Cómo elegir bien el agua que bebemos: un sencillo gesto que nos ayuda a estar mejor

Cómo elegir bien el agua que bebemos: un sencillo gesto que nos ayuda a estar mejor

Aunque muchas veces solo prestemos atención a lo que comemos, el agua mineral natural es un aliado clave para mantener a raya el estrés y mejorar nuestra salud física y mental. El libro ‘Más claro que el agua’ (Editorial Amat) de la doctora Magda Carlas nos ayuda a lograrlo de forma sencilla y efectiva.

¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de “somos lo que comemos”? Este mantra lleva tiempo empujándonos hacia una mejor alimentación, en la que la verdura y la fruta son la base y el azúcar debe aparecer por el plato de la manera más esporádica posible. Pero también podríamos asegurar que también somos lo que bebemos, porque si hay un elemento omnipresente en nuestro día a día ese es el agua. Y casi nunca le prestamos la suficiente atención. Por eso, el libro Más claro que el agua (Editorial Amat) de la doctora Magda Carlas, resulta una lectura necesaria. Porque pone las cosas claras sobre los conceptos y propiedades del agua mineral natural. Una bebida fundamental y necesaria para nuestro organismo. Y más en los tiempos que corren.

“Además de todas las funciones que tiene en nuestro organismo y que la hacen tan importante, el agua nos aporta minerales de los que muchas veces carecemos debido a una deficiente alimentación causada por un trepidante ritmo de vida”, explica la nutricionista Laura Jorge (@ljnutricion en Instagram) en el prólogo del libro. El calificativo “trepidante” se queda corto ante la situación actual, en la que la pandemia ha ampliado los desafíos y retos de nuestro día a día. Tras un año conviviendo con el virus, los índices de estrés y de enfermedades relacionadas con él se han disparado y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de un aumento de incidencia de la depresión. Un gesto tan sencillo y natural como beber agua puede ayudar, al menos en parte, a paliar esa sensación de sentirnos superados.

“En situaciones de estrés, los requerimientos de agua pueden aumentar de manera notable. Se puede pasar a necesitar hasta un 50 % más”, explica la Dra. Carlas, que recomienda “asegurar un buen aporte de agua para nuestro organismo y beber más cuando estamos muy estresados”. El estrés aumenta el ritmo cardíaco o la frecuencia respiratoria, lo que produce que nuestro cuerpo pierda más agua por la respiración. Además, no hay que olvidar que la deshidratación produce un aumento de cortisol y adrenalina que resulta similar al que provoca el estrés. Ante esta situación, un buen trago de agua obra el milagro de que mantengamos la calma.

Vivimos una situación contradictoria: mientras el estrés hace que nuestras emociones se desboquen, nuestro cuerpo ha sufrido un frenazo en seco debido al confinamiento, que ha traído consigo menos movimiento y más sedentarismo. El agua también juega un papel importante en este contexto, convirtiéndose en la bebida ideal para evitar ganar kilos de más, una amenaza para nuestra salud, más allá de preocupaciones estéticas. “El agua tiene la capacidad de aumentar la sensación de saciedad, pues ocupa un lugar en el estómago, sin añadir calorías ni aditivos. Por supuesto, si hablamos de agua mineral natural, a todo lo anterior le sumaremos el aporte de sus diversos minerales y probablemente de un sabor agradable”, señala la experta.

Un ‘cóctel’ mineral saludable

Beber agua mineral natural nos calma y nos sacia, pero también nos aporta minerales que el cuerpo no produce y que complementan a la perfección una dieta equilibrada. “Las aguas minerales naturales tienen lo que se denomina residuo seco”, apunta la Dra. Carlas, mientras puntualiza que, pese a las connotaciones de la palabra “residuo”, no se trata de “nada malo, sino simplemente de la relación de minerales que contiene cada agua”.

Esos minerales son también los que nuestro cuerpo echa de menos cuando hacemos cualquier tipo de ejercicio. “Para garantizar un buen rendimiento durante la práctica de algún deporte, es bueno tomar agua mineral natural con una composición adecuada antes, durante y después. Nos hidrata, permite rendir más y ayuda a nuestro cuerpo a reponer los oligoelementos perdidos por el esfuerzo físico”, añade la experta.

Entre estos aliados que nos echan una mano para tener un estilo de vida más equilibrado está el calcio, un mineral básico para la contracción muscular, la coagulación, la formación de neurotransmisores... “En algunos casos el calcio contenido en dos litros de agua mineral natural es casi similar al de 100 mililitros de leche”, puntualiza la Dra. Carlas.

WESTEND61 / GETTY IMAGES/WESTEND61

En cada trago de agua también bebemos magnesio, que interviene en el metabolismo del calcio y en las funciones nerviosa, cardíaca y muscular de nuestro cuerpo, entre otras. Hasta un 30 % de la población española adulta ingiere cantidades inferiores a las recomendadas de calcio y magnesio, por lo que el agua mineral natural funciona como complemento perfecto para que nuestro organismo no eche de menos estos minerales. Lo mismo ocurre con el flúor, que protege la salud de los dientes, o el bicarbonato, que favorece la digestión.

Y no hay que temer al sodio, un sospechoso habitual de hacernos retener líquidos, pero que, en el caso del agua, se encuentra en cantidades insignificantes: para ingerir los 59 gramos de sodio que nos tomamos en la tostada del desayuno habría que beberse hasta tres litros de agua. Por tanto, fuera temores: está claro que el agua no engorda.

Guía para hidratarse correctamente

Si alivia el estrés, nos ayuda a mantenernos en nuestro peso y nos aporta minerales necesarios para el organismo, la pregunta del millón sería ¿cuánta agua tenemos que beber cada día? “Esta es una buena pregunta, pero resulta más difícil de contestar de lo que parece”, explica la Dra. Carlas, que señala que la cantidad exacta varía en función de factores como la edad, el peso, la actividad física, el clima e incluso la dieta. No obstante, añade que “es aconsejable seguir unas ingestas basadas en valores medios”, como los propuestos por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que recomienda beber 2 litros de agua diarios en el caso de los hombres y 1,6 litros en el de las mujeres.

Por supuesto, esto es lo básico, pero siempre podemos aspirar a sacar un cum laude en hidratación. “Es preferible no esperar a tener sed para beber, porque esa sensación aparece cuando ya hemos perdido un 1 % de agua de nuestro cuerpo y esto puede provocarnos cansancio o una mayor dificultad para pensar o concentrarnos”, comenta la experta. Los mayores riesgos de deshidratación se encuentran en los primeros años de vida, por la falta de autonomía de los pequeños, y en la tercera edad, cuando la sensación de sed disminuye. Por eso, es importante crear una cultura del agua y “fomentar el hábito de beber agua desde la infancia y no dejar de hacerlo en cada una de las comidas”, recomienda la doctora. Para que la buena salud, nunca mejor dicho, fluya adecuadamente.

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