Los chicos de Buenos Aires caminaron con María al ritmo de sus latidos de amor de mamá

Los chicos de Buenos Aires caminaron con María al ritmo de sus latidos de amor de mamá

El pasado sábado 24 de agosto por la tarde, los chicos de Buenos Aires, repartidos en cuatro columnas correspondientes a cada Vicaría, peregrinaron por las calles de la ciudad llevando el mensaje de amor de los latidos de la Virgen con el lema: “María, siguiendo tus latidos caminamos juntos”.

 

Tanto en Belgrano, como en Devoto, Flores y Centro, se replicaron el entusiasmo de los cantos junto a las guitarras, panderetas, bombos y redoblantes con los chicos como protagonistas. Cada parroquia, colegio y capilla portaron sus estandartes y banderas, sus marionetas representando santos y a la misma María. Buenos Aires vio andar a “sus peques” acompañados de sus catequistas, familiares y amigos llevando imágenes de distintas advocaciones de la Virgen María.

La Vicaría Centro caminó desde parroquia Nuestra Señora de la Piedad hasta parroquia Nuestra Señora de Balvanera. Monseñor José María Baliña, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario zonal de Centro, presidió la misa.

La Vicaría Belgrano caminó desde parroquia Santa Elena hasta parroquia Nuestra Señora de Loreto. Presidió la misa monseñor Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario para la Pastoral arquidiocesana.

La Vicaría Devoto caminó desde la parroquia Nuestra Señora de Buen Consejo hasta parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. Presidió la misa monseñor Juan Carlos Ares, obispos auxiliar de Buenos Aires y vicario zonal de Devoto.

La Vicaría Flores caminó desde la parroquia Cristo Obrero y San Blas hasta la parroquia Nuestra Señora de las Gracias. La misa fue presidida por monseñor Ernesto Giobando SJ, obispo auxiliar de Buenos Aires, vicario zonal de Flores y de la Vicaría de los Niños.

 

Vamos a darle la bienvenida a quienes llegaron recién de la Capilla de Copacabana. Un aplauso grande. [aplausos] Miren qué linda la Virgen de Copacabana que nos acompaña, nuestra Madrecita del Cielo en este día, con las hermanas y la comunidad de esta capilla tan cerquita de acá, de la parroquia de Nuestra Señora de las Gracias. ¿Conocían esta parroquia? Está en los bordes de nuestra Vicaría [de Flores], es la que está más lejos, más lejos de la avenida Rivadavia. Nuestros hermanos franciscanos. Ellos viven aquí junto con la comunidad de la parroquia así que les damos un aplauso grande por recibirnos. [aplausos] Y después les voy a contar una historia muy linda de esta parroquia.

Escuchamos recién el santo evangelio de esta misa que nos habla sobre el nacimiento de Jesús. El Evangelio tan lindo que es el de Navidad. Vamos a recordar el nacimiento de Jesús. ¿Quiénes estaban en el nacimiento de Jesús? María, José, el Niño y los pastores. Había también unos animalitos: una vaca, un toro, un burro, una gallina, una oveja… Ese día fue el más lindo en la vida de María porque pudo dar a luz a Jesús. Pero antes de dar a luz a Jesús, el Niño, en la panza de María escuchó sus latidos, que es lo primero que escuchamos en la panza de nuestra mamá. Cuando empezamos a tener conciencia, oídos en la pancita de nuestra mamá escuchamos… ¿cómo son los latidos? Tuc, pum… tuc, pum… tuc, pum… tuc, pum… Imagínense 9 meses escuchando los latidos del corazón de mamá. ¿Cómo no vamos a aprender a escuchar los latidos?

Vamos a hacer un ejercicio todos los que estamos acá. Nos ponemos la mano en el corazón. Hagamos silencio para escuchar los latidos. ¿Cómo están los corazones? ¿Un poquito agitados? Ahora se están calmando… ¿No lo escuchan? Tiene que haber más silencio. Ahora sí. ¿Qué pasa por mi corazón en esta tarde? ¿Está contento mi corazón? Sí. Nuestro corazón está latiendo y de una manera especial porque estamos reunidos en familia, en comunidad. Qué lindo estar juntos para celebrar la Misa en la Peregrinación Mariana. Qué lindo haber venido de nuestras comunidades, de nuestras parroquias, para estar tarde aquí, juntos, para escuchar los latidos de nuestro corazón. Este corazón que nos dio nuestra mamá y ella no solo nos dio el corazón… nos dio los ojos, los oídos, los pies… ¿Y qué nos dio Dios? El alma que también está por acá adentro [se señala el pecho]. Hay que tratar de descubrir dónde está el alma, no está en los pies. Algunos tienen el alma en los pies, otros tienen el alma afuera… El alma está adentro y hay que escuchar los latidos de nuestra alma.

El día de Navidad, al nacer Jesús, nos dice el evangelio que escuchamos que María guardaba todas las cosas en su corazón. Y yo les pregunto: ¿qué significa “guardar las cosas en el corazón”? A ver: ¿quién se anima a responder? ¡Muy bien! “Guardar los sentimientos en nuestro corazón” [responde una peregrinita]. ¿Qué cosas guardó María el día de nacimiento de Jesús? Felicidad, amor, ternura, alegría… y guardó algo muy especial… ¿Hay alguna mamá por acá? Te pregunto: ¿cuál es la foto que guardaste del día de nacimiento de tu primer hijo, qué fue lo primero que guardaste en tu corazón? “Su cara” [responde una mamá]. “Su mirada” [responde otra mamá]. Cuando nacemos lo primero que hace la enfermera es llevarnos con nuestra mamá. ¿Y cuál es la primero primera mirada que tenemos? La mirada de nuestra mamá. A Jesús también le pasó lo mismo. Y esa mirada no se olvida más. Por eso María nos acompaña y nos guía siempre hacia donde está Jesús y graba en nuestro corazón la mirada de su hijo. Queridos niños y niñas: no se olviden de la mirada de Jesús porque Jesús nos mira a cada uno con infinito amor, conoce no solo nuestros ojos, nuestras pestañas; María y Jesús conocen los hay dentro de nuestro corazón.

Los principales tramos del TEXTO de su homilía:

Vamos a pedirle a Ella en esta tarde tan linda, porque se pudo muy linda [salió despejado el sol haciendo cálida la tarde], que guarde la mirada de Jesús en nuestro corazón. Y vamos a pedirle con el lema… [se acercan al altar varios chicos que tienen el lema escrito en sus carteles y los elevan para que puedan leerlo todos]: “María, siguiendo tus latidos caminamos juntos” [dicen todos los chicos]. “Caminamos juntos”: estas palabras son muy importantes para nuestra fe porque nosotros no caminamos solos, caminamos siempre con otros. Peregrinamos.

Les quiero contar algo. Aquí, en esta parroquia [Nuestra Señora de todas las Gracias], hace más o menos 50 años, se ordenó un sacerdote, jovencito, que trabajó en este barrio, era un fraile franciscano cuyo nombre era Carlos Murias. ¿Y qué pasó? Vamos a pedirles que abran el banner [despliegan un cartel con las imágenes de las cuatro Mártires Riojanos beatificados el pasado 27 de abril]. Este año en La Rioja tuvimos la alegría inmensa de que el Papa Francisco consagró beatos a los Mártires del Evangelio. ¿Vamos a repetir los nombres? Monseñor Enrique Angelelli, el padre Gabriel Longueville, el laico Wenceslao Pedernera y el fraile Carlos de Dios Murias.  Carlos Murias es beato, casi santo, junto con sus compañeros mártires que murieron en La Rioja en esa época tan difícil y tan dura de la dictadura militar. Lo mataron por el evangelio. Él sí que escuchó los latidos de la Virgen y los latidos de su pueblo. Y por eso dio la vida. Aquí tenemos una reliquia que nos acompaña del beato Carlos que nuestros hermanos sacerdotes franciscanos guardan con tanto cariño. Al final de la misa vamos a dar una bendición con este pedacito de reliquia del beato Carlos Murias que está con nosotros. Vamos a darles a nuestros beatos un aplauso.

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