Para los que conocíamos Siria y los sirios antes de esta guerra, todos sabemos que este conflicto no es religioso
Este año se cumplen cuatro años del comienzo de la guerra en Siria. Una guerra que se llevó muchos nombres, tales como la revolución siria, la guerra civil o el conflicto religioso sirio.
Después de todas las noticias sobre la persecución de los cristianos, se creó una imagen en el mundo entero de un país islamista radical, intolerante hacia las minorías en general y los cristianos en particular.
Para los que conocíamos Siria y los sirios antes de esta guerra, todos sabemos que este conflicto no es religioso aunque todos los medios de comunicación se han empeñado en darle esta característica.
Según el artículo 3.1 de la constitución siria, el presidente de la república debe ser musulmán. Sin embargo, la religión oficial no es el Islam aunque la jurisprudencia islámica se declara fuente principal de la legislación (art. 3.2).
Los cristianos en Siria, posean una amplitud de derechos en el estado sirio, también garantizados por la constitución (artículo 35.1 “libertad y respeto de todas las religiones”). Existen iglesias repartidas por toda su geografía, en la capital Damasco y en otras ciudades como Alepo, Homs o Hama. Aunque el domingo es un día laboral en todo el país, los civiles tienen la mañana del domingo libre para poder asistir a misa en las iglesias donde ésta se celebra.
La primera característica de vida que se encuentra en Siria, y no se percibe en Jordania por ejemplo, es que los cristianos viven en sus propios barrios. Si alguien visita una de las ciudades sirias como Damasco, contemplará cómo un domingo ninguna tienda en el barrio cristiano estará abierta, mientras que los vecinos musulmanes en el barrio anejo (situado solamente a unos pasos) las mantienen abiertas y llenas de vida. De igual forma, este barrio cristiano será el único que abre el viernes (día festivo para los musulmanes) y durante el Ramadán en las horas del Iftar (hora del desayuno).
En este sentido, se comprueba la tolerancia que el sistema político muestra hacia los cristianos y las otras minorías que viven con los musulmanes en Siria. En cuanto a las celebraciones, festividades religiosas y días libres, suelen tener una considerable libertad exenta de discriminación. Además, la obtención de autorizaciones para restaurar o construir iglesias o celebrar procesiones en público no suele encontrar impedimentos oficiales ni causan tensión a pie de calle.
Los cristianos sirios consideran el régimen actual como su protector, y ello se fundamenta en varias razones. La primera es que el mismo presidente, Bashar Al Asad, pertenece a una minoría religiosa, los musulmanes alauitas y por tanto depende del apoyo de otras minorías, incluidos los cristianos, para gobernar un país de mayoría musulmana sunita.
La segunda está relacionada con el historial del gobierno sirio y los grupos islamistas, en concreto la presión por parte de Hermanos Musulmanes para imponer una reorientación de las políticas estatales y todas sus instituciones de acuerdo con las leyes del Islam. El episodio tocó a su fin en la crisis de 1982, con la penetración del ejército sirio en Hama, destruyendo la sede del movimiento, en un intento de impedir el fortalecimiento de este tipo de militancia político-religiosa.
La consecuencia del conflicto en lo que atañe a las minorías fue la obtención de más peso político, puesto que pueden equilibrar el balance de poderes.
Los cristianos en Siria poseen sus propios tribunales para tratar asuntos civiles como el matrimonio, el divorcio y la herencia.
Los colegios, escuelas y centros culturales cristianos son permitidos y bien recibidos por el gobierno sirio. Aunque el fin de semana oficial declarado por el estado incluye el viernes y el sábado solamente, éstos tienen viernes y domingo como días de descanso, siendo el sábado lectivo.
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