Conejero pidió erradicar “la corrupción, la droga y el narcotráfico que tanto sufrimiento y dolor acarrean a nuestro pueblo”

Conejero pidió erradicar “la corrupción, la droga y el narcotráfico que tanto sufrimiento y dolor acarrean a nuestro pueblo”

El obispo José Vicente Conejero, llamó a “no ser más esclavos de nadie”, y "erradicar el egoísmo, la ambición, la codicia, la indiferencia, la violencia, la corrupción, la droga y el narcotráfico, que tanto sufrimiento y dolor acarrean a nuestro pueblo".

La fiesta patronal de la Virgen del Carmen congregó, en un hermoso día, a una multitud que dio un marco impresionante de fe y devoción cristina a la tradicional procesión que se llevó a cabo desde el acceso norte hasta la Catedral.

Una multitud de personas escoltaron a la imagen de María hasta la Iglesia, entonando canciones y en medio de un clima alegre y de intenso fervor cristiano. 

Encabezando la columna de gente estuvo el obispo de Formosa, José Vicente Conejero, que centró su homilía en varias de las enseñanzas que dejó el Papa Francisco en su paso por Latinoamérica, sobre todo por Paraguay, en donde monseñor tuvo la oportunidad de concelebrar con el Sumo Pontífice, invitarlo a visitar Formosa y transmitirle la preocupación de la iglesia y de vastos sectores de la sociedad, por el peligo contaminante de Dioxitek. 

El principal llamado realizado por Conejero fue dirigido a los más jóvenes. Les pidió “amar la pureza, la belleza y la sencillez”, y hacer lío para erradicar “la corrupción, la droga y el narcotráfico”, entre otros factores que castigan y condenan a la pobreza a la sociedad formoseña.

Conejero exhortó a dejar de ser esclavos de nadie y convertirse en hombres libres: “Ya no somos esclavos, afirmaba el apóstol Pablo. No somos esclavos de nadie porque el espíritu de Jesús nos libera de toda esclavitud, haciéndonos hijos y herederos por voluntad de Dios. El “sí” libre, fiel e incondicional de María, pase lo que pase en nuestra vida, nos alienta y anima para ser siempre, hasta el final, la voluntad del Padre Dios”. 

Refiriéndose a la Virgen María como “la mujer bendita entre todas las mujeres y la llena de gracia”, el obispo dijo: “Cómo no agradecer a Dios por el don de María. Pues conocer y contemplar, amar e imitar a María madre de Jesús es y será siempre fuente de alegría y de esperanza para la humanidad”.

En ese momento, Conejero recordó al primer obispo diocesano de Formosa, monseñor Raúl Marcelo Scozzina, quien utilizó la frase de la oración Salve que se refiere a la Virgen como “vida, dulzura y esperanza nuestra” como lema diocesano formoseño. “Muchos fieles lo conocieron -a Scozzina-, lo siguen admirando y desean que un día sea reconocido oficialmente por la Iglesia como santo e intercesor”, agregó Conejero, y la multitud se encendió en un fervoroso aplauso. 

Siguiendo con su discurso, el obispo aseguró que la fiesta diocesana de este año “se ve envuelta e iluminada” por la reciente presencia del Papa Francisco en la región. “Su paso misionero por Ecuador, Bolivia y sobre todo por Paraguay como mensajero de la paz y la buena noticia de Jesús nos ha llenado a todos de alegría y de esperanza”, aseguró.

Se refirió a la gran participación de los formoseños en la visita papal, y la profunda unión espiritual que significó el evento, diciendo: “Todos, niños, adolescentes y jóvenes, adultos y ancianos, pobres y ricos, gringos, criollos, originarios, justos y pecadores, laicos, consagrados y ministros ordenados, junto al Papa Francisco como el pueblo de Dios, iglesia peregrina, todos formando una gran y única familia, en torno a Jesucristo, que es hijo de la Virgen María”. 

“Nos hemos abierto a la conversión, pidiendo al señor que nos conceda un corazón puro y limpio, libre, solidario y servicial, a fin de erradicar el egoísmo y la ambición, la codicia, la indiferencia, la violencia, la corrupción, la droga y todas las demás adicciones; el narcotráfico, que tanto sufrimiento y dolor acarrean a nuestro pueblo”, agregó, con tono crítico.

AMAR LA SENCILLEZ

El mensaje más significativo de la homilía de ayer estuvo dirigido a los más jóvenes. Parafraseando al mensaje que dio el Papa Francisco en la ahora Basílica de Caacupé, Conejero los llamó a “amar la pureza, la belleza y la sencillez”. 

El obispo dijo que esa petición de virtudes realizada por el Sumo Pontífice le ha llegado profundamente”, “tanto por el resplandor extraordinario de ellas en la persona de la Santísima Virgen María, como por la necesidad que todos tenemos de estas virtudes en nuestras vidas y en el mundo en que vivimos.

La pureza, que es la rectitud sincera en nuestro pensar, sentir y obrar. La belleza, admirando y respetando en nosotros mismos, en los demás y en la creación, la obra de Dios. La sencillez, que es humildad, y pequeñez de corazón. En definitiva, la santidad y testimonio coherente de vida que son gracia y verdad, que brotan de Jesucristo y se encarnan y brillan maravillosamente en María”. 

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