“Hemos tenido que huir de nuestra tierra con Cristo, nuestra fe y nuestros principios", asegura el grupo que vive hace meses en un refugio de Jordania. Sin embargo, afirman: “Nuestra fe hoy es más fuerte que antes”.
“Hemos tenido que huir de nuestra tierra con Cristo, nuestra fe y nuestros principios. Hemos escogido irnos lejos de nuestras casas y de nuestro amado país, prefiriendo convertirnos en extranjeros en una tierra extranjera con todo el dolor y el sufrimiento que resulta de ello, antes que participar en este mal y esta violencia inhumana contra los inocentes”.
Este es uno de los pasajes de una conmovedora carta enviada al Papa Francisco por familias cristianas iraquíes refugiadas desde hace unos meses en la parroquia de Naur, en Jordania.
El padre Rifat Bader, director del Centro Católico para Estudios y Medios de comunicación en Amán y párroco de Naur, se las transmitió a Francisco después de la misa en la Casa Santa Marta del Vaticano el pasado jueves 5 de marzo.
El sacerdote también entregó al Papa la copia de una pintura realizada por un refugiado. “No puedo revelar su nombre –declaró- porque teme por su vida, pero en este cuadro él ha transcrito todo el drama vivido por la comunidad cristiana de Mosul”.
La obra representa una caravana que abandona los muros de la ciudad, con la Sagrada Familia a la cabeza –“ellos también fueron refugiados”- y un ángel guardián que acompaña el camino de todo un pueblo: sacerdotes, hermanas, hombres, mujeres, ancianos, niños, algunos con los trajes típicos de las ciudades de Mosul y Qaraqosh.
“En estos últimos meses –explicó el padre Rifat- he recibido a estas personas, perseguidas porque son cristianas, un gran testimonio.Ya no tienen nada, su única riqueza es la fe”.
Así lo han escrito ellas mismas al Papa: “Nuestra fe hoy es más fuerte que antes. No tenemos miedo a nada porque estamos convencidos de que Dios está con nosotros”.
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