Las 3 claves económicas para después de las elecciones

Las 3 claves económicas para después de las elecciones

Si bien la economía no estuvo en calma en ningún momento, hay tres ítem fundamentales que se mantuvieron en relativa espera hasta que la contienda electoral quedara en el pasado. El Presupuesto 2022, las anclas inflacionarias y el arreglo con el FMI, tres cuestiones insoslayables e interrelacionadas, entran en zona de definición.

Por: Mariano Cuparo Ortiz.

La economía no dejó de dar tema para hablar ni por un segundo en la previa electoral. La afirmación sirve también para los últimos diez o quince años de historia reciente. Pero, en particular, en las semanas y meses que antecedieron a las elecciones, el dólar, la brecha cambiaria, la inflación, la negociación con el FMI y el intento por dinamizar la economía con un salto del gasto fiscal que no se terminó de verificar, fueron condimentos fuertes. Sin embargo, hay algunas claves del porvenir económico que se estuvieron postergando hasta el paso de la contienda electoral.

Por caso, el Presupuesto 2022, en medio del debate, incluso interno hacia la coalición oficialista, acerca de si el Gobierno debe ajustar o traccionar al crecimiento, está paralizado en el Congreso. La negociación con el FMI, acerca de la que se descuenta que vendrá con un ajuste fiscal, monetario y posiblemente con reformas estructurales, también está a la espera y aparece como el punto fundamental del que depende la pax cambiaria y por ende la economía en general. Y también, aunque no aflojó en ningún momento, la cuestión de las anclas inflacionarias, con la política tarifaria y cambiaria en primer plano, estuvo congelada hasta el después de las urnas.

Las tres cuestiones están íntimamente relacionadas. El Presupuesto 2022, con sus controversias, plantea cuál es el plan oficial acerca de las anclas nominales. La reducción del gasto en subsidios a las tarifas y una aceleración en el crawling peg, abrupta o lenta, tendrá impacto en las variables clave, como la inflación, el salario y la actividad. Pero, además, un arreglo con el Fondo parece un paso necesario para que haya estabilidad cambiaria e inflacionaria y, además, es uno de los condicionantes clave acerca de hasta dónde llegará el ajuste fiscal.

1. El Presupuesto 2022

Desde el Gobierno aseguraron que, tal como corresponde. esperan que el Presupuesto 2022 se debata y se vote antes de fin de año. Fue presentado hace dos meses, el 15 de septiembre, con algunos ejes fundamentales como un nuevo crecimiento en el gasto destinado a la obra pública, en un intento de apuntalar a la actividad económica, que debería terminar el 2022 superando los niveles del 2019; pero que también prevé una reducción del gasto en subsidios energéticos, punto álgido de la interna oficialista en el 2020, si los hubo.

Desde el Gobierno, la expectativa es que la inversión sea la que traccione a la economía. El consumo, de hecho, recién llegaría a superar sus niveles prepandémicos en 2023. Ahí la inversión pública, en los papeles, jugaría un papel. Según el proyecto que debe aun debatirse y votarse, tal como destacaron desde la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), la obra pública pasará a representar un 2,2% del PBI, es decir que tendrá un incremento de 0,3 punto. Pero, además, en términos reales el gasto de capital del 2022 crecerá 22,6% respecto al del 2021, que ya fue de por sí un año de incrementos, luego del fuerte ajuste impulsado por el programa con el FMI en 2019 y del parate forzado en las obras durante el 2020.

2. El fin de las anclas inflacionarias

Pero la otra clave que se dispara una vez que las elecciones quedan en el espejo retrovisor es la de los precios relativos clave que vienen funcionando como ancla nominal. El Presupuesto 2022 plantea una reducción de los subsidios a las tarifas energéticas desde el 2,3% del PBI hasta el 1,7%, según reseñó la consultora PxQ. Eso impactará en las facturas de los hogares y en la inflación.

A la par, la expectativa generalizada, reflejada también en el último Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM), del BCRA, es que el dólar oficial, dada la dinámica de reservas que no dejan de reducirse, comenzará a acelerar sus incrementos en noviembre, diciembre, enero y febrero, con picos de hasta 5% mensual. Luego de esa corrección, sostienen, buscará acercarse al ritmo mensual de la inflación, que no romperá el piso del 3% al menos hasta abril.

La discusión dentro del Gobierno acerca de la cuestión tarifaria está activa. El ala kirchnerista defiende los subsidios y ataca un potencial ajuste abultado en esa cuenta. Los números, sin embargo, muestran que el ajuste fiscal 2021 no se hizo ahí sino en las jubilaciones.

Qué ocurrirá con la inflación una vez que se levanten las anclas nominales es una de las grandes claves y el cambio se espera para después de las elecciones, primero en el dólar y luego, ya para después de abril, en las tarifas.

3. El acuerdo con el FMI

Desde el Gobierno ya anunciaron que la expectativa es cerrar un acuerdo con el FMI antes del fin de marzo. La fecha en la que se lo logre no es indistinta: entre enero y julio del 2022, el pago de intereses trepa hasta USD7.100 millones. En lo que hay consenso entre oficialismo y analistas es en que un arreglo con el Fondo es necesario: la brecha cambiaria, generada por el cepo, mete la cola en el mercado oficial, genera adelanto de pagos de importaciones y de deuda de las empresas; incentiva a la fuga en MULC y paralelos; e invita a que haya menos pagos de exportaciones.

Desde PxQ señalaron al respecto: “Flexibilizar el esquema de control de cambios podría ser una forma de reducir la brecha sin devaluar, aunque para eso el BCRA necesitaría contar con mayor fortaleza en las reservas internacionales. Probablemente parte de la discusión con el FMI pase por este punto”.

Comentá la nota