Cristina, Francisco, y la Evangelii Gaudium

Por Pablo Salgado

La exhortaciones apostólicas son una de las herramientas utilizadas por los Sumos Pontífices para entrar en un contacto directo, universal, fraterno, con los fieles a lo largo y ancho del mundo.

Algunas han marcado la historia de los últimos 200 años, otras tienen menos difusión, las hay más académicas, extensas y áridas para la lectura. Otras llegan a toda la sociedad con la simpleza y la humildad del mensaje claro, profético, revelador, bello, cargado de unidad, solidaridad, pero también de ideas claras y repudios concretos.

Quizás, desde mi humilde mirada, el Papa Francisco con su "Evangelli Gaudium", responde totalmente a esas características. Clara, simple, con capítulos completos dedicados a todo lo que vivimos, sufrimos, gozamos, en el mundo de hoy, en la sociedad actual. Totalmente fácil de leer, escrita en muchos pasajes "en argentino". Párrafo a párrafo, Bergoglio, iluminado sin ninguna duda por el Espíritu Santo, hace una profunda introspección hacia adentro y hacia afuera de la Iglesia.

Francisco invita a laicos y consagrados, a todo el Pueblo de Dios por igual, a salir al encuentro verdadero y concreto del otro. Prefiere las manchas y las caídas de una parroquia o un obispado metido con las patas en el barro del hermano, de las villas y los barrios, en la periferia, que un ámbito limpio y ordenado, académico y lejos de la gente.

Este fin de semana, Cristina y Bergoglio se encontraron. La Presidenta, en varias oportunidades, ha mencionado este escrito del Papa, criticando a aquellos, que por un lado muestran una devoción absoluta por Su Santidad, pero que a la hora de los bifes, piensan y hacen cosas  totalmente diferentes a la opinión del Papa, y alejadas de esta exhortación y hasta de la Doctrina Social de la Iglesia.

Aclaro también que sin ninguna duda, todos, incluido el gobierno, muchas veces declaman algunos de estos valores, pero a la hora de la práctica no los llevan a cabo. Estas palabras no quieren solo valorar a un sector en desmedro de otro.

Todos, sin ninguna duda, tenemos mucho para revisar y cambiar. Pero hay caminos concretos que en lo político y económico se toman, que son muy diferentes. Y, tarde o temprano, hay que hacerse cargo de lo que se hace, de lo que se dice, o de lo que se vota en el Congreso.

Cristina y Bergoglio compartieron un almuerzo. Cristina no necesita voceros, y el Papa menos. Ni Nelson Castro ni Marcelo Bonelli ni Sergio Rubín son analistas de la palabra papal ni pueden arrogarse interpretar las reuniones mano a mano entre ambos.

Bergolio habla directamente con su gente y su pueblo, como Buen Pastor. Para cierre y para muestra, tres citas de Francisco, donde expresa con meridiana claridad que es lo que quiere para la Iglesia, para la sociedad, para toda la humanidad:

  • Economía y distribución del ingreso

En pleno conflicto con Griesa, los fondos buitres, y algunos sectores políticos y económicos que dicen "paguemos ya, cueste lo que cueste", una reflexión del Papa:

202. La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales.

Cuando algunos confiesan creer todavía en la "mano invisible del mercado", Bergoglio expresa con claridad y sin dudas su opinión:

204. Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del  mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento  económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una  promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no  puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se  pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando  así nuevos excluidos. 

Por último, cuando hablamos de cooperativas truchas, de empresarios sentados en primera fila de la catedral, de ruralistas que emplean en negro y reducen a servidumbre a los trabajadores del campo, de empresarias exitosas del mundo de la ropa, que mandan a cocer sus prendas de shopping a talleres clandestinos, cuando todo esto ocurre, Francisco los llama, y les deja un mensaje: 

 211. Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas  formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda. 

PALABRA DE BERGOGLIO...

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