
"Un tema que lo preocupa y lo desvela es la falta de trabajo en el sector de la juventud", destacó la presidenta y remarcó que también dialogaron sobre las situaciones de violencia que por entonces sacudían algunas regiones del mundo, como por ejemplo la crisis política en la región ucraniana de Crimea.
En la reunión, que se desarrolló con "un lenguaje común", el sumo Pontífice le encomendó "la necesidad de que la región de América del Sur esté unida".
La siguiente visita presidencial a la Santa Sede se gestó cuando, enterado de la participación de Cristina en la Asamblea anual de Naciones Unidas, Francisco le envió una carta privada proponiéndole encontrarse nuevamente en Santa Marta.
La misiva, que fue recibida y entregada en mano por el actual embajador argentino en el Vaticano, Eduardo Valdés, lejos de ser una comunicación protocolar se expresaba en tono fraternal ratificando el vínculo con la Presidenta, a quien invitaba a almorzar el 20 de septiembre.
En esa ocasión, la mandataria asistió al encuentro con una nutrida delegación oficial que en una nueva muestra de interés en común, tuvo una fuerte impronta juvenil que incluyó a diputados, intendentes, hijos de desaparecidos durante la última dictadura y militantes jóvenes de distinto signo político.
Con el trasfondo de la disputa de la Argentina contra los fondos buitre, el encuentro se realizó en un clima de "calidez", tal como lo describió Cristina, e incluyó la preocupación compartida sobre el funcionamiento del sistema financiero internacional.
En este sentido, la Presidenta aseguró que el Papa "se mostró muy contento" por la iniciativa argentina que consiguió el apoyo de 124 países miembros de la ONU, para generar un marco para la renegociación de deudas soberanas en el seno de ese organismo.
"Esa es la voluntad mayoritaria del mundo", sostuvo la mandataria.
La inequidad social en el mundo fue un tema recurrente en el almuerzo y ambos líderes compartieron la lectura de algunas páginas del Evangelli Gaudium, primera exhortación papal de Francisco.
Según explicó la primera mandataria, ambos hicieron especial énfasis en el parágrafo 56 del texto, que "habla de la deuda, de cómo acosan a los países, y que si esto se lleva adelante es el agobio de los pueblos".
El capítulo "parece que está escrito para la Argentina", subrayó Cristina.
Otra mirada en común que emergió de la reunión fue sobre la situación de los jóvenes y la preocupación papal sobre la situación de Italia, donde el 50 por ciento de ellos está desocupado.
En ese sentido, la presidenta llevó a la Asamblea de la ONU en Nueva York, a pedido de Francisco, el proyecto de Scholas Occurrentes, una iniciativa del Sumo Pontífice que conecta instituciones educativas de todo el mundo a través de la tecnología, el arte y el deporte para fomentar la integración social y la cultura del encuentro entre la juventud.
En este último encuentro, Cristina le reiteró a Bergoglio la invitación para que visite nuestro país durante los festejos del bicentenario de la Independencia, en julio de 2016.
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