¿Cómo está evaluada la UNLPam?

Un artículo publicado en este diario por el doctor Ernesto Viglizzo disparó esta respuesta por parte de otro miembro de la comunidad universitaria sobre los criterios para evaluar a las casas de estudio.

El mes pasado, LA ARENA publicó un artículo del doctor Ernesto F. Viglizzo titulado "¿Cómo está evaluada la UNLPam?" en el que afirmaba que nuestras universidades no tienen una posición relevante a nivel mundial, basado en ciertos índices utilizados en la elaboración de rankings de instituciones educativas. La trayectoria de Tucho (como le decimos los que lo conocemos y apreciamos) tanto en investigación como en docencia es ampliamente reconocida, por lo que es importante reflexionar sobre sus aseveraciones.

En primer lugar hay que leer en detalle la pregunta disparadora del artículo, "¿Cómo están posicionadas nuestra universidad y otras universidades públicas de la región en las evaluaciones que califican y comparan la calidad del servicio prestado?". Y ahí surge un primer problema, es muy difícil concebir a la educación universitaria como un "servicio". A lo largo del siglo pasado hemos aprendido que es un derecho de los individuos para completar su formación, desarrollar aptitudes profesionales y llegado el caso, ascender socialmente. Y para la sociedad es el dispositivo usado para formar los profesionales y cuadros necesarios para la administración pública y la actividad privada en muchas ramas. Y lo hace mediante la docencia, la investigación y la extensión, entendida esta en su sentido más amplio, como vinculación con la sociedad y no sólo difusión de nuevos conocimientos. La capacitación en artes y oficios "no habituales" en la formación universitaria es algo frecuente en muchas instituciones del mundo, como se puede ver consultando sus páginas web. Problemáticas emergentes de una sociedad como la equidad social, la identidad de género, los derechos humanos, la diversidad cultural, la brecha generacional y el apoyo a movimientos sociales no están reñidas con lo académico y científico, ni mucho menos.

 

Acceso y emigración.

 

Si hablamos de nuestra Universidad, hay que recordar que surgió como una institución provincial, impulsada por quienes querían facilitar el acceso de los pampeanos a la educación superior y reducir la emigración que tradicionalmente ocurre cuando se va a estudiar a las grandes urbes. La nacionalización se dio en un contexto político especial con una fuerte protesta social que se iba radicalizando, y el gobierno militar en retirada buscaba reducir las aglomeraciones en las pocas universidades existentes. Así, en un período muy corto se crearon o nacionalizaron más de una docena de universidades, la provincial de La Pampa una de las últimas. Con los años, la UNLPam no ha cambiado su perfil, orientado a cubrir las necesidades de profesionales y docentes de nivel medio en la región, básicamente, abriéndose lentamente a nuevas disciplinas. La consecuencia ha sido un crecimiento muy leve de la matrícula a lo largo de los años, lo que es un indicador práctico de cómo es evaluada la universidad por la comunidad. Hay que apuntar como positivas la creación de la tecnicatura en Hidrocarburos y la apertura de Enfermería como respuesta a demandas provinciales, entre otros avances, la creación de Ingeniería Biomédica y el programa "La UNLPam en el territorio", esta última como una estrategia para mitigar la deserción en el primer año. Esto da una idea de la complejidad del tema de la evaluación de la calidad de las universidades, que no puede reducirse a la producción científica o la ponderación de las graduados según un criterio pretendidamente universal y neutro. Ante todo, y más tratándose de universidades públicas sostenidas por toda la comunidad con sus impuestos, deben orientarse a favorecer su desarrollo y cubrir sus necesidades actuales y futuras.

Presupuesto y proyectos.

 

Pasemos ahora a las cuestiones presupuestarias. Es cierto que siempre se ha hablado de restricciones y más de una vez hemos leído de dificultades para cubrir servicios básicos como luz y gas. Pero en los últimos 20 años se ha visto en el país una notable inversión en infraestructura y equipamiento, no sólo de las universidades sino también de otras instituciones del sistema científico como Conicet e INTA. Pero ello fue posible porque existían proyectos concretos sobre qué se iba a hacer con los fondos solicitados. Ningún Estado otorga recursos graciosamente para que luego se piense en que se usarán, y esto Viglizzo lo sabe por su experiencia en gestión. En cuanto a los cargos docentes, es cierto que hay casos de reconversión y aún de reasignación de partidas para otros fines, pero hoy en día la Carrera Docente y el Convenio Colectivo permiten el ascenso de los docentes en la medida que se cumplan determinados requisitos. Y los fondos para el dictado de nuevas carreras desde cero (no hablamos de las que derivan de las ya existentes) provienen de programas específicos, lo que de nuevo requiere una planificación y justificación rigurosas. Las posiciones de mayor jerarquía no tienden a desaparecer; por el contrario, docentes que antes debían esperar la jubilación del jefe de cátedra (institución perimida si las hay) ahora han accedido por carrera docente y mediante concurso abierto a los máximos escalones. Hay casos en los que esto no se puede dar porque precisamente esos jefes de cátedra no han podido o logrado formar discípulos, o los formados emigraron, pero eso es otro tema.

 

El desafío.

 

¿Esto quiere decir que Viglizzo está equivocado? No, quiero decir que en mi opinión ha tomado un punto de vista muy acotado, que pone énfasis en indicadores muy generales y a veces discutibles (algún ranking usa los accesos a la página web como un criterio de evaluación), y deja de lado lo que son los objetivos primarios de una universidad sobre todo pública: docencia, investigación y extensión en y para una región determinada. Viglizzo mismo reconoce que "la debilidad de estos indicadores es que meten todo dentro de la misma bolsa, sin separar la paja del trigo". Existen otros más prosaicos pero fácilmente cuantificables: evolución de la matrícula, deserción, tasas y plazos de graduación, porcentaje de la población que estudia en otras provincias, etc. Y aquí me apropio de sus frases finales para ponerlas en este contexto. "Las cifras incómodas amenazan, pero también ofrecen una oportunidad: reconocer la realidad es el primer paso para mejorar. Es la propia comunidad académica quien debe enfrentar el desafío: lo toma, o lo deja pasar." Por supuesto que el desarrollo de una investigación de calidad basada en la búsqueda de fondos competitivos y la publicación de los resultados en revistas sometidas a referato es un elemento fundamental para la mejora de las universidades, lo mismo que una extensión que abra las puertas a la cultura y el conocimiento a todos. No es necesario mirar afuera, hay universidades argentinas, incluso mucho más jóvenes que la UNLPam, que lo están haciendo. Y citando de nuevo a Ernesto, seamos conscientes que las opciones simplistas (de tomar un modelo único) o facilistas (de ignorar las evidencias) amenazan la supervivencia misma de nuestras universidades.

Comentá la nota