Crece la cantidad de pequeñas sinagogas en la Ciudad y varias no tienen custodia policial

Crece la cantidad de pequeñas sinagogas en la Ciudad y varias no tienen custodia policial

El dato quedó al descubierto luego de lo ocurrido en el templo de Bulnes al 2700, cuyo rabino nunca solicitó vigilancia del Estado y fue víctima de un ataque.

 

El violento episodio ocurrido el viernes a la noche en una pequeña sinagoga ubicada en Bulnes al 2700 abre varios frentes de lectura. Por un lado, existe al menos una decena de "jóvenes" centros religiosos judíos que están hoy sin seguridad. Es un fenómeno que merece atención del Estado y de los propios miembros de la colectividad, teniendo en cuenta los cruentos atentados terroristas a la Embajada de Israel (29 muertos, en 1992) y a la AMIA (85 muertos, en 1994). Ello sin contar los episodios que se suceden en el mundo contra blancos judíos a manos de grupos terroristas o de los llamados "lobos solitarios". 

El sábado, medios comunitarios alertaron sobre un violento "ataque antisemita" en la sinagoga de Bulnes, cuyo diagnóstico también representó diferencias entre la DAIA y la AMIA. Lo cierto es que en el acta policial que obtuvo Clarín se informa que en el templo aparecieron un hombre  y una mujer que entraron al lugar "amenazando e intimidando a los presentes con consignas antisemitas como 'Judíos se tienen que morir, hay que matarlos'. Se afirmó también que el hombre tenía un vidrio en la mano y que había atacado a varios de los presentes, lo que después fue corregido por algunos testigos, y fuentes del ministerio de Seguridad aseguraron luego que el episodio no pasó a mayores. Los agresores, según se informó, eran personas que viven en situación de calle que estaban "ebrias". 

 

Lo cierto es que la situación de la sinagoga de Bulnes muestra la otra cara de un fenómeno cultural dentro de la colectividad. Pudo saber Clarín que en los últimos cinco años, jóvenes rabinos -como también ocurría en el pasado- se dispusieron a abrir pequeñas sinagogas para una creciente convocatoria entre la juventud que también se vuelca a la religión. Y así abren las puertas, como el caso de la de Bulnes 2759, donde antes había un gimnasio. También lo hacen en un viejo petit hotel o en casas como la de un fallecido sabio sirio de origen judío, que se levantó sobre la calle Felipe Vallese, en Flores. La mayoria, al ser tan pequeñas, pasan inadvertidas.

Algunos de esos centros están en tren de ser habilitados por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto -donde deben presentar sus papeles para estar en regla-. Y algunos ni siquiera lo han hecho.

 "Tanto la AMIA como la DAIA confirmaron que la comunidad porteña Mikdash Yosef, ubicada en Bulnes 2759 -como pueden haber varias otras- no estaba “en el radar” del aparato de seguridad propio, porteño ni nacional, de modo que no contaba con custodia policial, la misma que ahora se reclama a voces al ministerio de Patricia Bullrich", informaba el sitio Iton Gadol que se ha hecho eco de este nuevo fenómeno.

Como señaló a Clarín el vicepresidente de la DAIA, Mario Comisarenco, muchas de estas jóvenes sinagogas no han pedido a las autoridades correspondientes el pedido de seguridad en la puerta, como lo tienen la mayoría de las instituciones judías -colegios, mutuales, sinagogas-, desde los atentados de 1992 y 1994.

El pedido de seguridad tiene que ser elevado por los templos a la DAIA, y la entidad que nuclea a todas las instituciones judías de Argentina se lo pide a su vez a la autoridad policial competente en el ministerio de Seguridad. La de Bulnes al 2700 nunca la había pedido, señaló Comisarenco, y agregó que se ha iniciado un relevamiento para saber cuántas hay en la Ciudad y cuántas en el interior del país.

Se calcula que son unas 80 instituciones en Capital Federal y una cifra similar en las provincias. Comisarenco estimó que hay al menos siete sin custodia policial, pero otras fuentes consultadas estiman en unas 15, porque hay sinagogas tan pequeñas que ni se conocen entre las instituciones que deben llevar ese registro.

De acuerdo a lo que supo este diario, es patrimonio del Estado velar por la seguridad de las instituciones. Es decir, de ahí se saca el presupuesto. El jefe de Gabinete del ministerio de Seguridad, Gerardo Milman, explicó que con el tiempo la seguridad de los centros religiosos fue quedando en manos de las fuerzas policiales provinciales y que en el caso de la ciudad de Buenos Aires se encuentra en una transición de la Policía Federal a la de la Ciudad, que incluye a la Federal.

Sin ir más lejos, contaron en la DAIA, este lunes hubo una falsa alarma en la escuela Hamakom Sheli, de Tucumán al 3000, y todo el procedimiento de principio a fin estuvo a cargo de policías de la Ciudad que tienen asignado el colegio. Después, las instituciones más adineradas pagan por seguridad extra, pero no armada. 

"La DAIA, representación de la comunidad judía argentina -dice el comunicado emitido el domingo-, expresa su solidaridad con el rabino y los feligreses de la sinagoga Mikdash Yosef del barrio de Palermo, tras el acto vandálico con contenido antisemita perpetrado por dos personas embriagadas y en situación de calle. Tal como la DAIA manifiesta reiteradamente, la situación de empobrecimiento de nuestra República provoca, en algunos sectores del colectivo social en situación de marginalidad, la invocación de viejos prejuicios instalados en la sociedad. Sólo la tarea constante de investigación y de educación nos permitirá transitar este difícil momento en paz y cuidando así a nuestra comunidad, junto a los organismos de Gobierno responsables en esa materia".

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