El coronavirus se cobró la vida de un reconocido diácono de la región: su historia

El coronavirus se cobró la vida de un reconocido diácono de la región: su historia

Roberto Bassetto tenía 63 años. Tuvo una labor destacada al servicio de la comunidad en Almirante Brown, Lomas de Zamora y Esteban Echeverría.

El coronavirus sigue cobrándose vidas en la región. Una de ellas fue la de Roberto Bassetto, un reconocido diácono de 63 años que dejó una huella imborrable con su labor religiosa para ayudar a la comunidad.

Hace unas semanas comenzó con síntomas compatibles con el virus, y tras hisoparse se comprobó que era positivo. La enfermedad avanzó muy rápido y tuvo que ser internado en terapia intensiva, por momentos con respirador, hasta el pasado domingo en que se confirmó su deceso. Roberto Bassetto fue ordenado como diácono el 1 de agosto de 1999, por el entonces obispo diocesano, monseñor Desiderio Collino. Vecino de Temperley, tenía una esposa e hijas.

Desde hace diez años era permanente de la parroquia Nuestra Señora del Tránsito de Ministro Rivadavia, cumpliendo labores en una capilla del barrio Los Pino. “Era un tipo muy servicial, de mucha fe. No sólo se dedicaba a la vida parroquial, sino también se abocaba a una vida social importante”, contó Marcelo Portillo, titular de la parroquia browniana. Roberto era muy querido por todos por su cercanía, aunque quienes lo conocieron dicen que tenía su carácter.

“Él se involucraba donde lo pusieras. Se tomaba todo con mucha seriedad, tenía un compromiso con las personas”, agregó el párroco. Además de su labor allí, el diácono decidió meterse en un ámbito al que muchos le escapan: el de las cárceles y las adicciones.

“Hay que ser apasionado para entrar porque vas contra la corriente, de tu familia, de la sociedad, incluso con algunos sectores dentro de la iglesia”, relató Patricia Alonso, coordinadora de la Pastoral Carcelaria y allegada al diácono.

Roberto Bassetto participaba dentro de la Unidad N°40 del Servicio Penitenciario Bonaerense, en donde llevaba a cabo los grupos RED (Reflexiones Evangélicas Domiciliarias) para los reclusos y las reclusas.

Además los ayudaba consiguiendo materiales para los talleres que llevaban a cabo. Una de sus acciones más destacadas en el último tiempo fue cuando al comienzo de la pandemia del coronavirus consiguió telas y máquinas de coser para que un grupo de presos haga barbijos, los cuales fueron entregados en un barrio humilde de Quilmes.

Su labor al servicio de la comunidad lo llevó también a participar en una parroquia de Transradio, y realizaba los responsos en el Cementerio Monte Grande. Triste casualidad, allí dio el último adiós a muchos echeverrianos que perdieron la vida por el coronavirus.

 

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